¿Puede el Vaticano competir en unos Juegos Olímpicos? "No lo digo yo, sino el cardenal Mendoza"
Giampaolo Mattei, presidente de la Athletica Vaticana, atiende a Relevo tras la reciente participación de la Santa Sede en el campeonato de los países más pequeños de Europa.

El pasado 22 de junio se celebraron en Gibraltar los campeonatos de los estados más pequeños de Europa. En total, participaron dieciocho países, entre los que se encontraban Chipre, Moldavia, San Marino, Montenegro, Malta, Albania, Andorra, Armenia o Macedonia del Norte, entre otros. No faltó Città del Vaticano, una ciudad- estado con menos de ochocientos habitantes, que se presentó con su Athletica Vaticana. ¿El botín? La medalla a la eficiencia y la amistad, puede que la primera piedra ante una hipotética participación en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles'28, algo que de momento suena a utopía. "Acaba de salir un libro titulado Giochi di pace, con el prólogo de Papa Francisco. Es una iniciativa nuestra donde se destacan los valores olímpicos y paralímpicos. La paz, la tregua… Son ideas que sostenemos, sin embargo, una participación en unos Juegos no es una prioridad aún. No lo digo yo, sino el cardenal Mendoza, prefecto del dicasterio de la cultura y la educación. Algo así como el ministro de Deportes en la Curia", cuenta Giampaolo Mattei, presidente de la única realidad deportiva reconocida oficialmente por el Vaticano.
Fundada en 2018, Athletica Vaticana es una escuadra de alma inclusiva, y está compuesta por migrantes africanos y miembros de la Guardia Suiza. También funcionarios de la Posta, restauradores de obras de arte de Rafael, sacerdotes, obispos o farmacéuticos. En definitiva, mujeres y hombres que van de 19 a 65 años. Según el diario oficial de la Santa Sede -L'Osservatore Romano- hay más de 400 inscritos entre empleados de este minúsculo país o familiares de primer grado. "Nuestro objetivo va en correlación con lo que dice el Santo Padre. Promulgamos la fraternidad, la necesidad de compartir, pero siempre a nivel amateur. Así, pedaleamos, corremos, jugamos, pero siempre para dejar un testimonio cristiano de solidaridad y paz", advierte Mattei, responsable de un mundo deportivo que cuenta, a su vez, con otras federaciones o disciplinas subordinadas él. "Tenemos equipo de ciclismo, de rugby, esgrima, pádel, fútbol, boxeo, taekwondo o críquet, que por cierto jugará próximamente en el castillo de Windsor contra la escuadra del Rey Carlos. Ya es la segunda vez que sucede", apunta orgulloso.
Y no termina ahí el asunto, ya que el Vaticano dispone de un team paralímpico compuesto por tres personas, siempre con la idea de promover la inclusión, el entusiasmo, el acogimiento o la solidaridad, aunque sin mirar con desdén el horizonte y las oportunidades que puedan surgir. "En Gibraltar hemos hecho un histórico tercer puesto en 110 metros obstáculos". Una medalla, sí. Es competir sin competir.
Una delegación en París
Un halo de ambigüedad infinito recubre de nebulosa el asunto. Mientras ni se confirma ni se desmiente una posible participación del Vaticano en unos futuros Juegos Olímpicos, lo cierto es que el rumor suscita curiosidad y encanto a ambos lados del Tíber, río que separa la Roma imperial-política de la cristiano-católica, precintada por las Murallas Leoninas (realizadas por el Papa Leon IVen el siglo IX). Es un tema presente tanto en los ministerios como en las altas estancias clericales.
De hecho, cabe destacar que en París ya habrá una delegación de la conferencia episcopal francesa para temas de asistencia religiosa. Su proyecto (Holy Games-El evangelio es deporte) permitirá de alguna manera a la iglesia católica participar a su estilo en este certamen olímpico. Así opina Giampaolo Mattei. "Nosotros, desde Roma, tenemos una colaboración muy cercana con ellos, con su idea, con los responsables del proyecto: Philippe Marsset (obispo auxiliar de París) y Emmanuel Gobilliard, obispo de Digne, además de ser el encargo en temas de relaciones con el Comité Olímpico Internacional".
Es el penúltimo e inmenso episodio de un país minuto con relevancia planetaria. Una Ciudad Estado que, con los siglos, ha pasado de aglutinar un elenco infinito de territorios a quedar prácticamente reducida -tras la unificación de Italia (1860-70)- a un barrio romano de fe. Desde ahí sigue aglutinando fieles y proyectándose al mundo… Hasta el día de hoy.
Porque sí. La Ciudad del Vaticano es un pequeño territorio independiente de cuarenta hectáreas bajo jurisdicción propia desde que en 1929 Pío XI y Mussolini firmaran los Pactos de Letrán, en virtud a los cuales ambos se reconocían recíprocamente estados soberanos. Tiene sus ideales grabados a fuego, aunque también le seduce adecuarse a los nuevos tiempos. Lleva varias ediciones participando en la Bienal de Venecia (manifestación internacional de arte contemporáneo), y puede que tenga fijado en rojo la llama de Los Ángeles. Podría llegar con su famosa preghiera del maratoneta, algo así como la oración del corredor -disponible en 37 lenguas-, que cada día rezan los miembros de la escuadra de atletismo del Santo Padre, una asociación de carácter jurídico inscrita el COI.
"Gracias, Señor,
Porque me dejas correr
Y no me dejas solo en el km 35
De la gran maratón que supone mi vida.
Gracias, Señor, por la belleza de correr solo
En los bosques, entre la gente, con frío y calor
La lluvia y el viento".