ENTREVISTA | HERMINIO MENÉNDEZ

El héroe olímpico que cambió el deporte, fue agente de futbolistas y se jugó el corazón en el Sevilla: "Al presidente le quité hasta las tarjetas"

Herminio Menéndez repasa, (casi) jubilado, una vida deportiva y profesional que lo llevó de la gloria a sentarse en todas las mesas... y en todos los lados de la mesa.

Herminio Menéndez. /ARMANDO MÉNDEZ
Herminio Menéndez. ARMANDO MÉNDEZ
Mario Ornat

Mario Ornat

Si un día a Herminio Menéndez le entrasen ganas (o encontrase tiempo) de escribir una autobiografía bien podría titularla, a la inversa de la película de los hermanos Coen, El hombre que siempre estuvo allí. Pocas figuras han conjugado la primera persona en algunos de los más importantes capítulos del deporte español con la frecuencia y autoridad de este ex piragüista asturiano: olímpico en Múnich 72, Montreal 76, Moscú 80 y Los Ángeles 84; primer multi medallista español de la historia (dos platas y un bronce); campeón del mundo en 1975, plata en 1978, bronce seis veces más; tres veces ganador en el Descenso del Sella.

Como deportista construyó un palmarés legendario. Pero, a la manera de un Zelig de pala y corbata, Herminio Menéndez saltó de la exigencia de las competiciones a la complejidad de la gestión con una naturalidad poco común, como si se mimetizara con el entorno en los días en que el deporte español pasaba de oruga a crisálida. Después de ser campeón, los años mostraron sus innumerables capas de gestor, asesor, líder, estratega e intermediario. Habla con Relevo desde Candás, el pueblo que lo vio nacer y donde alimentó el anhelo de palear los ríos y ganar la bajada del Sella, su sueño de vida. El mismo lugar donde en 1980, cuando sus vecinos lo homenajearon a la vuelta de los Juegos de Moscú, dijo: "Lo único que quiero es que me recordéis como Herminio, El Candasín, porque es lo que sigo siendo".

Resulta curioso volver a leer ahora aquella frase a la vista de su trayectoria posterior. Y obliga a preguntar: ¿Qué hace ahora un hombre que ha hecho tantas cosas?

Me he jubilado y he dejado todo lo que tenía en diferentes fundaciones y organismos pero, como soy un culo inquieto, pues sigo haciendo mis cosillas por ahí para no aburrirme: tengo algunos negocios de exportación y eso me permite andar de viaje y mantenerme entretenido. O sea que estoy medio jubilado, en realidad.

Lo suyo ha sido hiperactividad polifacética nivel Dios, perdóneme.

Si lo mío fuera una guerra, habría capitaneado un barco, conducido un tanque y pilotado un avión (se ríe). La verdad es que mi vida ha sido una acumulación de retos en los que ni pensaba ni me imaginaba. Cuando empecé en el piragüismo pensaba en hacer un piragüismo pues eso, aquí con mi club, viajando y haciendo los ríos... Jamás pensé en ir a unos Juegos Olímpicos. Luego ya, cuando lo vi más cerca, sí me hacía ilusión, claro, pero ganar una medalla era algo que no pasaba por mi cabeza ni en el mejor de mis sueños.

Cuatro Juegos, dos platas y un bronce entre Montreal 76 y Moscú 80, un título mundial y ocho podios entre 1975 y 1982...

Hay que ponerse en el contexto de lo que era ese momento. El deporte español había permanecido aislado durante los 40 años de dictadura. Los técnicos, como supongo que ocurría en otros ámbitos, no tenían los conocimientos que habían alcanzado otros países: en sistemas, medios, medicina deportiva, nutrición, etc. Todo llegaba con cuentagotas. La dictadura no se había preocupado de las estructuras, ni las instalaciones, ni el sistema deportivo en España. Imagino que después de una guerra y una post guerra hay otras necesidades mucho más prioritarias, como alimentar al pueblo. El caso es que el deporte no tuvo el trato necesario, ni había medios ni instalaciones para competir a nivel mundial. Salvo raras excepciones, los Santana, Fernández Ochoa, Ángel Nieto... el resto no competíamos. En aquellos tiempos no había un deporte en el que un español entrenase seis o siete horas diarias. La estructura no existía. Y la posición del piragüismo español en el mundo en ese momento era la misma.

Herminio Menéndez.
Herminio Menéndez.

¿Y cómo fue posible una transformación tan radical y veloz?

Todo lo que me tocó vivir y lo que viví con mis compañeros eran cosas que ni nos imaginábamos. Para nosotros entrar en una final del campeonato del mundo era un éxito impresionante. Al principio sabíamos que éramos muy malos. Pero luego, poco a poco, nos dimos cuenta de que mejorábamos y mejorábamos... y cada año era un paso más. Eso fue lo que nos animó a seguir luchando de aquella manera y meternos en todo ese mundo de la alta competición que, entonces, no existía en España.

