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La aventura del surf a 15.000 kilómetros de París: "Estamos viviendo el guion soñado, esto es maravilloso"

El presidente de la Asociación Internacional de Surf, Fernando Aguerre, atiende a Relevo en plena cita olímpica.

La competición de surf en los JJOO se disputa a 15.000 km de París. /ISA
La competición de surf en los JJOO se disputa a 15.000 km de París. ISA
Sebastián Fest

Sebastián Fest

París.- Los de París 2024 son, en sus primeros diez días, los Juegos que nunca duermen. Podrán calmarse la natación, el atletismo, la gimnasia, el hockey, el fútbol o el tenis, podrá estar toda la villa olímpica durmiendo, pero siempre habrá alguien compitiendo. Hay que viajar, eso sí, 15.000 kilómetros para verlo, hay que ir al corazón olímpico que late en Tahití en forma de surf.

"Estamos alejados de todo, pero al mismo tiempo estamos en el mejor lugar que podríamos haber elegido, es un sueño", dijo a Relevo el argentino Fernando Aguerre, presidente de la Asociación Internacional de Surf (ISA).

La ola de Teahupo'o, en Tahití es, en efecto, un sueño, un sueño de proporciones. "Una ola monstruosa", como la define Aguerre, un hombre que se enamoró del surf en los '70, en su Mar del Plata natal, cuando la dictadura militar de aquellos años detenía a los barbudos con tabla. ¿Qué estaban haciendo, por qué se subían a una tabla para remar en dirección a las olas?

Aguerre hizo la experiencia californiana, creó una marca de artículos de surf inspirada en lo que vivió en los Estados Unidos, la vendió, se convirtió en presidente de la ISA y aprovechó la ventana de oportunidad abierta hace una década para transformar al surf en deporte olímpico. Tuvo la habilidad que por ejemplo no mostró el squash, un eterno frustrado a la hora de ser parte de los Juegos.

Fernando Aguerre.  ISA
Fernando Aguerre. ISA

¿Es este el debut real del surf en los Juegos? Porque en Tokio, en la playa de Tsurigasaki, no hubo público debido a la pandemia, fue un debut virtual

No, no es el debut real, Tokio se sintió exactamente como una competencia olímpica. Los dos campeones mundiales ganaron la medalla olímpica. Hubo cosas mágicas. El hecho de que tuviéramos el tifón más temprano en la historia de Japón y nos diera las olas que necesitábamos. Y esta es una ocasión medio rara. Las olas van a ser maravillosas, pero es un lugar que está en las antípodas, en el hemisferio sur, 12 horas adelante de París. Va a ser único, estamos abriendo un camino de tener una sede en otro continente, solo en los Juegos de Melbourne 1956 sucedió algo parecido, con la equitación en Suecia [debido a las leyes de cuarentena australianas]. Las olas van a ser las más grandes de la historia, no sé si volverá a haber otras así.

¿Cómo se vive una ceremonia de apertura a tanta distancia?

No estuvimos en la ceremonia de apertura, estamos alejados de todo, pero al mismo tiempo estamos en el mejor lugar que podríamos haber elegido, un sueño. En muchas ciudades no hay olas, no hay mar, y por décadas el surf no fue olímpico. Nosotros tuvimos Tokio, con una playa hermosa en Tsurigasaki, ahora Tahití, Los Ángeles en 2028 y después la Gold Coast australiana en 2032. Es el camino y el guion soñados, es maravilloso.

¿Cómo pueden vivir los espectadores el surf de París 2024?

No va a haber público, Hay dos lanchas de 15 o 20 pasajeros cada una que le permiten a la gente ver la competencia. Todo el mundo, inclusive la gente de Tahití, lo va a ver por televisión o streaming. Es como todos los deportes hoy, vos vas a la cancha de fútbol y sentís todo lo que nadie siente por televisión, pero lo que ves en televisión es mucho mejor: hay repeticiones, hay ángulos, hay de todo. En la cancha te perdiste un segundo y te perdiste el gol.

¿Cómo están recibiendo los locales la llegada de los Juegos Olímpicos a su tierra?

En Tsurigasaki había un festival olímpico, aquí no. Tehaupo'o es una ciudad muy pequeña y la idea es no intervenir ni modificar las cosas. No hay hoteles. Algunos surfistas se quedan en un crucero que se alquila y otros se quedan en casas que se han alquilado. No hay lugar para acomodar turistas. Teahupoo'o es el final del camino desde la capital, Papeete, y solo acceden aquellos acreditados. Teahupo'o queda dentro del perímetro de la sede olímpica, hasta el agua está cerrada, no puedes acercarte con tu barco a menos de 200 o 300 metros. El agua tiene la misma temperatura que el aire, la gente vive como se vivía hace cien años, aunque valiéndose de la tecnología. Es hermoso. Vamos a respetar al pueblo y sus tradiciones.

¿Se vive con intensidad el surf allí?

En 1990, la primera vez que vine a Tahití, había muy poca gente que surfeaba. Es una ola muy difícil, imagínate aprender en la ola de Tahití. Dificilísimo. Pero hablamos de la cultura polinésica, la de Hawaii, donde empezó el surf moderno. Y está bastante probado que los habitantes de Hawaii vinieron del Pacífico sur, hay conexiones culturales entre Tahití y Hawaii.

Se habla mucho de la ola de Teahupo'o, ¿qué es lo que la hace tan especial?

La ola de Teahupo'o es una ola que se forma con los vientos potentes que en invierno soplan sobre el hielo de la Antártida. Cuando ese viento llega al mar se arman esas olas enormes. Las islas de Tahití son formaciones volcánicas, por lo que la costa baja a pique. La ola, entonces, no se desgasta con un fondo raso, la ola llega y rompe de golpe con todo.

España está compitiendo con tres representantes, ¿qué espera de ellos y del torneo en general?

España está muy bien, los tres surfistas españoles son todos muy buenos. Y después hay algunos especiales, como Vahine Fierro y Kaauli Vaast, una chica y un chico tahitianos, por lo tanto franceses. Ella se mudó a Teahupo'o hace dos años para convertirse en una experta en la ola, y él es de la zona, surfea olas de diez metros que dan miedo. Vahine no estaba en el tour mundial, la invitaron y le ganó a todas las profesionales claramente. Está en un gran momento para cumplir con su sueño: ganar una medalla para Francia en la isla en la que nació. También están Gabriel Medina, John John Flores, que en Tokio aún estaba bajo las consecuencias de una operación. Ramzi, el nmarroquí. No hay surfistas mediocres, sino 48 surfistas que representan 21 países de los cinco continentes, una maravilla.