"Nunca había jugado un partido tan importante en una pista tan mala": cuando Nadal ganó una medalla ante menos de 300 personas
Hace ocho años, el balear se metió en la final de dobles junto a Marc López en una pista muy pequeña.

Rafa Nadal está acostumbrado a jugar en las pistas más grandes del circuito. Rara vez los torneos programan un partido suyo fuera de la central, tampoco este año que ha tenido un ránking muy bajo. Pero los Juegos Olímpicos son otra cosa. Sobre todo si las instalaciones no son de primer nivel y juegas el dobles.
Retrocedamos ocho años, al 11 de agosto de 2016. Nadal, 14 Grand Slams, cuatro Copas Davis y ya considerado uno de los mejores tenistas de la historia, afronta un partido que puede darle su segunda medalla olímpica, tras el oro que había ganado en Pekín 2008.
Esta vez es en el dobles. Son las semifinales y a su lado está su amigo Marc López. Enfrente, los canadienses Daniel Nestor y Vasek Pospisil. En las gradas, menos de 300 personas, una buena parte de ellas personal del Comité Organizador, voluntarios y prensa.

Un par de decenas más se amontonan en las esquinas para seguir el partido a través de unas vallas forradas con tela verde que rompen para poder ver el juego a través de un agujero. Entre los que vieron el partido a través de la valla estaba Miguel Cardenal, en aquel momento presidente del Consejo Superior de Deportes (CSD) y no muy amigo de Alejandro Blanco, presidente del Comité Olímpico Español (COE).
Son los pocos afortunados que consiguen ver la victoria de la pareja española por un doble 7-6 en uno de los partidos más singulares de la carrera de Nadal. "Nunca había jugado un partido tan importante en una pista tan mala", dijo después en zona mixta.
Así era el Centro Olímpico de Tenis de Río 2016
Los JJOO de París tienen Roland Garros como los de Londres tuvieron Wimbledon, dos escenarios privilegiados para el tenis. Pero las instalaciones de Río de Janeiro no eran tan glamurosas.
El Centro Olímpico de Tenis se construyó dentro del Parque Olímpico, el enorme espacio en el barrio de Barra da Tijuca que antes acogía el Circuito de Jacarepaguá y que fue transformado para que acogiera el grueso de los JJOO.

Solo tenía una pista con gradas permanentes: la central, hoy en día abandonada, con capacidad para 10.000 espectadores. El resto eran pistas exteriores a las que le colocaron gradas supletorias: 5.000 y 3.000 espectadores a la 1 y 2 y unos 250 al resto, empezando por la número 3.
Nadal ha ganado decenas de títulos en estadios que acogen a más de 15.000 o 20.000 espectadores, pero ninguno como aquella plata (que luego convirtió en oro en la final) que se aseguró aquella tarde invernal en Río de Janeiro.