¿Fueron aquellos periodos de entrenamiento en Rumanía?

A Rumanía fuimos porque se hizo un intercambio. Ellos vinieron en invierno a entrenar aquí a Sevilla, aprovechando el clima, y en verano nosotros íbamos allí. Aquello nos abrió la puerta a los que llegábamos de un país que, como se suele decir, era tercermundista en ese aspecto. Nos empezaron a enseñar. Pero lo que no sabían era que en España no existía la alta competición, pero sí que había por detrás una estructura muy grande y una tradición muy grande de descenso de ríos, etc. Había una base. Y éramos como esponjas, avanzábamos muchísimo con cada cosa que nos iban mostrando: en la técnica, en los entrenamientos, en la alimentación... Fuimos pioneros en todo eso. Los rumanos se quedaron locos: llegamos allí en 1971, siendo últimos en ese Mundial; y en el 75, en Belgrado, éramos campeones del mundo. Pero no sólo eso, además hubo un nivel espectacular en todas las pruebas en las que competíamos.

¿Había que competir con todos los países del este y... con sus sistemas nacionales y lo que suponían?

Ya en los Juegos de Múnich, Celorrio y yo teníamos que haber sido finalistas en K2. Si los ingleses no nos llegan a hacer la jugarreta... Nosotros remábamos primero en el K2 y luego el K4. En el K2 nos clasificamos para la final y luego hicimos la otra prueba, en la que no entramos. Pero, cuando llegamos a la meta, nos dijeron que teníamos que repetir la prueba de K2 por la reclamación inglesa. Celorrio y yo nos quedamos estupefactos: veníamos muertos del K4, llevábamos ya dos regatas encima. Y eso nos impidió pelear por la medalla. Pero ahí nos dimos cuenta de que, siendo dos juveniles en nuestros primeros Juegos, ya podíamos competir con los mejores. Llevábamos un año con el sistema de trabajo y habíamos avanzado más que en los 50 anteriores del piragüismo español. Desde el 73 ya competíamos al más alto nivel, en México en el 74 lo mismo. Ganamos el campeonato del Mundo de 1975, que fue el sorpresón: la final de aquel mundial en K4 eran ocho países del este... y España. Con lo que eso suponía y todo lo que llevaban detrás los países del este. A partir de aquella medalla de oro en Belgrado, todo cambió.

"Mi vida ha sido una acumulación de retos en los que ni pensaba ni me imaginaba. En una guerra habría capitaneado un barco, conducido un tanque y pilotado un avión..."

Herminio Menéndez Ex piragüista olímpico

¿Había dopaje sistemático en los países del este? ¿Los éxitos habrían sido mayores sin ese factor por el medio?

Hoy en día se puede decir abiertamente que aquellos países practicaban un dopaje sistemático de sus deportistas. Una vez que cayó el Telón de Acero se descubrió todo el sistema, sobre todo en la República Democrática Alemana. Rusia ha seguido siendo más opaca y no se han abierto a reconocer lo que hacían. Pero en la Alemania oriental sí se reconocieron todas las barbaridades que llevaban a cabo con los deportistas a través de la medicina. Siempre he dicho que no competimos en igualdad de condiciones. Intuíamos que lo que estaban haciendo a nivel hormonal, etc. era muy raro. Yo no podía entrenar más horas. Y luego veías los cuerpos de esta gente y decías: Eso, ¿cómo puede ser? Siempre lo digo y lo digo tranquilamente: sin los países del este, habríamos conseguido un carro de medallas.

En cualquier caso, la progresión posterior ha sido formidable.

Esa base que teníamos ha servido para que, a lo largo de los años, aquel impulso que nosotros le dimos al deporte se haya multiplicado en cuanto a número de clubs, de practicantes, y que hayan salido los deportistas que han salido. La estructura actual del piragüismo español nos permite estar ahora mismo entre los tres países más importantes del mundo. Aquella década nuestra fue muy buena en cuanto a resultados, pero en realidad éramos una selección muy reducida, ganábamos unos pocos. Hoy día hay mucha gente detrás, hay una estructura formidable y los resultados son apabullantes. El piragüismo español está viviendo su época dorada.

Herminio Menéndez, abanderado en Moscú.
Herminio Menéndez, abanderado en Moscú.

¿Por qué lo dejó tan pronto, con sólo 30 años?

