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La bunkerización de los Juegos transforma París en un desierto: "No van a ser unas semanas agradables"

Las medidas de seguridad, el cierre de las calles y el encarecimiento de los precios hacen que el turismo caiga en la Ciudad de la Luz antes del inicio de los Juegos.

Guillermo García
Michèle Novovitch

Guillermo García y Michèle Novovitch

Habitualmente, cuando uno viaja a París y comienza el paseo por Campo de Marte desde Place Joffre ya imagina las interminables colas a los pies de las cuatro 'piernas' de la Torre Eiffel. La imagen se hace realidad escasos metros más adelante, cuando ya se ven centenares de personas esperando para subir al gigante de hierro que corona París. Lo mismo ocurre por la zona de Trocadero, donde miles de turistas se hacen fotos hacia el monumento más famoso de la capital francesa. O en el acceso del Museo del Louvre por Almirante Coligny, donde las colas son kilométricas.

Hoy la estampa es muy diferente y para poder sacar la instantánea primero hay que imaginar mucho, porque es difícil de hacerlo. Primero hay que visualizar una ciudad tan grande como París totalmente bunkerizada y vallada. Y no es una exageración. Toda la zona cercana al Sena, a Trocadero o a cualquiera de los grandes reclamos turísticos está cercada y para recorrer los escasos 500 metros que van de la estación de metro de Bir-Hakeim hasta la Torre Eiffel tardas más de 25 minutos por el rodeo que tienes que dar para llegar a la entrada.

Una zona habitualmente plagada de curiosos haciendo fotografías y colas interminables que hoy está prácticamente vacío. Para pasar necesitas un código QR que tienes que descargar. No hay otra manera de caminar por las otrora atestadas calles de París. En cada hueco que hay entre las vallas para pasar de uno al otro lado de la Place de Sidney se apostan policías y miembros de los cuerpos de seguridad del estado con ametralladoras para hacerte saber que esa no es tu zona de paso. Es el dibujo de un París extraño que ha provocado el exilio de los parisinos y la ausencia de turistas en los mismos niveles de julio de 2023.

Uno de los accesos al Louvre totalmente vacío. Michèle Novovitch
Uno de los accesos al Louvre totalmente vacío. Michèle Novovitch

Quienes más lo están pagando son los profesionales del sector de servicios. Taxistas, hoteleros y hosteleros ya han emitido numerosos comunicados, criticando lo que está suponiendo, hasta ahora, la cita olímpica para París. "El panorama es completamente diferente y, de momento, no de una forma positiva para nosotros, porque estamos cerca del Sena y de la zona de la ceremonia de apertura y la seguridad es muy fuerte", asegura a Relevo Nicolas Angiers, responsable de la cafetería Aux Cerises, en la Avenida Suffren a sólo tres minutos de la famosa torre.

"El panorama es completamente diferente y, de momento, no de una forma positiva para nosotros, porque estamos cerca del Sena y de la zona de la ceremonia de apertura y la seguridad es muy fuerte"

Enfrente, en un establecimiento de Casino, una de las cadenas de supermercados más grandes en Francia, está Meyer. Entras al local y está ordenando las botellas del dispensario porque no hay clientes dentro. No quiere cámaras, pero sí que nos cuenta que en las últimas semanas la clientela ha bajado de forma gradual y que en los últimos tres días se ha dividido casi por tres. "El pasado domingo entraron en la tienda más de 300 clientes, que es poco. Hoy apenas llevamos 112", reconoce el dependiente.

La odisea de los trayectos y la picaresca como remedio

Llega el momento de desplazarse a otra zona habitualmente concurrida. Intentamos coger un taxi para ir al Museo del Louvre y se convirtió en misión imposible. Todos con mala cara te explican que hay que dar mucho rodeo para un trayecto que habitualmente son menos de 20 minutos, otros directamente te dicen que no se puede llegar hasta allí y, como en todo, hay quien aprovecha para hacer negocio y te quiere cobrar 50 euros por el recorrido.

