Almudena Cid: "Aún no sostengo que por un photocall cobre casi la mitad que por un año de dolor en la gimnasia"
La ex gimnasta reflexiona en 'El Vestuario' sobre lo que le ha costado dar un giro de 180º en su vida desde que dejó la alta competición.

Es curiosa la expresión 'síndrome del impostor'. Tiene una carga de significado importante, pero su impacto se ha ido diluyendo en los últimos años por ser repetida hasta la saciedad en conferencias de 'coaching', o en podcasts vacíos de contenido. Escuchársela a Almudena Cid es, sin embargo, distinto. Tras la sonrisa y la expresividad de la exgimnasta olímpica española hay una persona que estuvo muchos años luchando por dejar atrás una rutina espartana que la llevó desde niña a la élite, así como por no sentirse culpable por ganar dinero en una acción de marketing, en una presentación para una marca o en un papel de una serie. Ahora tiene claro que su vida es la interpretación, pero escuchándola y leyéndola uno se da cuenta de que aún quedan coletazos que retumban desde el pasado. Desde luego Almudena se ha encargado de dejarlo claro con Quique Peinado en una nueva entrega de 'El Vestuario' de Relevo donde, además de explayarse sobre cómo es la cruda realidad de una gimnasta de élite adolescente, también se ha atrevido a contar cómo sufre los vaivenes de su vida personal a través de titulares desdibujados en Internet.
Puedes ver aquí la entrevista completa de Quique Peinado a Almudena Cid en 'El Vestuario'
Si yo te pregunto a día de hoy, qué eres, ¿qué me contestas?
Actriz.
A pesar de las 200.000 cosas más que has hecho, de escribir, de todo lo demás, actriz
Sí, sí, sí. Me ha costado tener esta respuesta inmediata. Mucho tiempo, muchos años.
¿Y cómo es ese proceso? Me refiero a una ex deportista que se queda en un limbo hasta llegar a ser actriz
Primero es una travesía porque, cuando dejas conscientemente eso que amas, donde te has sentido más competente, donde sientes que tienes una valía, es el momento más agridulce de mi vida, es como que pierdes tu identidad. Empieza a cambiar todo, no tienes una entrenadora que te guíe ni una protección, que vienen a ser médicos, fisios, psicólogos. De repente te ves abandonada. Luego, con el paso del tiempo, te vas dando cuenta de que tu identidad de gimnasta sigue estando, porque tu forma de actuar en la vida se mide a través de cómo la has visto dentro del deporte, y haces un traslado súper inmediato. Es una travesía dura, muy solitaria, a veces se antoja imposible, pero finalmente creo que empiezan a relucir y a salir todos esos valores adquiridos de supervivencia.
¿Y de qué te han servido en el día a día esos valores de supervivencia?
Pues mira, desde lo más básico y aparentemente insignificante como ser una persona puntual, la tolerancia a la frustración y la paciencia ante determinados momentos y situaciones. Por ejemplo, yo sin saberlo, conceptos como el constante movimiento, el no parar, está dentro del deportista. Tú tienes una lesión, tú tienes un pie incapacitado, pero sabes que puedes trabajar el tren superior y hacer muchas otras cosas que no paren tu rendimiento totalmente. Entonces me pasan cosas en mi día del tipo: "No puedo hacer esto, pero sí puedo hacer esto otro" y es entonces es cuando creo que está actuando la Almu gimnasta. Luego, por ejemplo, está la amplitud de campo visual, que además está muy asociado a las mazas de la rítmica porque las lanzamos y, si se desvían, si miras una pierdes la otra. Esa cosa de mirar de forma periférica, cuando tienes un problema, dices: "Espérate, voy a darle un poquito de distancia, voy a ponerle amplitud a esto". Son mecanismos que tú, cuando estás en el deporte, los tienes como muy a la mano, porque los tienes que hacer para seguir adelante, para tu objetivo, y sin querer en tu vida también los trasladas.
Yo he metido tu nombre en Google antes de la entrevista para ver lo último que habías hecho y claro, con todas las cosas que he visto de tu vida privada, yo decía: «Dios mío de mi vida». ¿Te ha servido ser deportista o la presión que tú llevas sufriendo desde niña para soportarlo? Es que, con según qué titulares, estaba diciendo, «Dios mío»
Es que además no me puedo despegar de eso, porque con algunos parece que es algo que hablo yo y no es así, yo actúo en mi vida y los clickbaits estos son flipantes. Al principio te desesperas porque no es lo que tú estás construyendo, no te identificas con lo que estás viendo que el periodista escribe. Lo vives con mucha frustración, pero también te digo que aprendes, como en el deporte, a poner esa distancia, a centrarte en tu trabajo, en lo que me toca hoy, en lo que puedo hacer hoy. Fíjate que esta abstracción, sin querer también, la estoy viviendo con este tema de mi vida personal, entonces intento que no se inmiscuya en mi proceso de continuar y avanzar en la vida, como era también en el deporte, cuando veía que iba a una competición y me llevaban fuera de concurso, o me hacían competir con una ciática, o me ponían esas trabas que eran muy heavys, pero entonces yo cogía y decía: "Lo bueno que tengo es que siempre puedo volver el lunes a mi gimnasio, a mi entorno, a mi contexto. Puedo controlar esto". Yo no puedo controlar al periodista, no puedo aceptar esa crueldad, pero sí puedo intentar poner una especie de barrera, porque el problema de todo esto es cuando desvirtúa tu vida.