Los cuatro años entre Moscú y Los Ángeles fueron durísimos. Primero, me había casado, tenía una responsabilidad y pensaba que del piragüismo no vivía. Tenía que buscarme la vida. Pero dije: voy a seguir un ciclo más. Yo era muy joven, eh: ya había pensado retirarme con 26, después de Moscú. Pero seguí hasta Los Ángeles. Y todo lo que pasó allí fue terrible. Para mí eran, en teoría, los Juegos más fáciles. En teoría: los países del este no estaban, habíamos hecho varias carreras por Europa y habíamos quedado campeones en todas las regatas. O sea, yo no dudaba de que iba a tener dos medallas más. No sé si oro o qué, iba a por eso, pero bueno... Fue un desastre total y eso me hizo recapacitar, me retiré y empecé a buscarme la vida. En el 80 había dejado Ensidesa, ahí ya no pintaba nada: por las concentraciones y por el tiempo me había quedado atrás, mis compañeros eran ya todos peritos o ingenieros. No me veía trabajando en la siderurgia y lo dejé. Fui muy atrevido, pero... Así pasé a la vida profesional.

Su decepción en Los Ángeles por no poder competir en las mismas condiciones que el resto, ¿le marcó de alguna manera para intentar desde la gestión revertir esos problemas?

Te voy a contar una cosa que creo que nunca he contado. Cuando llegué al Consejo Superior de Deportes me encontré que era el jefe de la persona que había organizado todo aquello en Los Ángeles. La misma persona que me dijo que no podíamos alquilar un chalé cerca de la zona de competición, que no podíamos estar alojados al lado del lago en el que teníamos que disputar las pruebas, cuando nos estábamos jugando las medallas olímpicas y teníamos que hacer 200 kilómetros todos los días ¡en un autobús! Mientras el resto vivían ahí al lado. Pues ahí estaba. Él era un funcionario. Lógicamente el problema venía de más arriba: de no gastar dinero porque no había o por lo que fuera. Aquello fue una grandísima decepción y me llevó a retirarme: cogí la pala y dije hasta aquí hemos llegado.

"Al llegar al CSD me encontré que era el jefe de la misma persona que me había negado los medios para competir en Los Ángeles... Eran los Juegos más fáciles para mí, acabaron en desastre y me retiré con 30 años"

Herminio Menéndez Ex piragüista olímpico

Después de cuatro Juegos Olímpicos, Herminio Menéndez tuvo la oportunidad de trasladar su conocimiento del alto rendimiento al otro lado de la mesa y forjó una carrera en los despachos donde se dibujaba la arquitectura del deporte español. Empezó por el Grupo Covadonga y pasó por la dirección de Deportes del Principado de Asturias. Creó una Asociación de Deportistas Olímpicos. Salió para Madrid reclamado por Javier Gómez Navarro y ocupó cargos de responsabilidad en el Consejo Superior de Deportes y el Comité Olímpico Español.

Fue una figura clave en la organización de los Juegos de Barcelona 92, de cuyo comité formó parte. Participó en la puesta en marcha de la Ley del Deporte y estuvo en el grupo que impulsó la conversión de los clubes de fútbol en sociedades anónimas, un cambio integral en las estructuras y la gestión del fútbol español. Dirigió, claro, la Federación Española de Piragüismo. Y trabajó al más alto nivel para el Sporting y el Sevilla, en tiempos de aguas bravas. Por si todo eso no fuera suficiente, después se convirtió en agente de futbolistas. De su mano llegaron a España algunos de los mejores brasileños que han pisado los campos de la Liga. Se ha sentado en todas las mesas y en todos los lados de la mesa. Resulta imposible no sucumbir a la tentación de interrogar una mirada tan periférica.

Su primer destino como gestor deportivo fue el Grupo Covadonga.

Después de los Juegos de Montreal el director deportivo allí era Manolo Llanos, que después estaría en el Consejo Superior de Deportes conmigo y en el Comité Olímpico Español. Me hizo una oferta para ir al Grupo Covadonga no sólo como piragüista, sino como entrenador, que yo ya era entrenador, para impulsar la sección en el club. Y cuando Manolo Llanos se fue al Principado de Asturias como Director General de Deportes, a mí me ofrecieron el puesto de director deportivo en el Grupo Covadonga. Ahí empecé. Afortunadamente, siempre vinculado al deporte.

Herminio Menéndez habla de la evolución del deporte español desde Barcelona y sus necesidades.

Desde aquellos días, la transformación de Barcelona 92 y las décadas posteriores, ¿cómo ve al deporte español? ¿No ha habido el crecimiento esperado? ¿Se desaprovechó el impulso del 92? ¿Se ha estancado el deporte español? Conteste en el orden que prefiera...

