La resurrección de Carolina Marín culmina con un aviso intimidante: "Desafortunadamente para mis rivales"
La jugadora onubense cierra un 2023 donde volvió a la élite y a un gran nivel después de su segunda grave lesión de rodilla.

"Si me dices esto hace un año, no me lo hubiera podido creer", confesaba Carolina Marín hace unas semanas sobre su medalla de plata en el Mundial de finales del pasado verano. Ahora, con otro subcampeonato en las BWF World Tour Finals celebradas en los últimos días en Hangzhou (China) da por terminado un año que ha cambiado su dinámica, que ha hecho olvidar el dolor de su segunda lesión grave de rodilla y vuelve a mirar cara a cara a las mejores jugadoras asiáticas, con las que se jugará la medalla olímpica en París en menos de ocho meses. Repasamos cómo en los últimos 365 días, una de las mejores deportistas de la historia dio la vuelta a una situación que parecía imposible.
Cuando una jugadora de bádminton sufre una rotura del ligamento cruzado anterior de su rodilla derecha, los expertos siempre han afirmado que no volverá a su nivel. Si esa jugadora se enfrenta a la rotura del ligamento cruzado anterior y los dos meniscos de su rodilla izquierda solo dos años después, como es el caso de Carolina, el camino de la retirada es un hecho. Los datos no mienten: no hay ningún jugador que haya superado dos rodillas 'rotas'. El reto de la onubense era todavía mayor, porque no era solo seguir jugando sino continuar luchando por ser la mejor ante toda una armada asiática seleccionada entre millones y millones de practicantes.
"Me ha costado mucho creer en mí, la segunda lesión me ha mermado mucho", confiesa Caro cuando se le habla del fatídico período que comenzó a finales de mayo de 2021, justo antes de ir a defender su título olímpico logrado en Río y que llegaba tras la pérdida de su padre. Solo hacía nueve meses que había vuelto a las pistas tras recuperar su rodilla derecha y ahora comenzaba otra andadura en el desierto por la izquierda. La baja médica y competitiva se alargó unos largos nueves meses hasta su vuelta en el Europeo 2022, donde fue capaz de colgarse un oro que solo hacía confirmar que era de otro planeta o, al menos, del nivel de otro continente.
Superar el dolor
Porque allí, en el lejano Oriente, con las jugadoras chinas, coreanas, japonesas y demás asiáticas, estaba el objetivo para seguir estando en la élite mundial que se juega los grandes triunfos. No tardaría en darse cuenta que seguía siendo una meta todavía lejana. En la segunda mitad de 2022, Marín tropezó una y otra vez con la potencia de las TOP10 asiáticas de Yamaguchi, An o Sung cuando ya ansiaba volver a luchar por un título.
El paso a paso tenía que ser lento pero fructífero en cuanto a nivel. Incluso fue capaz de llegar a una final, en el Open de Francia y tras vencer a tres asiáticas entre las que se encontraba la número 1 del mundo, pero se volvió a topar con la realidad de otra TOP10, la china He. La española nunca dejó de ser temible para sus contrincantes, pero había perdido la seguridad de su mirada voraz por culpa del dolor que llevaba en silencio.
"No volví en las condiciones que quería: tenía dolor, me notaba insegura, con incertidumbre... en la confianza de un deportista eso es duro. Es complicado expresarlo con palabras", confiesa Marín recordando los primeros meses de su vuelta y que no dio a conocer hasta un buen tiempo después. "Tuve que llegar a aceptar un dolor que no quería tener, levantarme por las mañanas y ver qué tipo de dolor tenía ese día. Teníamos que cambiar constantemente los entrenamientos y el dolor me generaba frustración".
🙌 Doña Carolina Marín.
— Relevo (@relevo) August 30, 2023
💬 "He dudado mucho de mí. Si hace un año me llegan a decir que hoy sería subcampeona del mundo, no me lo hubiera creído".
💬 "Permitidme que sean lágrimas de emoción".
Un ejemplo de lo que significa la palabra 'deporte'.
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Llegados a este momento, el equipo que le rodeaba, dirigido por su entrenador de toda la vida Fernando Rivas, se fusionó y apostó por un plan. "El mensaje que le transmitíamos a Carolina era que si ella no podía, estábamos nosotros para hacer todo lo posible para que pudiera", desvela su psicóloga María Martínez. Un cambio de plantillas en sus zapatillas, la retirada de líquido en la rodilla, infiltraciones y un largo proceso de escucha a la rodilla terminó con el dolor hace justo un año, en el parón entre temporadas, una año y medio después de la lesión. Sin dolor, solo quedaba recuperar la confianza.
