TELEVISIÓN

El camino del primo de Zumosol que fue estrella del fitness, gogó y ahora vende pisos: "Crecí 33 centímetros en tres años gracias a la gimnasia sueca"

Sergio Medialdea pasó de sufrir bullying a ser el protector con un anuncio que aún le recuerdan. "Con la fama te puedes perder rápido", cuenta a Relevo.

Sergio Medialdea, más conocido como el primo de Zumosol, posando para Relevo./
Sergio Medialdea, más conocido como el primo de Zumosol, posando para Relevo.
Alberto Martínez

Alberto Martínez

Si usted nació antes de 1990, seguramente se acordará de él. Ni la fotografía ni el nombre, Sergio Medialdea, le segurirán nada, pero detrás de este cincuentón de Gavà que ahora vende pisos en una inmobiliaria de Badalona, que es de su propiedad, se esconde el verdadero primo de Zumosol. Un anuncio que marcó generaciones por una brillante idea de márketing de una empresa que ahora se ha extinguido, pero que en aquel momento fue líder en su sector de venta de zumos. ¿Quién no ha bebido uno?

Medialdea, cuya imagen se expone en la inmobiliaria VIP, la líder en Badalona, recibe a Relevo para hablar de su vida, también ligada al deporte. Creció 33 centímetros gracias a la gimnasia sueca, sufrió bullying en el colegio y llegó a ser cuarto de España de fitness. Otros tiempos antes de convertirse en mero espectador, fan de Rafa Nadal y Marc Márquez, azafato de Crónicas Marcianas, gogó, camarero, modelo... Y ahora vendedor de pisos. Y un lema claro: "La televisión no es lo que parece".

¿Todavía le reconocen por la calle?

Muchos me dicen que les suena mi cara. Hice una entrevista con Carlos Sobera hace no demasiado tiempo y hay clientes que me reconocen, que les hace gracia que el primo de Zumosol les venda el piso. A raíz de eso me llamó el niño pequeño del anuncio. Creo que vive en Madrid. Todo eso sucedió porque Zumosol cerró. Pero no es como antes. La gente se hacía fotografías conmigo y me reconocía por la calle. Hace ocho meses fui a un restaurante con unos modelos de Estados Unidos y les expliqué lo del anuncio famoso. Era la primera vez que iba a ese restaurante. Les dije que toda la gente mayor de 35 se acuerda del anuncio. Y a un camarero de unos 50 años le pregunto si sabía quién era el primo de Zumosol y me contesta: tú. Y se quedaron alucinados. Uno vive momentos divertidos.

¿Cómo eras antes del anuncio, cómo fue tu infancia?

Tuve una experiencia traumática por el bullying de los 14 a los 17 años. Era bajito, tenía gafas de culo de vaso y el pelo como el de la película Dos tontos muy tontos. Era la diana de los acosadores. Lo pasé bastante mal. Llegar a ser el personaje en España que era el defensor del bullying fue mágico, algo del universo. Me sentí orgulloso de reencarnar a ese personaje. El deporte me ayudó.

¿En qué sentido?

Iba al gimnasio y jugaba a fútbol. Cuando tenía 14 años medía 1,46m. Leí en una revista que la gimnasia sueca, basada en estiramientos, me podía ayudar a crecer... y empecé a colgarme de las espalderas. Me tiraba horas. En tres años crecí 33 centímetros. Los médicos me dijeron que eso no era normal. Quizás fue casualidad. Quería hacer pesas, pero eso frena el crecimiento, así que yo me colgaba como un chorizo en las espalderas...

¿Y qué tipo de bullying recibías en aquella época?

Iba al instituto y me daban collejas o me quitaban dinero para fumar. Tenía que entrar a las 8:00 a clase y cuando llegaba y veía a los acosadores, me iba. Y cuando entraban todos, entonces ya estaba tranquilo y llegaba tarde o a segunda hora. Luego te cogían en el patio, te insultaban, te humillaban... Por tener la pinta que tenía me llamaban óxido de hierro, que la fórmula química es FeO. ¡Hasta dónde llega la gente! Luego me puse tupé, crecí, se me afiló la cara... Y en el deporte era bueno, era atlético, y eso caló y todos querían que estuviera a su lado en los partidos de fútbol o de básquet.