En Barcelona tratamos de que aquel esfuerzo no fuera cosa de un momento y que luego, como suele pasar en este país, se desinflara todo. Nuestra preocupación era dejar en el Consejo Superior de Deportes una estructura firme. Que si venía luego un partido de derechas o de izquierdas o lo que fuera, no diéramos bandazos. Que se siguiera una línea, dentro de que siempre hay ciertos cambios. Eso fue lo que pasaba siempre en España: que cambiaba el Delegado Nacional de Deporte y sólo se preocupaba de inventar frases y hacer campañas: "Deporte para todos..." o lo que fuera. Pero no bajaban al barro, a analizar la problemática real del deporte en este país. ¿Está estancado ahora? Hombre, yo creo que la mayoría de deportes en la alta competición siguen teniendo poco recorrido. Si nos comparamos con países de nuestro entorno, pues vemos que Portugal invierte más dinero que nosotros en la alta competición, por ejemplo. Pero, a pesar de todo, y con los recursos que ponemos, tenemos unos éxitos muy por encima de esos recursos. Con lo cual, a nada que aunemos esfuerzo y aportemos algo más, España puede avanzar mucho. Lo hemos visto con la mujer en el deporte, el enorme avance que ha habido ahí desde el 92 y que ahora produce una gran parte de los éxitos del deporte español. Y ha sido en relativamente pocos años.

¿La clave es la inversión o hay más?

Nosotros le dimos la vuelta al calcetín del deporte español. Pero, más allá del Plan ADO y demás, que todo suma desde luego y es importante, lo decisivo fue formar y formar y formar a los técnicos. Si hay buenos técnicos, les sacarán a los deportistas el mejor rendimiento posible. Esta es la clave. Hoy en día, al ritmo que evoluciona un mundo globalizado, la formación es permanente e inevitable. En todos los ámbitos. No vale con estudiar y sacar un título. Hay que seguir formándose porque esto evoluciona continuamente y surgen nuevos medios, más recursos, la inteligencia artificial, todo. Si la gente no se forma, no avanzamos. El que enseña es el pilar.

En algún momento ha nombrado la necesidad de aunar esfuerzos y ahí topamos con un problema que se ha hecho endémico en España: la falta de consenso y de planes compartidos.

La cosa se ha complicado más porque ya no se mira el bien general. Se mira ya no digo el bien personal, sino el del partido. Si tú gobiernas en cualquier institución, sea un ayuntamiento, un gobierno autonómico, pendiente de las encuestas que salen por la mañana en la televisión y de cuántos votos tienes en función de algo que has dicho, así no se puede gobernar. Hay que tener las ideas claras, pero aquí ya no se mira a medio plazo ni a futuro. Se mira el día a día. Y no se crean estructuras firmes que marquen el camino a los que vendrán. Damos bandazos todo el tiempo. Lo estamos viendo con Europa. Europa está perdida en este globalismo. Cuando más fuertes teníamos que ser, cuando más países y más millones de habitantes hay en la Unión Europea, hemos pasado a no tener ni siquiera el respeto de Estados Unidos o de China. Les interesa más la India. O Brasil. Si Europa no invierte en innovación, en investigación, si no es capaz de liderar en inteligencia artificial y en todos los avances actuales, le va a pasar lo que leí el otro día en algún sitio: se va a convertir en el museo del mundo. Vendrán los turistas a visitar la vieja Europa. Pero nada más.

"Cuando vamos unidos, este país funciona que te mueres; cuando estamos a tortas y uno se piensa más guapo, o que su sangre es distinta y estas cosas racistas, pues ya..."

Herminio Menéndez Ex piragüista olímpico

¿Sería posible en la situación política actual sacar adelante un proyecto como los Juegos de Barcelona?

Como posible, sí. Habría que adaptarlo a estos tiempos. Mira, Barcelona 92 fue una muestra para el catalanismo, el españolismo, etc. de que, cuando nos unimos, somos capaces de hacer los mejores Juegos de la historia, a todos los niveles. Cuando remamos en una misma dirección, este país funciona que te mueres. ¿Dónde está la decadencia? Pues en lo mismo que les ocurrió a los árabes: en los reinos de Taifas. Es lo mismo. Si los árabes no se hubieran pegado entre ellos habrían conquistado no sólo España, sino toda Europa. Aquí tenemos la idea catalana, la idea vasca, la idea gallega, me da igual, de cualquier lado. Si no partimos de que somos un país, cada uno con su diferencia, con su lengua, pero un país... A ver, yo desde muy joven entendí esa riqueza. Iba con la selección y oía a los catalanes y a los valencianos hablar en su lengua y me parecía maravilloso que tuvieran una lengua propia, materna, que había que cuidar y respetar como quien cuida la casa de sus ancestros. Pero a veces discutimos cosas absurdas. Repito: cuando vamos unidos, este país funciona; cuando estamos a tortas y uno se piensa más guapo, o que su sangre es distinta y estas cosas racistas, pues no sé, eso ya es... de retrasado mental.