Pero podríamos decir que tu mundo era la gimnasia y ahora en cambio es un todo incontrolable, tuviste que coger tus cosas del pasado y dejarlas en tu vida de postdeportista
En ese sentido lo que más me sigue costando es la vida del autónomo, porque cuando paras no sabes si vas a tener algo después. Como deportista también, porque tus resultados de este año marcan si tienes una beca el año siguiente, pero no era consciente de ello de esa manera. Entonces a veces me ataca este sentimiento de pensar que me encantaría tener a alguien que me dirija, que me lleve, que me diga qué línea de trabajo vamos a llevar, hacia dónde estoy yendo, qué podemos modificar, un equipo de trabajo que no tengo porque me hago yo de todo, yo soy todo, la que piensa en mi imagen, la que piensa en qué puedo hacer, en dónde puedo sentirme competente, qué tengo que dejar de hacer porque no me está haciendo bien... es agotador. De alguna forma, como deportista también tenía que tener esta autogestión, aunque podía delegar y confiar en otros y creo que esta es la parte que más echo de menos.
Y aparte de lo que has comentado, ¿qué más te ha quedado?
Pues miras para atrás y es que ni siquiera hemos cotizado en la seguridad social, no tenemos vida laboral, te sacan de tu casa de los 14 años a los 28 y no has cotizado. En mi caso mi madre me dijo en el 2005: "Almu, cotiza en la Seguridad Social como autónoma, porque tú como alargues, alargues, tú no has trabajado, y esto es lo que también creo que hay que poner en la mesa, que el deportista que es y se dedica en cuerpo y alma e inspira y es referente, no influencer, es referencer, de los jóvenes para que no estén en la calle y adquieran unos valores para la convivencia, para la autogestión, para el autoconocimiento, todo esto lo provocamos los deportistas bien saliendo una vez cada cuatro años o siendo el referente de ese deporte para muchos niños, 15 años después siguen niñas y niños apuntándose a este deporte porque me siguen teniendo como referente, entonces esto es una repercusión social que hacemos los deportistas en la sociedad, y es más, Quique, te voy a decir una cosa muy fuerte, un tipo o una tipa en la cárcel cotiza, el deportista no, y ahora sí que se está involucrando al deportista para que cotice, se pague como quien dice sus autónomos y luego se le devuelva, pero claro, aquel que tiene una beca de 500 euros... Entonces no tienes para nada, esto es muy difícil, entonces hay que facilitarle al deportista, porque hay deportistas que en ese momento estás en activo, bastante tienes con entrenar un montón, que tus 500 euros se vayan para la cotización, o sea, que debería ser, pero no debería ser una opción del deportista, debería ser por ley, debería estar implantado.
Tú eras gimnasta. Eras, tu ser iba indisolublemente ligado a la gimnasia, hasta que consigues ser otra cosa, tiene que ser un poco complicado eso
Sí, creo que esto es lo que atravesamos todos los deportistas. Algunos de una forma más traumática y otros menos traumática. Pero incluso a mí me ha costado, ahora ya lo digo con bastante contundencia, que soy actriz, porque ya tengo trabajos que me avalan. Pero es un ejercicio que tengo que hacer porque sigo teniendo la identidad de gimnasta. O sea, yo como me siento en mi casa, es la de la gimnasta. Cómo me muevo en mi vida es la de la gimnasta. Cómo mido las distancias es la de la gimnasta. Las cintas son seis metros, más o menos hasta ahí. O sea, el peso de las cosas, o sea, va intrínseco en ti y la manera de reflexionar y de actuar. Entonces, aceptar otra identidad es lo que a mí me ha costado. Y yo creía que quitaba una identidad para que empezara a ser otra. Y ahora ya me he dado cuenta de que pueden ir paralelamente. Pero eso es un proceso muy difícil porque yo nunca voy a volver a sentirme creo que tan competente como me sentí en la gimnasia. Yo creo que nunca voy a vivir emociones tan heavy como las que viví en la gimnasia. Entonces tienes que aceptar una nueva identidad con una forma nueva de vida y con una nueva manera de sentir y vivir las cosas. Ahora el teatro me da algo muy parecido, porque al final preparo algo entre bambalinas y lo saco al público. Entonces he buscado profesiones donde me permitan hacer eso porque es lo que me da la vida.
Y eso no es un poco peligroso porque dependes un poco de que la gente compre entradas, de la gente quiera ir, de la gente te quiera ver
Sí y no, porque también me encanta hacer tortillas de patata. O sea, me gusta que venga gente a mi casa y preparar tortillas. Y de hecho hago retransmisiones. Me gusta hablar del deporte desde otro lugar. Me aventuré a escribir mi vida, pero no miro las liquidaciones. Luego llegan y dicen que viene este dinerito.