La 'zona negra' de la preparación
La exigencia de tener a las mejores asiáticas delante presenta un horizonte difícil, imprevisible y de trampas continuas al otro lado de la red que le iban a exigir sacar un plus de carácter y solvencia en situaciones complicadas, mucho más difícil de afrontar con dos lesiones de rodilla. Rivas cree que se puede entrenar y lo llama la 'zona negra' de la preparación: "Siempre le he transmitido que los días que todo sale, no valen para nada porque en un partido hay que pelearse con uno mismo para que salgan las cosas". ¿Y qué es la zona negra? "Cuando el entrenamiento se pone difícil, ahí es cuando empiezas a entrenar y a mejorar. Esa es la zona negra. El día que llegas mal al entreno, que te ha pasado algo o hay que hacer un esfuerzo extra es un regalo".
Esas situaciones de combatir la oscuridad suceden en todos los aspectos del plan. Primero, fuera de la pista donde Carolina ha pasado largas etapas de calvario relacionado y no relacionado con el deporte: "He aprendido a externalizar mis emociones y no quedarme con cosas dentro. Hablo mucho con María, hasta cuando no tenemos sesión, le envío mensajes a través de Whatsapp", cuenta la jugadora. En ese engranaje perfecto para devolverla a la élite, la preparación física diseñada por Guillermo Sánchez va de la mano del trabajo psicológico. "Sin el trabajo de María para focalizar la 'zona negra' en la parte mental, yo no la puedo seguir mejorando físicamente. En la parte en la que está de su carrera deportiva, si no somos capaces de focalizar el aspecto mental para afrontar la fatiga y el dolor, no se pueden llegar a nuevos niveles físicos".
Con el inicio del 2023, debían empezar a verse los resultados. En los tres primeros torneos del año, solo las tres primeras del ranking mundial [An, Chen y Yamaguchi] fueron capaces de eliminar a Carolina en Malasia, India y el Indonesia Masters, donde disputó la final y llevó al tercer set a la número 1 del mundo, la coreana An. Nunca fue cuestión de perder el miedo porque la andaluza ha demostrado ser capaz de todo, pero sí de volver a verse capaz de mirarlas a los ojos. En la preparación de este verano, con el Mundial como gran cita, fue la primera vez que Fernando Rivas no tuvo que adaptar ni cambiar ningún plan de entrenamiento por la rodilla que se hinchaba o que Caro no podía doblar.
Después de una gripe y un golpe personal con la muerte de su mascota que le afectó en la gira europea, logró su primer título intercontinental tras la lesión en el Orleans Masters. Tras otra final en el prestigioso Indonesia Open ante la número 2, la china Chen, y un oro en los Juegos Europeos, el Mundial estuvo a punto de ser redondo con victorias ante Tai y Yamaguchi, rivales que le había vencido en el pasado, pero se tuvo que conformar con la plata, de nuevo ante el muro de An.
"Carolina se ha demostrado que se puede salir"
Psicóloga de Carolina MarínEn solo un año sin dolor, Marín ha conseguido recortar las distancias ante las mejores del mundo, las asiáticas que sin lesiones de gravedad y algunas con hasta diez años menos en el carnet de identidad ven como vuelve el terremoto que ya dominaba el bádminton en el ecuador de la década anterior. Saben que Carolina ha vuelto y su hambre les va a hacer sufrir, porque sigue habiendo margen de mejora. "Hay que seguir acumulando entrenamientos en la zona negra, en el cansancio, el estrés, las malas sensaciones, estilos de juego que no son los favoritos...", señala Rivas. La onubense es número 5 del mundo y queda subir el escalón definitivo antes de París 2024.
A falta de lo que pase en la pista y los pequeños detalles de partidos igualados entre las mejores, la semilla empieza a germinar. "Carolina se ha demostrado que puede salir, que podía llegar y que puede dar un paso más", analiza la psicóloga y parece que Carolina lo confirma y avisa: "He pasado por cosas muy duras, me he superado y he ido saltando obstáculos que me han puesto por el camino. Hay mucha gente que no ha creído en mí. Queda Carolina para rato, desafortunadamente para mis rivales".