Pero a la hora de la verdad pasan cosas como el proyecto de Juegos Olímpicos de Invierno en el Pirineo, cuando Cataluña y Aragón no se pusieron de acuerdo.

Es el ejemplo de lo que ocurre cuando estamos enfrentados. Se mira todo con lupa y prima el interés político en lugar del fin general: ir juntos, repartir las cosas y no pasarse el tiempo tirándose los trastos. Y menos públicamente. Es una pena porque el Pirineo aragonés y el catalán merecerían unos Juegos Olímpicos. Y no será porque Aragón no lo haya intentado a lo largo de los años.

¿Necesita el deporte español otra 'Barcelona 92' para provocar un efecto equivalente y tomar nuevo impulso?

Cualquier país del mundo mejora con unos Juegos Olímpicos. Hasta los más importantes del mundo: su deporte ha mejorado, sus estructuras mejoran. Es la mejor pantalla que hay. Y ya no por el hecho de los Juegos en sí, sino porque crece la práctica deportiva en el país. Y cada vez está más demostrado que las sociedades necesitan hacer deporte, que el cuidado de la salud a través del deporte es necesario y que eso tiene un impacto económico y de todo tipo.

Herminio Menéndez, sobre la diferente entre las sociedades anónimas y los clubes deportivos.

Hablemos de fútbol ahora. ¿Cómo ve la evolución del deporte, sobre todo de su gestión, alguien que participó en la conversión en sociedades anónimas? Son tiempos de multipropiedad, de fondos de inversión, de consejos deslocalizados...

El fútbol rompe todos los moldes y esquemas de quienes hemos vivido un deporte amateur. Es una realidad en todos los lados. Aporta millones y millones de niños que practican un deporte y disfrutan gracias al fútbol. Entré en el fútbol y, como venía del piragüismo, había quien hacía chistes. Por ejemplo el presidente del Oviedo, que hemos sido y somos grandes amigos a pesar de toda la rivalidad, decía: "Herminio viene a preparar no el descenso del Sella, sino el descenso del Sporting". Tenía imaginación, pero se equivocó: porque mientras yo estuve en el Sporting siempre estuvimos en Primera y no bajamos. El que sí bajó fue el Oviedo.

Tras su paso por el Grupo Covadonga, Herminio Menéndez pasó a trabajar en la dirección de Deportes del Principado de Asturias y allí conoció a Javier Gómez Navarro, entonces secretario de Estado para el Deporte. Aunque el ex piragüista se había afilado al Centro Democrático y Social (CDS) de Adolfo Suárez —una adscripción que le costaba dinero, contó con humor en una entrevista en 'El confidencial'— Gómez Navarro valoró su experiencia en un momento decisivo para la renovación estructural del deporte español. La conversión de los clubes en sociedades anónimas en 1992 fue un momento clave, aderezado con escenas berlanguianas de la pléyade de presidentes de aquella época agotando los plazos: Ruiz Mateos en su despacho en pijama, Lopera que no llegaba, Jesús Gil reuniendo 2.000 millones de pesetas (12 millones de euros) de debajo de las piedras...

¿Cómo fue aquella transformación?

Bueno, fue terrible. Terrible, quiero decir: nos dejamos la piel. El equipo de ejecutivos del consejo que participamos en aquello recorrimos toda España, explicándoles a los clubes el proceso. Fíjate cómo es el tema que, a día de hoy, la gente todavía no ha entendido que la conversión de los clubes en sociedades anónimas no la pagó el estado español. Fue el propio fútbol el que lo pagó.

Es un momento perfecto para explicarlo...

España celebró su Mundial en 1982. El gobierno de UCD se comprometió con los clubes de fútbol para arreglar los estadios. Presentaron el proyecto a la FIFA, qué estadios iban a ser, etc. Se hicieron las remodelaciones, que no fueron como las de ahora, pero costaron un montón de dinero. Y al poco de terminar el Mundial hubo elecciones... y ganó el PSOE. Y el PSOE dijo que lo que había dicho UCD, que lo cumpliese UCD. Que ellos no iban a correr con los pagos. Todos los clubes se habían endeudado pidiendo créditos para hacer la reforma, porque les habían prometido que se la iban a pagar. La gran deuda del deporte español, la más importante, estaba en los equipos que habían organizado el Mundial.

También los clubes cometían en aquella época muchos excesos y gastaban mucho más de lo que tenían a fondo perdido, ¿no?

