ATLETISMO PARALÍMPICO

Cinco años desde que Marieke Vervoort se aplicó la eutanasia: "Desde fuera es muy fácil juzgar"

La atleta belga, campeona paralímpica en Londres 2012, se convirtió en abanderada de la muerte digna en Río 2016.

Marieke Vervoort celebra su oro paralímpico en Londres 2012. /GETTY
Marieke Vervoort celebra su oro paralímpico en Londres 2012. GETTY
Andrea Robles

Andrea Robles

Mientras en los cines se proyecta la última película de Almodóvar, La habitación de al lado, que trata sobre la eutanasia, hoy se cumplen cinco años del día en que la tetramedallista, Marieke Vervoort, terminó con su vida gracias a que en Bélgica esta práctica es legal. Un caso que consternó al mundo paralímpico, pero que sin duda ayudó a visibilizar la muerte digna.

Semanas antes de Río 2016, Vervoort (Diest, 1979) anunció que había recibido la vía libre para la eutanasia en 2008, un salvoconducto para cuando no pudiera aguantar más las consecuencias de la tetraplejia progresiva que padecía desde los 14 años y que cada día iba a mayores. Y lo hizo dos años después de proclamarse campeona del mundo de triatlón y tras darse cuenta de que no podría participar por segundo año consecutivo en el duro y famoso Ironman de Hawái.

"Yo no lo veo como un asesinato, sino que me da paz. No quiero vivir como una planta y como tengo los papeles desde 2008 sé que cuando tenga demasiado dolor podré decir que ya es suficiente, ahora quiero morir. Estos papeles me dan paz y me han permitido volver a vivir de nuevo", decía por aquel entonces en una entrevista en El País.

Con esa tranquilidad afrontó sus mejores años deportivos. En 2012 cambió el triatlón por el atletismo y en los Juegos de Londres se proclamó campeona en los 100 metros (categoría T52, atletismo en silla de ruedas con movimiento limitado de piernas y tronco). Además, subió al segundo escalón del podio en los 400 metros.

Marieke Vervoort celebra su oro en Londres 2012.  GETTY
Marieke Vervoort celebra su oro en Londres 2012. GETTY

En 2015 conquistó los títulos mundiales en los 100, 200 y 400 metros, y un año después, en Río 2016, poco después de comunicar que cuando su estado empeorase recurriría a la eutanasia, logró la plata en 400 metros y el bronce en los 100. Y allí, en una rueda de prensa, se convirtió en la mayor abanderada del movimiento que defiende el derecho a morir dignamente con un mensaje que dio la vuelta al mundo.

"Sí, son mis últimos Juegos, tengo una enfermedad progresiva y he firmado mis papeles para la eutanasia en 2008 porque es muy duro sobrellevar y sufrir esta enfermedad. Espero que todos los países entiendan que la eutanasia no significa asesinato, sino que da sensación de paz a la gente. Si no tuviera esos papeles me habría suicidado ya, porque es muy duro vivir con tanto dolor, sufriendo con incertidumbre, y cada año va más a más, y así que estoy agradecida por tener esos papeles y sigo viva y sigo disfrutando cada momento de mi vida. Mi vista es mala, sólo veo el 20%, tengo muchos ataques epilépticos. ¿Qué será lo siguiente? Estoy asustada, pero esos papeles me dan tranquilidad mental, porque sé, que cuando sea suficiente para mí, los tengo".

En aquellos Juegos no se hablaba de otra cosa, ni en los medios, ni en la Villa Paralímpica, donde estaba la nadadora Teresa Perales: "Cuando lo vi en los medios de comunicación se me ponían los pelos de punta y se me encogía el corazón, la verdad. Porque, claro, que nada más competir, habiendo ganado, diga 'no, pero es que mi siguiente meta es morir dignamente'. A cualquiera nos cuesta entender esa situación, hasta qué punto puede llegar a ser tan sumamente dolorosa como para tomar una decisión que no tiene vuelta atrás, ¿sabes? ¡Uf!". A la mayor medallista paralímpica de España todavía se le eriza la piel con aquel recuerdo. "Me provocó dilema interno, dilema moral. Yo tengo dolor todos los días y es duro, a veces es muy, muy, muy duro, y nunca he pensado en algo así. Pero también es verdad que si me hubiera visto en su situación… no sé".

Aquellos fueron los primeros Juegos Paralímpicos de Luis Munilla, periodista de COPE. "Me entusiasmó el tema desde el primer momento. Me puse como objetivo poder hablar con ella, aunque fuera mínimamente. La perseguí durante días, estaba todo el mundo encima de ella y era difícil, pero después de una de sus medallas pude acercarme y fue tremendamente emocionante".

