JJOO | CICLISMO

Amuletos, lágrimas y tres récords del mundo mientras ves la vida a toda velocidad

El Velódromo de Saint-Quentin-en-Yvelines está encumbrando a los pistards británicos ante una hinchada enfervorizada.

El equipo británico de velocidad cruza el velódromo a toda velocidad./Reuters
El equipo británico de velocidad cruza el velódromo a toda velocidad. Reuters
Guillermo García

Guillermo García

Salir de París estos días es un pequeño respiro ante tanta actividad. O al menos eso es lo que piensas cuando te montas en el tren. Si además tu destino está cerca del Palacio de Versalles, todo apunta a un remanso de paz y tranquilidad. Sin embargo, todo cambia cuando te acercas al Velódromo de Saint-Quentin-en-Yvelines, el espectacular recinto (sin aire acondicionado, eso sí) donde se celebran las pruebas de ciclismo en pista. 

El sol ajusticia a los afortunados que tienen entrada para ver un espectáculo que muchos espectadores no entienden, pero que en directo multiplica sus enteros por 1.000. Aunque sea sudando por el calor. En el centro del óvalo, corredores de todos los países calientan para ofrecer sus mejores galas en forma de bicis futuristas y maillots de ciencia ficción, a una grada enfervorecida, que aplaudía y gritaba cada pedalada de los ciclistas.

Un espectáculo que muchas veces no se valora por televisión, pero sí en directo. Y más tan cerca de la pista donde se podían ver hasta las pegatinas de los maillots, Adidas para ser más concreto, pasando a más de 60 kilómetros por hora. "Se van a dar" decían los espectadores que ocupaban los asientos más cercanos a una pista que poco a poco iba encumbrando a los británicos, mientras deshacía los cuerpos de los aficionados con un calor asfixiante.

Kate Marchant. Reuters
Kate Marchant. Reuters

Las pausas se aprovechaban para visitar los bares del recinto y sus aledaños en busca de una botella de agua fría o de la zona vip, donde la marca alemana, ofrecía y lucía sus mejores galas para reponer líquidos y electrolitos antes de ver la primera gran final de la modalidad en pista: la velocidad por equipos femeninos. Una prueba que terminó hablando inglés con el equipo británico al frente, por delante de Nueva Zelanda.

El trío formado por Sophie Capewell, Katy Marchant y Emma Finucane cumplió con los pronósticos en una tarde en la que llegó a batir hasta tres veces el récord del mundo parando el crono en 45.186. Un equipo que llevaba 12 años sin clasificarse para este evento. "No hay nada mejor que eso", dijo Marchant. "Significa todo. Muestra el arduo trabajo que hemos realizado. Siempre creí que había una recompensa por nuestro trabajo, simplemente nos unimos como equipo y trabajamos mucho para aprender a cumplir ese día y pudimos hacerlo. eso hoy".

Finucane, campeona mundial de sprint individual con 21 años, aspira a tres oros en París, con la prueba individual el jueves y el keirin el domingo. "Sólo quiero disfrutar este momento", dijo cuando se le preguntó sobre esas expectativas. "En realidad, no he prestado mucha atención. Sabía que teníamos el sprint del equipo y este mi principal foco. Sólo quiero tomar cada carrera tal como viene".

Capewell, por su parte, rompió a llorar cuando se vio con el oro al cuello cuando se acordó de su padre, un ciclista paralímpico que compitió en dos Juegos. "Ojalá hubiera estado aquí", repetía la ciclista británica que corría con un amuleto en forma de casco, el mismo que había lucido el actual seleccionador Jason Kenny en las siete medallas que conquistó en un óvalo que ya ha dejado algunas de las instantáneas más impactantes de los Juegos.