La picaresca no sólo se cultiva en España y los precios son otro de los grandes problemas de París en estos momentos para los turistas. Así nos cuentan Richard, Esther, Marcos y Hugo, una familia española que se encuentra a las puertas de la pinacoteca más famosa del mundo y no pueden entrar por falta de tiempo… a pesar de tener el ticket comprado desde hace semanas.

"Está muy complicado. Es un desastre", apunta el cabeza de familia, mientras que Esther apunta lo que supone encontrarte un París así por los Juegos. "Sí, es complicado. Vienes hasta aquí con unas expectativas, con un esfuerzo, y solamente porque por esto [no poder entrar en el Louvre] es complicado. No hemos podido ver el Sena, no hemos podido hacer el paseo en barco, no hemos podido ver la Torre Eiffel de noche, no hemos podido ver esto [el Louvre] ahora mismo y tenemos entradas…". Mientras que Richard denuncia la falta de previsión cuando compras las entradas: "No te advierten en nada, compras tickets de fuera, vienes aquí y te encuentras con la película. Nadie te explica que tienes estaciones cerradas, que hay unos perímetros brutales. Vienes aquí con una ilusión…".

"Pienso que el hecho de que la ciudad esté copada de policía genera un ambiente un poco desagradable. No van a ser unas semanas agradables porque estamos rodeados de dispositivos de seguridad"

De camino al Centro Pompidou, otro de los centros neurálgicos, entramos en Le Garde Robe, un pequeño establecimiento regentado por Vincent. El local está vacío en su interior, fuera un cliente apura una copa de vino. "Pienso que el hecho de que la ciudad esté copada de policía genera un ambiente un poco desagradable. No van a ser unas semanas agradables porque estamos rodeados de dispositivos de seguridad. Entonces el ambiente no es el mejor del mundo, que digamos".

La extrema seguridad lo marca todo estos días en París (aunque la presentación de los Juegos en Saint Ettiene en el Marruecos-Argentina de fútbol fue la peor con espontáneos, invasión de campo y petardos) y eso afecta no sólo a los turistas. También a los miles de parisinos que han decidido 'emigrar' de la Ciudad de la Luz mientras duren los Juegos. Lo hacen por comodidad como reconoce Vincent: "Las calles cortadas y los desvíos, pues teletrabajan fuera de París. Nosotros, que estamos obligados a trabajar aquí porque trabajamos de cara al público, pues nos tenemos que quedar, pero muchos parisinos se han ido para no tener que vivir esto".

Miles de vallas apiladas en las calles de París. Michèle Novovitch
Miles de vallas apiladas en las calles de París. Michèle Novovitch

La huida de los parisinos no sólo se produce por la incomodidad que supone estar en París estos días. También lo hacen como negocio, como reconoce el camarero de Chez Gustave. No quiere decir su nombre ni aparecer en cámara, pero no tiene problema en contarnos cómo están siendo estos días previos a los Juegos. "Los parisinos no están aquí. Ya se han ido. Han alquilado los pisos y volverán tras los Juegos", reconoce a Relevo. "Está todo cerrado aquí alrededor. Es un poco una sensación de aislamiento".

Todos, incluido Raheem, dueño de una pequeña tienda de souvenirs cerca del Ayuntamiento, reconocen que esperan que todo cambie a partir del viernes, cuando la ceremonia inaugural dé el pistoletazo de salida a la cita olímpica. "Creo que mejoraremos. O al menos eso espero", reconoce en una opinión que comparte Nicolas, el responsable de Aux Cerises.

"Esperemos que mejore, porque julio ha sido difícil, no muy malo, pero sí menos que otros años. No hay nadie en la calle ni hay coches cerca. Necesitas un QR para pasar y los turistas no pasan por el restaurante. Esto es solo una calle, pero desde hace un mes no viene nadie por aquí. Esperamos que con los Juegos crezca la afluencia, porque llevamos años esperando este evento". Una esperanza que de momento no ha tenido reflejo en los números y en las arcas de un París vacío y extremadamente seguro, en una postal necesaria pero poco amable para que los turistas caminen tranquilamente a orillas del Sena.