Además todo te ha ido muy bien. Pero las cosas que has hecho te han ido muy bien, esa es la realidad
Pero que creo que ha sido por una búsqueda, porque he estado en una búsqueda y explorando un camino, no buscando un fin. Y entonces de repente me ha abierto en la búsqueda de "voy a probar". He abierto ventanas que de repente me han dado salida. De repente me he visto presentando galas, de repente me he visto comentando con Paloma del Río cuando yo no sabía que tenía esa capacidad comunicativa y me la descubre esta mujer a la que admiro. Y sigo pensando que yo no tengo esa capacidad porque tengo un síndrome del impostor tremendo. Yo cuando he ido a algún photocall y me he puesto ahí a posar, saber que voy a cobrar en ese momento casi la mitad o un cuarto, dependiendo de la publicidad que sea, del dolor que me ha supuesto a mí un año entero o medio año de mi gimnasia, no lo sostengo. O ver a mi padre poniendo ventanas de aluminio, es que no lo sostengo. Entonces mucha gente me dice: "Almu, esto es fruto de lo que has provocado, invertido". Y digo: "Pues creo que no, porque muchos gimnastas han hecho este esfuerzo". Vale, igual tengo otra capacidad de expresar, de comunicar, de abrirme, de hacer y he provocado otras cosas, pero el esfuerzo, la dedicación, los llantos, mis compañeras de litera, el después... tengo que hacer un trabajo cada vez que digo: "Joe, es agotador".
Hay ahora una persona que está muy de actualidad, que es Ricky Rubio, que con 30 y tantos años ha terminado en un día en el que se le hizo el mundo oscuro y reventó. No sé si has reflexionado sobre su vida, pero ¿tú crees que es sostenible ser profesional con 14 años y con 33 años seguir dedicando al deporte profesional con todas las cosas que te pasan en la vida, con todas las cosas que te suceden? Él estando fuera de casa también desde muy pequeño.
Bueno, no es comparable porque yo me retiré, yo llegué al equipo nacional ya convocada desde los 12 hasta los 28, él todavía ha estado muchos años más, pero sí puedo entender el punto de inflexión, eso de decir: "Con esto no puedo". A mí me pasó en el año 2004-2003 que tuve un ataque de ansiedad, porque yo tenía ansiedad pero no sabía lo que era, yo notaba una presión en el pecho que no sabía ni decir qué me estaba pasando algo porque te cuesta, quieres seguir para adelante con tu carrera y algo te está parando, me salió un herpes enorme, el cuerpo me estaba dando unos avisos que era como para escucharlos, pero es verdad que me acuerdo que cuando me dijo la doctora "Te voy a dar ansiolíticos", le dije que ni de coña, que a mí esto se me pasa ahora mismo y no me digas cómo. Las consecuencias vinieron después, cuando me retiré. Igual Ricky Rubio lo está viviendo estando en activo y va a poder hacer un cierre consciente y quizás a la altura de lo que él quiere que sea su cierre; yo hice el cierre deseado y me encontré el marrón después.
Porque ibas tapando todo eso, ¿no? Ibas en plan: «El final está ahí, a ver si llego, a ver si llego y ya está.
Y me acuerdo cuando me retiré que yo lloraba todos los días, lloraba todos los días y le dije a mi entrenadora: "Necesito volver allí, necesito volver", y me senté al lado de mi entrenadora, detrás de la línea roja del tapiz, a mirar el tapiz y a aceptar que esa vida había terminado, que eso ya no me pertenecía y fue súper duro, no es el aceptar que ya no voy a moverme, porque el cuerpo me lo pedía, era un descanso, yo flotaba por la vía olímpica cuando acabé en Pekín, pero pierdes todo, tu día, tu rutina, tu sala, el olor, el olor a fresco y el olor a sudado del después. El trabajo bien hecho, la ducha del placer del después del día de trabajo... Pierdes muchas cosas.
Tú si tuvieras una hija, una sobrina, un amigo te consulta, lo que sea, y te dice: «Mi niña se quiere dedicar a competir», ¿tú qué consejo le darías?
Yo le dejaría hacer lo que quiere. Lo siento. Sí, sí, pero escucha, después de todo lo vivido, hay muchos valores que por eso es tan importante el deporte en la sociedad y por eso somos tan importantes estos referentes que somos para la sociedad, porque al final el deporte te obliga a adquirir ciertos matices en tu día a día.
Pero una cosa es el deporte y otra cosa es la alta competición.
Sí, la alta competición no es sana, te lo firmo, pero yo no le voy a poder decir a mi hija o a mi hijo si quiere hacer eso decirle que no, porque yo agradecí que mis padres no cuestionaran mi decisión y si hay algo valoro de mis padres es que siempre me escucharon y que siempre estuvieron y si no hubiera sido les hubiera recriminado eso toda mi vida.