¿Y te llegaste a plantear ser profesional en alguno?

No a ese nivel. También practiqué balonmano. Había un profesor de educación física que jugaba en un equipo importante. Vengo de una familia humilde y acabé en el colegio más top de Catalunya. Mi madre trabajaba en el comedor del Sant Paul's School. Los alumnos pagaban 100.000 pesestas y yo 8.000. Luego ya en el instituto empiezo con el bullying. Ganaba carreras de atletismo, jugaba a balonmano... En 1995 me presento en el campeonato de España de fitnees y acabo tercero de Catalunya y cuarto de España. Me ayudó a despejarme en aquella época.

Sin su madre no hubiera tenido una educación así. Entiendo que iba con la crème de la crème de Barcelona...

Sin mi madre hubiera sido imposible. Iba con el hijo de Montserrat Caballé, creo que también el de Sito Pons. Había gente de muchísimo dinero.

¿Y fue ahí cuando cultivó la curiosidad de salir en anuncios de televisión?

Fue de casualidad. Tenía un amigo en Gavà que estaba en una agencia de publicidad y me dijo que fuera a hacer unas fotografías. Ese fue el comienzo, pero es un mundo duro. Pierdes mucho tiempo, no paras de ir a cástings y siempre te dicen que no das el perfil. En el de Zumosol éramos 200 y me cogieron a mí. Me puse orgulloso y contento. Todos decían lo de 'a que se lo digo a mi primo'. Y mis primos pequeños estaban entusiasmados.

¿Dónde fue ese cásting?

En Barcelona. Fue normal: dabas tu nombre, explicabas tu perfil y tenías que contar una anécdota divertida. Y le conté una experiencia que tuve con la moto. Tenía 20 años.

¿Qué historia les impresionó?

Fue más la forma que la historia, aunque fue surrealista. Era invierno y llevaba gafas de sol pero me entraba al aire a los ojos. Llevaba un casco abierto. Era de noche y hacía frío. Y no se me ocurrió otra cosa que ponerme unas gafas de buzo para que no me entrara aire. Empiezo a bajar desde Platja d'Aro, estaba resfriado y se me empiezan a empañar los cristales. Iba conduciendo con una mano. Tiraba aire por la nariz, me salían los mocos... Te puedes imaginar cómo me quedé, los del peaje alucinaron. Y esa moto tenía un retrovisor pequeño que se iba moviendo. Bajando por la autopista noto cómo se me mete algo por la manga de la chaqueta hasta el sobaco. Creía que era un pájaro, pero cuando llegue a casa veo que se me había metido el retrovisor... Conté eso y vieron que lo hice bien y me escogieron.

¿Sentiste agobio por la fama?

No hubo abogio. Era un personaje simpático, era una superhéroe. No tuve ningún momento de agobio o de que alguien me ofendiera, se lo tomaban muy bien.

Continuaste en ese mundo más tiempo... ¿Cómo era para ti?

A parte de ser duro, es que la gente no sabe lo que es la televisión. Crees que sales ahí, ganas dinero y ya está. No. La competencia es brutal, no se gana tanto dinero a no ser que seas un presentador top. Tienes que vender tu intimidad, y eso no me gustaba. Y luego, hoy te cogen y mañana no. Y además no puedes tener otro trabajo porque si fallas, ya no te llaman. Al final descubrí el sector inmobiliario y si lo llego a saber lo que es este mundo, me dedico con 25 años y no con 48. Eso sí, aquella época fue brutal. Como en Crónicas Marcianas: estaba allí de azafato, me disfrazaba con Mariano Mariano, con Galindo... Fue una época muy buena.

¿Y se arrepiente de algo a toro pasado?

