JOO | NATACIÓN

Cómo escuchó el silbato de la piscina la nadadora con sordera que ganó dos medallas en París

Meg Harris, que se colgó dos preseas en los Juegos Olímpicos, tienen discapacidad auditiva.

Meg Harris, en la piscina de París. /REUTERS
Meg Harris, en la piscina de París. REUTERS
Marc Mosull
Alberto Martínez

Marc Mosull y Alberto Martínez

En el Arena La Défense de París, Léon Marchand se ha erigido en el sucesor de Michael Phelps como rey absoluto de la natación tras sus cuatro oros y sus sendos récords olímpicos. También se ha consagrado la canadiense Summer McIntosh, que apenas tiene 17 años, pero que amenaza el trono de la americana Katie Ledecky, coronada como la nadadora con más metales de la historia del olimpismo tras sus brillantes actuaciones en la cita parisina.

La natación en París nos ha dejado otras muchos historias, como la de Meg Harris o la del americano Drew Kibler, dos de los siete nadadores con pérdida auditiva que han competido en la piscina de La Défense. La australiana se ha colgado una medalla de oro en la prueba de relevo de 4x100 libre y una de plata en los 50 metros de estilo libre. Por su parte, Kibler ha conquistado una plata en el 4x200 libres.

Ambos, Meg Harris y Drew Kibler, usan audífonos en su día a día. Evidentemente, no pueden utilizarlos para competir. ¿Supone un problema para ellos? "No hace falta oír para nadar", aseguró hace unos meses Harris en una entrevista a The Courier-Mail, un periódico australiano.

El silbato de la piscina

Tal y como ella misma desveló, su pérdida auditiva, que proviene de una afectación de los nervios causada, probablemente, por una enfermedad sufrida cuando era pequeña, solo le condiciona para oír los silbatos que dan inicio a las series de natación. A Kibler le sucede lo mismo. En su caso, por cierto, ya nació con una discapacidad auditiva.

En la natación hay dos silbatos; el primero avisa a los deportistas para que se pongan en su sitio de salida y el segundo da el pistoletazo de salida al inicio de la carrera. "Mi reacción solía ser más lenta que la del resto", explicaba la australiana, que se ha entrenado para poder escuchar los silbatos, pues no es completamente sorda.

"En cierto modo, puedes cronometrarlo. Cuando hacen sonar el primer silbato suelen pasar un par de segundos antes de que digan 'preparados'. En ese momento empiezo a escuchar atentamente. Se supone que debe haber silencio, aunque la gente sigue gritando... pero sí que hay silencio absoluto en el momento del último silbato", expresó Harris, que, sobre todo, sufre para oír el primer pitido, el que avisa a los nadadores para que se suban al cajón, por el ruido que hay en las instalaciones de la piscina.

Un secreto desvelado en Tokyo

Meg Harris llevó en secreto sus problemas auditivos hasta que su oro olímpico en Tokyo le obligó a contarlo. Tras colgarse la medalla en Japón fue entrevistada; le preguntaron por una compañera de equipo y ella, que no escuchó nada porque no llevaba puesto el audífono, dijo "estoy muy contenta con mi carrera", pensando que le habían cuestionado sobre su actuación, según cuenta el Daily Mail.

Normalmente, Harris es capaz de leer los labios cuando le hablan. Y si no, sus compañeras de equipo y técnicos le ayudan o responden por ella si hace falta. De hecho, algunos de sus entrenadores usan muchas señas con las manos para comunicarse con la nadadora australiana, cuya discapacidad auditiva no fue un impedimento para colgarse un oro y una plata olímpica en los Juegos Olímpicos de París.