Sí, cuidado, eso también estaba ahí. Por supuesto había una parte de la deuda que se debía a la mala gestión. Hacían los presupuestos como los hacían: decían, cuánto dinero necesito para esto... ¿600 millones de pesetas? ¿Me faltan ingresos? Pues pongo que voy a vender a tres jugadores por esto, por esto y por esto y así se arreglaban los presupuestos. Luego los vendías o no. Y no pasaba nada. Pero te sigo explicando lo del pago. Había una deuda de 32.000 millones de las pesetas de entonces (algo más de 192 millones de euros). Y esa deuda se pasó a la Liga de Fútbol Profesional, que la asumía a base de varios préstamos con bancos. Y se avalaba con el porcentaje de los ingresos por las quinielas que les correspondía a los clubes de fútbol. Se negoció para subir un poco más ese porcentaje porque estaban cobrando muy poco. Pero así se pagó aquello: no como piensa mucha gente, que sigue creyendo que papá estado les pagó la deuda a los clubes.

La otra cuestión que ha quedado como controversia de aquel proceso ha sido que varios clubes sigan siendo clubes deportivos y no sociedades como el resto.

Esa es la otra confusión. En aquel momento, para no imponer por decreto que todos tuvieran que hacer la conversión, se acordó que sólo fuera obligatoria para aquellos que tuvieran capital neto negativo, los que arrastraran deudas. Los que no las tenían pudieron elegir: y se libraron Barcelona, Osasuna, Athletic y Real Madrid, que no creyeron oportuna la conversión y no la hicieron. ¿Desigualdad? A ver, el modelo de mercado no influye en el resultado final, que es una competición igual para todos. Tú eliges un sistema de gestión del club, pero a la hora de competir estás sometido a las mismas reglas que los demás: de jugadores, fichajes, inversión, gasto... Hoy día LaLiga impone un control del gasto que, como hemos visto, hace que haya clubes que no puedan fichar, no puedan gastar más. Yo creo que son modelos perfectamente válidos. Tú en el mercado, en cualquier sector, puedes crear una cooperativa de trabajadores y competir con un particular que sea el mayor accionista de una compañía. En los bancos, la mayoría de sus accionistas tienen más del 80% de su capital. Y, sin embargo, en Banco Santander con un 5% eres el dueño. En el fútbol el modelo no influye para la competición. Hay que tener en cuenta otra cosa: en un club los socios no tienen ninguna responsabilidad sobre la deuda. Quienes se la juegan por ejemplo en el Madrid son Florentino Pérez y quienes gestionan el club, porque avalan con su dinero y su patrimonio. Si hay una mala gestión y deudas, ellos son responsables de la deuda, como si fueran accionistas. Así que tampoco es precisamente fácil gestionar un club deportivo.

"Lo del Sevilla fue muy duro. Tenía al enemigo en casa: al presidente y máximo accionista, González de Caldas, le quité todas las tarjetas, me quería matar: a día de hoy aún no sé por qué no me echó"

Herminio Menéndez Ex piragüista olímpico

De las instituciones pasó a los clubes: primero en el Sporting de Gijón y luego en el Sevilla... Una época muy tumultuosa, ¿no?

No digo que fuera ahí engañado, pero no me imaginaba que me iba a encontrar lo que me encontré, el lío accionarial que había. Aquello era una bomba. Al mes de llegar dije: me tengo que ir de aquí, esto no hay quien lo arregle. Yo que venía de un club tranquilo, sin deudas, con los pagos al día... Al Sevilla llegué en enero, se debían la paga de Navidad, los salarios de todos los empleados. Bueno, bueno. No te imaginas. Pensé: he dejado el Sporting, he venido aquí... ahora no puedo salir corriendo, ¿cómo me voy a ir? Insensato de mí, me quedé. Pero bueno, a pesar de todo me siento muy querido en Sevilla. Esa ciudad y ese club me ganaron el corazón.

Casi literalmente, ¿no?

Bueno, pero fue muy gratificante. Quiero decir, aquello fue muy duro. El enemigo estaba en casa. Al final eché al presidente del club y le quité todas las tarjetas. Era presidente y máximo accionista, me quería matar. Nunca entenderé, a día de hoy aun no entiendo por qué no me echó. Bueno, y el día que me iba a echar había una asamblea general y dos días antes me vinieron a ver quienes lo representaban a él, porque él ya no pasaba por el club. Venían a echarme y no me echaron, me mandaron de vacaciones. Y en esa asamblea fue en la que lo echaron a él, a González de Caldas. Lo que decía: sobre todo tuve el apoyo de la afición. Cuando echaron al presidente a mí me vinieron a buscar a casa para llevarme a la asamblea: ¡Y acabaron sacándome a hombros! Bueno... Sevilla es especial.

¿Llegó a coincidir con Del Nido? Habla de aquella guerra y hay que ver la que tienen ahora padre e hijo a cuenta de la propiedad del Sevilla.