Mirando en cómo soy ahora, me digo cómo podía ser tan tonto de que lo más importante para mí era salir en la portada de una revista. Ahora lo pienso y digo, cómo podía ser así. O cuando empezaba a no gustarme a mí mismo, me decían que tenía muchas venas. Mi genética es definidia. Iba a hacer un càsting de calzoncillos y me decían que no porque tenía muchas venas. Tenía que intentar que desaparecieran. Ahora ves a Lobezno... Obsesionarse con el físico... No hay que tomarse en serio todo lo que te dicen.

¿Y cómo eran las noches en aquellos 90?

Estuve muchos años trabajando de noche e hice de personal seguridad, de gogó y de camarero. Y ves drogas, claro. A mí nunca me llamó la atención. Me pasó una vez una cosa. Trabajaba en un bar de gogó y entro en el office y veo que hay yeso en la parte alta del congelador. Unas rayas. Lo quité de la parte de arriba. Y cuando lo hago entra un tío, me ve y se va... Y entonces ahí pensé que era cocaína y que él pensaba que me la había metido yo. Pero cuando uno es joven, tiene dinero y se abraza a la fama te puedes perder muy rápido. He visto gente que se ha perdido, es una lástima, pero al final cada uno escoge el camino...

Y saliste de todo eso...

Luego me dio por escribir libros. Escribí uno que se llama El misterio de los elefantes. Fue la novela autoeditada más vendida de España. Y luego otro sobre Reescribir la historia. Es de crecimiento personal, enseñar otra manera de ver la vida. De frases, como a veces cuando buscamos lo que queremos el universo nos brinda lo que necesitamos y si elegimos lo que necesitamos frente a lo que queremos lo tendremos todo porque no es más rico el que más tiene sino el que menos necesita. Luego hablo del deseo, si lo sigues siempre acabas mal. Le ha gustado a mucha gente y le ha ayudado. Estoy contento de que la gente lo lea, a veces tú eres tú yo creado y manipulado y no tu verdadero yo. A veces en la vida queremos hacer de nuestra vida lo que queremos que sea, y si en lugar de eso seamos nosotros cómo la vida quiere que seamos. Si es así, la vida te dará lo que mereces.

¿De qué equipo de fútbol es el primo de Zumosol?

Me gustaba más antes que ahora. En mi familia siempre hemos sido del Real Madrid. Cuando empecé a ver que el fútbol era más negocio que deporte... No soy fanático. Pueden dar un Clásico y yo estar viendo una película en Netflix. Cada uno vale lo que vende, sí, pero que haya jugadores que valgan millones de euros... Parecen Dioses. Hay un deportista que admiro que es Rafa Nadal. Desde mi opinión es tan competitivo que ha hecho todo por el éxito. Tenía dolor y tristeza y seguía entrenando, pero ser el número uno no lo es todo. Puedes disfrutar ganando dinero o haciendo cosas, pero si mi salud peligra y no puedo estar con mi familia... Hay que reflexionar. Y él ya ha demostrado que es el número uno en la pista y fuera. Sigo valorando que siga estando con la primera novia, por ejemplo.

Nadal es el primo de Zumosol...

Es admirable. Pero es tan competitivo que a veces es un peligro. También me gusta Marc Márquez. Conozco personalmente a Lorenzo, pero a Márquez lo veo sencillo, jovial... No se toma la competición tan en serio y gana.

¿Te apasiona vender pisos?

Quiero ayudar a la gente a poder vender pisos y comprar y el dinero es una consecuencia. En este mundo hay mucha desconfianza, mueve mucho dinero. Pero hicimos una cosa que las inmobiliarias nunca han hecho que es premiar al vendedor, le damos 500 euros al mes hasta cerrar la venta y encima no le cobramos honorarios. Muchos nos llaman locos, nos has fastidiado la gallina de los huevos de oro... Prefiero en un año vender 105 pisos y tener 105 personas que están contentas y te recomienden. Si te llevas 30.000 euros en un piso, ¿quién te va a recomendar? Revolucionamos el sector y somos unos honestos. Esto es como la política, no hay gente honesta.