Deportistas, periodistas y público se volcaron con la belga en la cita brasileña. "Era superemocionante verle ganar medallas, todo el mundo estaba pendiente de ella, la grada la ovacionaba…", rememora el periodista.

Luis Munilla entrevista a Marieke Vervoort en Río 2016.  CEDIDA
Luis Munilla entrevista a Marieke Vervoort en Río 2016. CEDIDA

Algunos medios belgas apuntaban a que Wielemie, como la llamaban, dejaría este mundo tras los Juegos de Río. Ya había defendido sus argumentos: vivía paralizada del pecho hacia abajo, con una visión muy reducida y convivía con unos dolores inhumanos.

"La gente me ve riendo, ven mi cara buena, compitiendo y ganando y con buenos resultados, pero no me ven cuando estoy con dolor porque me quedo en casa aguantando ese dolor. ¿Conoces a alguna otra atleta que llegue a lo más alto usando inyecciones de morfina y Valium?", comentó en aquella entrevista a ElPaís.

Ese contraste entre la alegría que algunos los deportistas muestran mientras compiten y el dolor que ocultan cuando no lo hacen, también lo comenta Teresa Perales. "Desde fuera es muy fácil juzgar, pero hay que ponerse en la piel de todo el mundo. Nos dio una lección a la que merece la pena que prestemos atención, de que las apariencias engañan para bien y para mal. Tú me ves aquí y piensas 'guau, estás fenomenal'. Sí, pero luego lo que llevo por dentro, lo llevo por dentro y lo llevo para mí". 

Munilla, con tres Juegos Paralímpicos a sus espaldas, echa la vista atrás a esa conversación en Río que inmortalizó en una foto: "Me llamó mucho la atención la determinación, la calma, la serenidad y el convencimiento con el que hablaba de lo que quería. Ella tenía absolutamente trazado su plan, cuando no pudiera aguantar más, quería dejar de vivir, lo tenía clarísimo y lo decía de esa forma, sonriendo permanentemente, que a mí me emocionaba".

Marieke Vervoort ganó una plata y un bronce en Río 2016.  REUTERS
Marieke Vervoort ganó una plata y un bronce en Río 2016. REUTERS

Pese a los rumores, la triatleta no se despidió hasta 2019. Antes, tras Río 2016, dejó el deporte, que había sido su mejor medicina, pero ya no le hacía efecto. De hecho, sus últimas preseas paralímpicas las logró después de recibir varios tratamientos médicos horas antes. Era el momento de centrarse en sus familiares y amigos y de cumplir sus sueños. Viajes soñados, un libro (Marieke Vervoort, el otro lado de la medalla), paracaidismo, puenting, un documental (Marieke: Adicta a la vida)... En el momento más cercano a la muerte exprimió al máximo la vida. Su último capricho fue dar una vuelta al circuito de Zolder subida en un Lamborghini Huracan Evolution. "Pude cumplir muchos sueños. Este es el último", declaró.

El 22 de octubre de 2019 Marieke Venvoort puso fin a su increíble vida. Una vida plagada de dolor y gloria que ella mismo gestionó hasta el último suspiro. Tenía 40 años. En su pueblo se celebró en su honor un funeral con 250 personas, música en directo y discursos para celebrar la vida. Pidió que sus cenizas se esparcieran por Lanzarote, su isla favorita.

"Cuando falleció me pegó un pellizquito en el corazón y me acordé de aquel día que estaba cara a cara con ella, pero bueno, en el fondo sonreí recordando aquello", confiesa Munilla.

La manera de Marieke de aceptar la muerte ayudó a combatir los prejuicios que existen sobre un tema tan controvertido como es la buena ('eu') muerte ('thanos'). Ese es su legado, una herencia mayor a la de cuatro medallas paralímpicas y cuatro récords del mundo que logró durante su gran carrera deportiva.

En Bélgica, desde 2002, la eutanasia es legal para quienes tienen un pronóstico de enfermedad irreversible. En aquel momento en el que Marieke aplicó la ley, solo cinco países permitían esta práctica que permite poner fin al sufrimiento. En España, la luchada Ley de la Eutanasia se convirtió en una realidad en 2021. Ejemplos como el de Vervoort han ayudado a que las personas que padecen un sufrimiento como el suyo se despidan tranquilas después de haber vivido la mejor de sus vidas.