Madrid recupera el 'Vaticano' de la pelota un siglo después: "Esto es un milagro, un templo que pone la piel de gallina"
El frontón Beti-Jai acoge sus primeros partidos de pelota y frontenis tras más de cien años 'dormido'.

Encajonado entre el Paseo de la Castellana y algunas de las calles más lujosas de Madrid, en pleno barrio de Chamberí, el frontón Beti-Jai es un milagro, algo que salta a la vista y afloja la mandíbula a cualquiera que se adentra en sus entrañas. "Esto es impresionante", aseguran a Relevo algunos de los asistentes a la exhibición de juegos vascos de pelota de este fin de semana, justo cuando el frío comienza a azotar la capital. "Nos da igual, esto parece un lugar de cuento".
Levantado en 1894 a las afueras de la ciudad, cuando Madrid apenas contaba con 700.000 habitantes, el espacio acogió los primeros ensayos aeronáuticos de Leonardo Torres Quevedo, inventor del telekino, el primer mando a distancia de la historia; pero también hizo las veces de nave industrial, comisaría o taller de reparación de vehículos antes de caer abandonado a su suerte en la segunda mitad del siglo XX.
Ahora, más de un siglo después de su inauguración, y tras años de intensas y largas restauraciones, el Ayuntamiento de Madrid ha recuperado definitivamente el Beti-Jai para hacer honor a su nombre —siempre fiesta en euskera— y celebrar los primeros partidos de juegos vascos de pelota en más de un siglo.
"Nadie sabe datar a ciencia cierta el último partido que se disputó aquí, pero estamos hablando, seguro, de 110 o 115 años", asegura a este medio Fernando Rodríguez, comisario del Centro de Interpretación del frontón. "Al final, la última foto de un partido que nos consta es de 1909, así que sí, se podría decir que el Beti-Jai es el recinto deportivo en uso más antiguo de toda Europa".
A los privilegiados que han podido desempolvar el mítico frontón madrileño, la emoción les ha desbordado. "Es como jugar en el Bernabéu, una experiencia única e inolvidable", confiesan Roberto y Julio, del madrileño Club Frontenis San Cristóbal. "No habíamos podido venir nunca, ni siquiera de visita, y cuando nos llamaron para estar hoy aquí, ya te puedes imaginar... ¡Hemos estado con nervios hasta esta misma mañana!".
Antaño, estas cuatro paredes acogían más de 4.500 gargantas. Hoy, en tiempos de las redes sociales, el aforo se ha reducido considerablemente, pues las butacas originales pasaron a mejor vida para dar paso a una grada supletoria que, levantada sobre el propio hormigón del recinto, permite el acceso a cerca de 450 espectadores por sesión, esto es, algo más de 4.000 espectadores a lo largo del fin de semana.

"Esto es algo irrepetible e histórico", presume Rodríguez, visiblemente emocionado durante la jornada dominical. "Es tan sencillo como que no se puede jugar a la pelota en ningún recinto como este en el mundo. Claro, la emoción sale. A los jugadores, al público y a mí mismo, que he entrado más de cien veces por esta puerta y sigo quedándome alucinado cada día".
También ayuda, claro, el espectáculo desplegado en el Beti-Jai por algunas de las parejas de pelota vasca, deporte en el que vence la primera dupla que alcanza los 22 tantos. "Gracias, gracias, muchas gracias", han reiterado los protagonistas, abrumados por las muestras de cariño de los espectadores, convertidos a aficionados en apenas unas horas.
"Para nosotros es un privilegio estar aquí, algo que no vamos a olvidar en la vida", sentencian a Relevo. "Al final, que este lugar se haya mantenido hasta nuestros días es un auténtico milagro", sugiere Rodríguez tras la inmensidad de su bufanda. "Y por mucho que celebremos este fin de semana tan especial, hay muchísimos madrileños, ya no te digo españoles, que no saben que este frontón existe. Yo les invitaría a que vengan y lo conozcan. Porque cuando uno entra aquí siente cosas que no ha sentido en otro lugar".