Fátima Gálvez aspira a dar una medalla a España tras 'un error' de su padre: "Soy la única que tira con los dos ojos abiertos"
Fátima Gálvez, tiradora al plato, buscará en París la medalla de oro individual, tras conseguir en Tokio la de foso mixto con Alberto Fernández.

Con cinco años descubrió el tiro al plato y desde entonces tuvo claro que quería ser campeona olímpica. Zurda, pero tira con la derecha, con los dos ojos abiertos, y a sus 37 años, Fátima Gálvez se ha convertido en una de las deportistas españolas más laureadas de su disciplina, donde se ha considerado varias veces una amenaza para los hombres con los que comparte deporte.
Recién proclamada campeona de Europa de foso individual, dice sentir "una felicidad inmensa". Era un objetivo que tenía en mente y que quería volver a repetir. "Para mí ha sido como ganarlo por primera vez porque han pasado muchos años", expresa a Relevo. Concretamente, fue hace 13 años cuando consiguió ese mismo liderato en Belgrado.
Cuenta con varios oros en su palmarés en distintas categorías, pero al preguntarle por su logro favorito, el que más ilusión le hace, es precisamente una medalla de plata. "Iba a decir que la medalla olímpica, pero no, para mí es más importante y me siento más orgullosa, por todo lo que conllevó y hubo detrás de eso, el subcampeonato del mundo de 2014. Me acompañó mi padre y pudo verme subir al podio y conseguir la segunda plaza olímpica de mi carrera".
Dispara con la derecha siendo zurda
Volverá a representar a España en los Juegos Olímpicos de París este verano. Como deportista con mucha experiencia, no quiere marcarse un objetivo claro, al menos todavía. "Hasta que no esté ahí y vea cómo entreno y cómo transcurre todo no tengo ni idea de lo que puedo conseguir y lo que espero de esa competición, pero estoy trabajando muy duro para intentar llegar en mi mejor versión y conseguir una medalla, que es lo que más me gustaría".
En un deporte tan desconocido, Gálvez explica cómo es ese trabajo de preparación para unos Juegos o cualquier otra competición: "Se entrena la parte técnica, la psicología para intentar controlar los pensamientos irracionales y la parte física para trabajar la parte muscular que se descompensa, ya que tendemos a desarrollar la parte con la que se dispara. Hay que trabajar mucho el tren superior".
Y respecto a su lado de disparo, Fátima Gálvez es zurda, pero dispara con la derecha. "En teoría debería tirar con la izquierda porque en mi deporte da igual la mano. De hecho, lo que importa es el ojo dominante, que normalmente se tiene el ojo izquierdo si eres zurda y viceversa. Pero cuando me inicié mi padre no sabía esto y pensaba que la escopeta que él tenía era para tiradores diestros, me la puso en el lado derecho y ahí se quedó. Con el tiempo nos dimos cuenta de que esto en mi caso no era lo correcto. No sé como lo hago, pero disparo con los dos ojos abiertos. Creo que soy la única a nivel mundial con estas características".
Cinco platos rotos en sus primeros cinco disparos
Habla de su padre porque a él le encantaba la cacería y creció en un entorno en el que pudo aprender a tirar desde muy pequeña, pero su primer contacto con el tiro fue en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, con cinco años. Vio a la tiradora Zhang Shan convertirse en la primera mujer en ganar un evento de tiro mixto en la historia Olímpica. "Me impactó y supe que quería ser tiradora y campeona olímpica", confiesa.
A partir de ahí, su padre fue el primer ilusionado con la afición de su hija. "Él no tenía hijos, pero nunca vio un problema en que yo como niña tirase, sintió conmigo esa conexión padre-hija para inculcarme este deporte de alguna manera". Así, con un arma "para diestros", como su padre se imaginaba, la primera vez que tiró le dio a cinco platos, sin fallo. Se dieron cuenta de que tenía el don de la puntería. "Yo creo que todos valemos para algo, pero también creo que si no se trabaja el talento se pierde por el camino; y yo me lo he trabajado muchísimo".
