JJOO | TENIS

El primer día del resto de la vida de Alcaraz y la "vida separada" con Nadal

Durante diez días y tres partidos, Nadal le arrojó encima toda su energía, su sabiduría, consejos, opiniones y experiencias, pero también todas sus obsesiones a Alcaraz.

Nadal y Alcaraz protestan la decisión de la jueza en el partido que les apeó de los Juegos de París. /EFE
Nadal y Alcaraz protestan la decisión de la jueza en el partido que les apeó de los Juegos de París. EFE
Sebastián Fest

Sebastián Fest

París.- Cuando Carlos Alcaraz se despertó, Rafael Nadal ya no estaba allí. Es exactamente al revés del cuento más corto del mundo, aquel del guatemalteco Augusto Momnterroso: "Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí".

Tras diez jornadas de intensidad desconocida, con el mayor deportista español de todos los tiempos día tras día junto a él dándole instrucciones, consejos e incluso gritos en la pista, Alcaraz está solo. La noche del miércoles, mientras digería la dura derrota que puso fin a la ilusión de una medalla en el dobles del tenis olímpico, el murciano ya no vio al mallorquín, que este mismo jueves llegó a su casa en Mallorca.

"No, ya hicimos vida separada, porque él también se quedó aquí (hablando) con la prensa. Yo obviamente, al jugar temprano, tuve que hacerlo todo muy rápido e ir a la villa olímpica e intentar irme pronto a dormir, que me costó. La verdad que no pude descansar lo que hubiera querido", admitió Alcaraz tras derrotar 6-3 y 7-6 (9-7) al estadounidense Tommy Paul y avanzar a semifinales.

Si el miércoles 31 de julio de 2024 marcó la muy probable despedida de Nadal de París, el jueves 1 de agosto de 2024 fue también una fecha importante para Alcaraz: el primer día del resto de su vida. No en vano fue prácticamente entrevistado por la Reina Letizia, que lo saludó tras el partido y, como la periodista que nunca se deja de ser, no se limitó a formalidades y le lanzó una batería de preguntas precisas y con curiosidad genuina a Alcaraz.

Lo que le sucedió en estos Juegos al tenista de 21 años no es en absoluto normal: no hay recuerdo en la historia del tenis de que se haya producido semejante traspaso de mando simbólico entre dos jugadores de la envergadura de Alcaraz y Nadal. Mucho menos entre dos del mismo país, muchísimo menos con ese nivel de generosidad, cercanía e intensidad.

Durante diez días y tres partidos, Nadal le arrojó encima toda su energía, su sabiduría, consejos, opiniones y experiencias, pero también todas sus obsesiones a Alcaraz. Era conmovedor ver como el actual campeón de Roland Garros y Wimbledon buscaba la mirada y la aprobación del 14 veces ganador de Roland Garros. Conmovedor y asombroso, porque no siempre la obtenía.

"¡Aquí, aquí!", gritaba Nadal. "¡Allí, allí!", volvía a decir. Y cuando Alcaraz, ya mareado, no sabía cómo seguir ni adónde ir, el mallorquín anunciaba desde la red "¡cambio, cambio!".

Jugar con Nadal fue un regalo y un aprendizaje únicos para Alcaraz, pero también un desgaste emocional intenso. Ese desgaste se notó en su intermitente tenis de hoy ante Paul en la Philippe Chatrier. El recuerdo del dobles, como el dinosaurio, seguía ahí. "No pudo ser, y la verdad que fue difícil aceptarlo". Ahora mira hacia adelante, necesita ganar solo dos partidos para colgarse del cuello el oro olímpico.