No, Del Nido no estaba, él había sido vicepresidente pero ya no estaba. No conozco en profundidad el tema, aunque sigo al Sevilla, claro. El Sevilla es mi equipo. Por lo que sé, Del Nido padre cedió las acciones a su hijo mientras estaba en la cárcel. Y parece ser que, según el documento, hasta que no deje de estar encausado las acciones son de su hijo y el hijo dice que se las entregará cuando marque la ley. Y ahí está la pelea. Porque Del Nido tiene ofertas concretas por el club. En fin, ya se sabe... siempre hay algún árabe o algún americano que quiere comprar el club.

Herminio Menéndez describe el controvertido mundo de los fichajes en el fútbol.

¿Cómo acabó metido de agente de futbolistas tan importantes como Julio Baptista, Denílson, Robinho, Cicinho...?

Todos esos, también Adriano, Dani Alves, Edu, Renato, Luis Fabiano, Fabio Aurelio... Hubo esos y muchos más, movimos muchos. Es que, como tú decías antes, no he dejado un palo sin tocar. He batido todos los récords: que yo sepa no hay nadie que haya estado en tantos lados. Lo de ser agente de futbolistas... bueno, ese no era mi mundo.

Pues si entonces era así, ahora...

Por eso me fui hace años. Entré en el mundo de los agentes casi por prescripción facultativa. En el Sevilla tuve problemas de corazón, arritmias, estrés. Yo creía que eso del estrés no existía, pero un amigo de aquí en Oviedo, que era cardiólogo, lo vine a ver una vez y me dijo: o cambias de profesión o vas a tener problemas, porque ya tienes una arritmia crónica por no haberla tratado a tiempo. Así que me fui del Sevilla por eso. Me fui yo porque el médico me dijo que no podía seguir. Y, por casualidad, un agente que trabajaba en Brasil, Juan Figer, y con el que había hecho muy buenas migas y me parecía un tipo interesantísimo, me convenció para trabajar con él. Entré en sociedad, hicimos la empresa aquí en España y empezamos. Juan era un personaje de la vieja guardia del mundo del fútbol, como digo yo. Alguien que hacía las cosas con humanidad. Pero nunca me sentí a gusto.

Juan Figer, agente uruguayo que manejaba sobre todo el mercado brasileño, falleció en diciembre de 2021: con ocasión de su muerte se recordó su papel protagonista en la salida de Diego Armando Maradona desde el FC Barcelona al Nápoles, aunque sus años de mayor protagonismo en el fútbol español tuvieron lugar a finales de los años 90 y la primera década del nuevo siglo, cuando gestionó la llegada de jugadores brasileños a todos los grandes equipos españoles y europeos. Herminio Menéndez fue su socio en España durante esos años, de los que guarda un recuerdo agridulce.

¿Qué era lo que no le permitía sentirse a gusto?

Bueno, hay cosas que no se pueden decir. Pero me di cuenta, y además me di cuenta después de dejarlo, de los derroteros por los que iba el fútbol. Conmigo eso no iba. Hay una forma de llevar los negocios y si tú no entras por ahí, pues no haces negocios nunca. Me fui dando cuenta poco a poco de que, a pesar de que yo llevaba muy buenos futbolistas, trabajábamos sobre todo con jugadores brasileños que la mayoría fueron estrellas... pero a pesar de eso cada vez me costaba más, cada vez era más complicado. Me siento satisfecho de que todos los que trajimos tanto a España como a Inglaterra, a muchos clubes, todos triunfaron.

¿Se refiere a los intereses cruzados y no siempre claros que todos intuimos que se generan alrededor de los fichajes?

Digámoslo así, sí.

¿Cuántas anécdotas reunió con aquella generación de presidentes del fútbol español de entonces?

Bueno, es que me tocó con presidentes muy peculiares. Eran un reflejo más del país, de cómo funcionaba el país. Me imagino que los empresarios serían parecidos... Sin ir más lejos, estando en el Sevilla tenía al lado a Lopera, en el Betis. Era una guerra continua y, como en el Sevilla la cara que figuraba era yo, Lopera se metía siempre conmigo. Luego nos hicimos muy amigos, claro: le llevé jugadores al Betis. Negociando con él, muy bien.

33:50 a 36:02 El ex piragüista habla de aquel escándalo de la cámara oculta en el que se vio involucrado.

Si los aficionados al fútbol tuvieran una mínima conciencia de todo lo que se mueve por debajo, ¿mantendrían su misma pasión por el deporte?

