Marchand tiene un truco para nadar solo 300 metros en la prueba que le ha dado su último oro
El francés borró el récord olímpico de Michael Phelps en los 400 estilos con su dominio de todas las disciplinas

Con una chaqueta blanca y una sonrisa que le inundaba el rostro, orgulloso e impresionado por la algarabía, las banderas al viento y la pasión del repleto Centro Acuático de La Defense, Léon Marchand asomó por el túnel de salidas en busca de la gloria. El Napoléon de la natación francesa llegaba a su Austerlitz, esos 400 estilos que borraron del mapa al mismísimo Michael Phelps. Y ahora se ha quedado también sin el récord olímpico por lo que pasaría justo después, por esa puesta en escena del pupilo de Bob Bowman, impresionante, a apenas 45 centésimas de su récord mundial (4:02.95). Hasta Emmanuel Macron acabó impresionado: "Francia está orgullosa".
León Marchand cubrió la parte de mariposa por debajo de su propio récord mundial y solamente la espalda le dejó por detrás. Su dominio de los estilos le predestina a ser el mejor en la prueba más salvaje de la natación. Marchand aspira a ganar un 200 mariposa y un 200 braza, mientras que en la espalda tendría nivel mundial para entrar en la semifinal, y en el 200 libre podría competir con cualquier aspirante a meterse en una final. "Leon, Leon", fue la banda sonora de esa piscina que levanta ciertas suspicacias por su profundidad y que no está destacando en sus marcas. La natación es propensa también a los misterios.
La noche fue grande en París. Dos años después, Marchand logró un oro para Francia después del conseguido por Yannick Agnel en los 200 libre en los Juegos Olímpicos de Londres, en 2012. Para poner en dimensión la superioridad de Marchand hay que trasladarse a Phelps. Siempre el de Baltimore, comentarista de la NBC y en la tribuna de prensa. La diferencia sobre la plata, de 5,67 segundos, rompe el margen de victoria récord de Ryan Lochte de 2012 (3,68). El segundo, el japonés Tomoyuki Matsushita, llegó cuando Marchand ya había mirado su tiempo, su puesto y empezaba a auparse a la corchera para celebrarlo con el brazo al aire y con la gente. Pero Marchand no nadó 400 metros. Si no que, a falta de los cálculos biomecánicos, solo pasó 300 en la superficie. Y 100 debajo del agua, su truco, su punto fuerte. Ya lo hizo cuando pulverizó el récord mundial de Phelps en Fukuoka el verano pasado.
Vídeos de Phelps y en las manos de su padre y el gurú Bowman
El subacuático de Marchand le viene de serie, pero lo ha pulido porque tiene una sensibilidad única en el agua. De adolescente, veía por Youtube las pruebas de Michael Phelps, quien ahora le apadrina junto al técnico que une a ambos, el gurú Bob Bowman, y se fijaba en cómo realizaba los virajes y los subacuáticos, qué posiciones utilizaba, cómo colocaba el cuerpo y las piernas. "Su padre también le enseñó", adelanta Joan Lluis Pons, quien compitió con él desde 2020 a 2023, finalista español en los Juegos de Río 2016.
GÉANT Léon Marchand !
— Emmanuel Macron (@EmmanuelMacron) July 28, 2024
Bravo pour ce 400 mètres mythique. Et ce n'est que le début d'un parcours olympique qui pulvérisera tous les records ! La France est fière. pic.twitter.com/MUGSquKo7y
Por eso mismo, antes de los Juegos Olímpicos de Tokio, su manera de nadar ya causaba impacto. Así le ocurrió a Jordi Jou, entrenador que está en París y en el CN Sant Andreu: "La primera vez que lo vi fue en la época antes del COVID, en una prueba en Canet. Aparece un chico joven, un niño. Recuerdo el apellido porque su padre había nadado en mi época. Y el tío hacía unos subacuáticos increíbles...". Pons recuerda ese día: "Me ganó por poco. Por su subacuático en el último 50. Su padre le ayudó".
Andreu Roig es biomecánico en el CAR de Sant Cugat, un innovador que además lleva décadas estudiado el comportamiento de los nadadores y la técnica. Y advierte de lo importante de la formación en talentos así: "Todos los deportistas cambian. No nacen así. Trabajan la técnica, se modulan. Es gente que tiene sensaciones, que se fía de ellos mismos. Aprenden a escucharse. El control motor se entrena". "Bowman trabaja muy bien la psicología, y no hay muchos entrenadores allí", añade José Antonio del Castillo
Y da en la clave de todo. En Bowman, en ese entrenador que pulió a Phelps, que le hizo el mejor nadador de todos los tiempos. Pons cree que ese subacuático, considerado el quinto estilo, "lo ha mejorado con Bowman. No es lo mismo ahora que antes". "Su estilo no es forzado, le sale solo. Sabe cómo apreta. Coge mucho el agua y tiene mucha potencia", detalla el nadador que que ha competido varias veces con él.
En aquel Mundial de Fukuoka, Marchand nadó 91 metros por debajo del agua: el francés recorrió 13,7 metros bajo el agua en la salida, y 10,6, 11,1, 12,0, 10,2, 10,2, 10,0 y 13,8 en cada viraje.
Debajo del agua: menos energía, más velocidad
Por debajo del agua el desgaste es menor, por lo que los nadadores que apuran los 15 metros permitidos en cada largo (120 metros en total) son los que pueden llegar con más energía a la parte final de la prueba, y se avanza incluso más rápido. El impulso al hacer el viraje, la posición lateral del cuerpo y los movimientos ondulados ayudan, incluso en el oro de Mireia Belmonte en los 200 mariposa en los Juegos de Río de 2016 su entrenador Fred Vergnoux se obsesionó con ese último viraje de 15 metros. Y fue clave. Marchand pasó esos 100 metros debajo del agua, aunque la prueba de París no fue en la que llegara al cénit del subacuático sí fueron determinantes para conseguir el récord olímpico.
Raúl Arellano, en un artículo en El País hace un año, explicaba la técnica de Marchand desde el estudio y la ventaja de nadar debajo del agua: "Nadar por debajo del agua a más de un metro de profundidad elimina casi por completo el efecto de la resistencia de oleaje, y por tanto se produce menor resistencia que en la superficie. La ondulación del cuerpo y las piernas, en algunos nadadores produce una estela de vórtices ordenados que generan la propulsión de una forma similar a los peces y delfines. Pero esto no se consigue sin una extraordinaria flexibilidad de los tobillos, hiperextensión de rodillas y una correcta sincronización de las acciones verticales de la onda que recorre el cuerpo durante este movimiento".
El nadador se mostró abrumado por todo lo vivido: "Fue increíble, es muy difícil describir este momento para mí, fue un sueño pequeño desde el principio. Una final olímpica y ser campeón olímpico, y ahí estoy haciéndolo en casa frente a toda esta gente, fue una locura. Creo que va a ser difícil revivir eso, mis ojos estaban muy abiertos, estaba tratando de escuchar lo que estaba sucediendo y absorber la energía de la audiencia, fue genial. No puedo esperar para hacer mi nueva carrera en dos días", dijo emocionado, y añadió: "No miré en absoluto lo que estaba pasando, estuve muy concentrado en mí mismo durante los primeros 200 metros. En braza intenté aprovechar la multitud, el ruido, y logré tirar hasta el final. Después, en crol, le falta un poco para lograr un mejor tiempo".