JUEGOS OLÍMPICOS

El 'bad boy' Pidcock remonta entre abucheos para colgarse su segundo oro olímpico

El ciclista de Ineos Grenadiers se impone en la prueba de mountain bike de París 2024, derrotando al francés Victor Koretzky y culminando una brillante persecución.

Tom Pidcock revalidó su oro olímpico de MTB. /UCI
Tom Pidcock revalidó su oro olímpico de MTB. UCI
Fran Reyes

Fran Reyes

"Estos de Netflix me han dejado como el malo de la película". En los prolegómenos del pasado Tour de Francia, Tom Pidcock (1999, Leeds) se quejó de cómo el documental producido por la plataforma estadounidense en torno a la edición previa de la Grande Boucle le había retratado como un 'bad boy'. No es menos cierto, para su suerte o para su desgracia, que su conducta temeraria y un punto arrogante le convierte en el tipo de deportista que no deja a nadie indiferente: querido por sus adeptos, odiado por sus detractores, admirado y temido casi sin excepción. Las razones de todo esto se condensaron este lunes en París, donde se alzó con su segundo título de campeón olímpico de MTB, que se suma con aquel que se anotó a cuatro días de cumplir los 22 años en Tokio y consuma un doblete para su equipo, Ineos Grenadiers, combinado con el oro femenino de Pauline Ferrand-Prévot en la víspera.

Las pruebas de mountain bike de París 2024 (deporte que reserva la ocasión olímpica para su modalidad de medio fondo, el XCO) se desarrollaron en la Colina de Élancourt, una antigua cantera de arenisca a las afueras de la Ciudad de la Luz convertida en un parque público hace medio siglo. En ella se dispuso un circuito lógicamente artificial, ancho en su trazado y casi lúdico por su sucesión de obstáculos con escalones y 'rock garden'; explosivo, sin ascensiones largas para que los grandes motores impongan su potencia pero con mucho desnivel repartido en pequeñas cuestas que inducían pulsaciones y niveles de lactato altos para cegar la vista de los corredores; y rápido, porque sus 4,4 kilómetros de cuerda se completan en un suspiro.

Pese a haber abandonado la Grande Boucle masculina víctima de la Covid-19, el británico Tom Pidcock partía como máximo favorito a revalidar su oro de Tokio. Como tal le señalaban sus dos grandes rivales, los suizos Nino Schurter y Mathias Flückiger, basándose en el nivel acreditado con sendas victorias en las dos pruebas de Copa del Mundo que había disputado esta temporada. Cuarto en discordia, en tanto que número uno del mundo y referente local, era Victor Koretzky.

Tres vueltas tardó la prueba en decantarse a favor de Pidcock y Koretzky. Primero desbancaron del primer puesto al líder de la Copa del Mundo, el sudafricano Alan Hatherly; posteriormente, se deshicieron de Flückiger para quedarse mano a mano. El duelo, vistoso, se vio inmediatamente interrumpido por un pinchazo en la rueda delantera de Pidcock.

El británico tuvo suerte: sufrió la avería muy cerca de boxes, tanto que su mecánico ni siquiera tuvo tiempo de preparar el recambio y debió esperarle; y dispuso de cuatro vueltas para recuperar los 45" que perdió en el incidente. Cayó a la 14ª posición y hubo de invertir media vuelta en superar el tráfico; dos en atrapar a Heatherly; y media más en ponerse al par de Koretzky, llevando consigo a un Heatherly que, pese a descolgarse en el giro final, se aseguró así el bronce.

Completada la remontada, Pidcock y Koretzky se metieron en un intensísimo mano a mano. Cada cuesta, hacia arriba o hacia abajo, era una oportunidad de adelantamiento; cada curva, una excusa para marcarse un interior que dejara al otro en desventaja. El primer momento decisivo fue un resbalón de Koretzky cuando había abierto un ligerísimo hueco sobre su rival. El segundo, un envite entre árboles en el cual ambos se tocaron y el francés se llevó la peor parte, quedando el camino expedito para que Pidcock alzara los brazos entre los abucheos del público local.

Los riesgos asumidos por Pidcock en la resolución de esta prueba no son sino un reflejo de los muchos que ha asumido en cada momento de su vida deportiva. Ya cuando hubo de abandonar por una durísima caída en el Tour del Porvenir de 2019, un rival le criticó en Twitter: "Cuando te crees invencible [sobre la bicicleta], es cuestión de tiempo que te pase algo así". No obstante, esa adrenalina que a veces le cuesta cara es a la vez su cualidad diferencial: el factor que le permite brillar en la carretera, la montaña y el ciclocross a voluntad, sacando petróleo de un físico diminuto y privilegiado para su deporte.

En cuanto a la participación española, el granadino David Valero firmó una digna prestación, 10º en meta, remontando una decena de puestos y quedándose a 17" del diploma olímpico, aunque algo lejos de revalidar el bronce de Tokio. Su coequipier y compatriota, Jofre Cullell, concluyó 24º.

Éxtasis francés con la campeona de todo Ferrand-Prévot

La prueba femenina, disputada el domingo sin representación española, se saldó con victoria de la heroína local Pauline Ferrand-Prévot. A sus 32 años, la cinco veces campeona del mundo de MTB (también ha portado el arcoíris de carretera, 'gravel' y ciclocross) consiguió redondear su palmarés de ruedas anchas con el título olímpico tras finalizar 25ª en Londres, no acabar en Rio de Janeiro y ser 10ª en Tokio. Tras tomar la cabeza de carrera en la segunda de siete vueltas y asfixiar a sus rivales, Ferrand-Prévot acabó por aventajar en unos tres minutos a la estadounidense Haley Batten y la sueca Jenny Rissveds, oro en Rio. La medalla de chocolate correspondió a la talentosa neerlandesa Puck Pieterse, privada del podio por un pinchazo que la lastró durante toda la quinta vuelta. La campeona gala regresará ahora en la carretera, con los colores de Visma | Lease a Bike (en este ciclo olímpico ha competido con Ineos Grenadiers) y el Tour de Francia femenino entre ceja y ceja.