Bueno, pero yo siempre creo que hay que quedarse con lo más importante. Como todo en la sociedad. El fútbol es tan grande que todos estos personajes, al final, no son lo más importante. Lo importante es la gente que va a los campos, padres e hijos, que quieren a su equipo. A pesar de todas las cosas que se podrían mejorar, el fútbol es mucho más grande. Y hay que respetar a los aficionados, sin ellos no somos nada. Eso lo he transmitido en todos los clubes en los que he estado. Por ejemplo, el fútbol femenino, que es vistoso, bonito... ¿por qué no se le da la misma importancia que al masculino? Es muy claro: hay menos aficionados. Si hubiera los mismos que van a ver a los hombres cobrarían no sólo lo mismo, sino que seguro que habría alguna mujer que cobraría incluso más que los hombres. A mí el piragüismo no me daba dinero, porque no iba nadie a verlo: como muchos deportes, no generaba dinero. Si lo generara, pues cobraríamos mucho más. Menos mal que cada vez se utiliza a más deportistas en la publicidad y se aprovechan sus valores, que en mis tiempos ni eso.

En 2003, Herminio Menéndez se vio involucrado en un programa grabado con cámara oculta por la productora de El Mundo TV, emitido por Canal Nou. El ex piragüista era entonces agente de futbolistas, pero su magnífica relación con el Sporting de Gijón, donde había sido director general, lo llevó a aparecer junto a los entonces gestores del club —José Fernández, Juan Arango, y Alfredo García Amado— en un montaje basado en conversaciones privadas en las que se hablaba de compra fraudulenta de partidos, blanqueo de dinero, favores institucionales y otros asuntos escandalosos. La emisión levantó mucha polvareda durante cierto tiempo alrededor de los protagonistas.

¿Aquel episodio fue su momento más amargo en el deporte?

El más amargo de mi vida entera. No entendía nada. Además es que lo hizo fue una persona conocida por mí en Sevilla: él fue quien preparó la entrevista con un supuesto empresario que quería comprar el Sporting. Pero bueno, me valió también... En la vida los golpes bajos, si sabes encajarlos, no digo que hagan bien, pero por lo menos te permite distinguir quiénes son las personas que te aprecian y te conocen. Y mucha gente estuvo a mi lado en ese momento, porque sabían que no estaba haciendo nada que no fuera, primero, intentar ayudar al Sporting, que lo querían vender en ese momento. Habían hecho todo un montaje con un empresario que venía, un empresario del petróleo además de origen asturiano... La base de todo aquello es que buscaban un escándalo importante en el fútbol. Y como no lo encontraron y yo era una persona conocida, lo montaron. Lo peor fueron las grabaciones entrecortadas de una comida en las que estás hablando de manera distendida y tal. Si cortas y pones y haces, pueden salir barbaridades. Fue muy desagradable. Había estado toda mi vida con la honestidad por bandera y me vi involucrado en una cosa terrible. Viví unos días muy complicados.

¿Llegó a ir al fondo de aquel asunto?

Vinieron abogados que me ofrecieron poner demandas porque se habían pasado varios pueblos. Pero mira, dije: esto es una historia que me han montado, que a mí no me beneficia en nada, que yo no he hecho nada ni he cometido ningún delito... y no quise seguir adelante. Ni demandas, ni nada. Lo único que quería era estar tranquilo y reponerme. Ahí fue donde vi a mis amigos de verdad, gente que sabía que yo era incapaz de algo así.

"Con aquello de la cámara oculta me dije que era una historia que habían montado, que yo no había hecho nada y que no iba a ganar nada con demandas y tal. Preferí seguir con mi vida, estar tranquilo y reponerme"

Herminio Menéndez Ex piragüista olímpico

El último club en el que apareció Herminio Menéndez fue en el Cacereño: ¿Cómo fue aquello?

Me llamó un amigo mío que era el dueño para que le echara una mano. Y fui allí a ver cómo estaba aquello: era otro desastre, en una categoría que no generaba ingresos. El fútbol en esas categorías, Segunda B, Tercera, ahora la 1ª Federación, que no deja de ser lo mismo... ahí cuesta mucho trabajo lograr que los clubes no sean deficitarios. A mi amigo le costaba cada año el club una cantidad importante para su economía. Intentamos por lo menos que perdiera lo menos posible. Pero vamos, fue un favor, más que otra cosa. Y luego lo vendió, que es lo que quería: él vivía en Sevilla, no en Extremadura, y lo que intentamos fue sanearlo un poco.

Ya sólo le queda por conseguir que el Sporting vuelva a Primera, ¿no?

No lo tenemos fácil, eh. La Segunda siempre ha sido muy dura, fíjate los años que llevan y hay tantos equipos de Segunda ahora que han estado en Primera... igual son el 80%. Eso no se había dado nunca.

¿Será que tiene que volver Herminio Menéndez al Sporting?

No, que no hablo bien mexicano (se ríe).

¿Y escribir un libro sobre su vida?

Ya me lo dicen ya. Pero es que tendría que ser una enciclopedia...