De esa manera, Gálvez fue trabajando su don hasta convertirse en una de las mejores. "Mis logros son reconocidos en mi entorno y en mi tierra, pero fuera de eso se me reconoce poco, estamos infravalorados en este deporte", afirma. Más aún lo cree así por ser mujer. "El problema que yo encontré, y como yo muchas chicas, es que entonces las armas estaban destinadas para los hombres, yo no tuve impedimentos en casa, pero sé que hay niñas que han querido y que sus padres no les han dejado. ¿Cuántas mujeres se han quedado por el camino? Mi padre tuvo la mentalidad muy abierta para enseñarme, pero otras no tuvieron esa suerte. Al menos, las cosas van cambiando y ahora las niñas pueden ver más referentes femeninos en un mundo de hombres".
Mujer en un mundo de hombres
Esa discriminación no la sintió en casa, pero sí con el paso de los años conforme fue creciendo como deportista en la competición. "Que yo tirase de niña era gracioso y divertido para los chicos, luego fui un incordio por lo que vi con el tiempo para los hombres que competían conmigo".
Cuenta como ejemplo un momento en el que fue expulsada de una competición. "Había una tirada abierta con una final general que engloba a todas las categorías, llegué a la final y la única manera de dejarme fuera fue agarrándose a la norma de que las mujeres no competían con los hombres teniendo en cuenta el reglamento internacional. El programa era otro, en una competición así no puedes tirar del reglamento internacional si haces la tirada abierta y planteas la final así desde el principio. Como esa he sufrido muchas, pero aprendes a sacar pecho, esos poquitos momentos sirven, o eso espero, para que otras no se encuentren con lo mismo que yo".
Al igual que Gálvez en competiciones, la normativa también ha menospreciado la capacidad de las mujeres de poder competir al mismo nivel que los hombres en un deporte en el que la diferencia entre ambos sexos para competir es nula. "No existe ninguna diferencia física, las condiciones son las mismas". Los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, en 2016, fueron los últimos en los que las mujeres disparaban 75 platos frente a los 125 que tiraban los hombres. "El número de platos se recortaron a las mujeres por el año 92. Cuando Zhang Shan gana en categoría absoluta, creo que dejó tan en evidencia a los hombres que pienso que dijeron que eso no se podía permitir, y a partir de entonces se recortó el número de platos para que no fuera tan obvio que las mujeres podían ganar", declara.
La vista puesta en la medalla individual olímpica
El machismo no es lo único que ha sufrido la deportista. A pesar de decir que el logro del que más orgullosa está fue el subcampeonato del mundo en 2014, fue precisamente el peor momento de su carrera. "Aunque estuve con mi padre, sufrí una serie de complicaciones en la federación con un antiguo entrenador que me hizo la vida imposible", cuenta sin entrar en detalles, un asunto que acabó por sacarle del equipo durante un tiempo. "El mejor momento fue en 2015 cuando, a pesar de que tenía muchas complicaciones con el mismo tema y me echaron del equipo, pude demostrar una vez más que era la mejor para representar a España en un mundial ganándolo ese año".
Tras romper tantas barreras y, por supuesto, ganar tantas medallas, poco le queda por conseguir a la cordobesa. "Mi único sueño que me queda por cumplir es conseguir una medalla individual en los Juegos, puede ser París, Los Ángeles o los siguientes, como esto es un deporte longevo, no lo sé".
Por esto, Gálvez puede disfrutar de su deporte por muchos años. A sus 37 no piensa en su retirada, pero tiene la vista puesta en su otro oficio apartado por el tiro, la enfermería, a la que seguramente recurra porque vivir del tiro es de lo más complicado. "Siendo un deporte desconocido para las marcas, dependemos de las ayudas del CSD sobre todo, pero poca cosa".
Además, practicar este deporte no es algo precisamente barato. "Adquirir el material puede ser caro, hay armas que valen desde los 500 euros hasta los 30.000 euros, munición desde 50 euros 250 tiros y 9 euros la serie de entrenamiento", explica. Por esto, el tiro no es apto para todos los bolsillos, ni para quienes buscan un gran reconocimiento o dinero, tan solo para los más enamorados de este deporte, como Fátima Gálvez.