La madurez prematura de Celia Garnacho: "Los Juegos son el sueño de cualquiera, pero tengo que ir paso a paso"
A sus 19 años, la patinadora madrileña se luce en la final de la Liga Iberdrola tras proclamarse campeona de España júnior en 2022.
Primero le enamoró la gimnasia artística, después quedó prendada por la majestuosidad de la hípica, y entre medias le cogió el gusto a la raqueta, al baile comercial o al ballet, pero Celia Vandhana Garnacho destaca por encima de todas las cosas deslizándose sobre el hielo. "Nuestro deporte es uno de los más bellos que existen", asegura a Relevo la patinadora, campeona de España júnior en 2022 y presente este domingo en la exigente final de la Liga Iberdrola.
"El ambiente que se respira en el patinaje es inigualable", cuenta a sus 19 años desde el Palacio de Hielo de Madrid, donde el frío inherente a la disciplina no le impide dibujar en el aire figuras con una delicadeza solo al alcance de las mejores. "Solo tienes que mirar a las gradas. Aquí se junta gente de toda España, de muchos clubes diferentes, y da igual, siempre tienes la sensación de formar parte de una familia. Todos estamos en la misma situación".
Nacida en Nepal, pero adoptada por su madre a muy temprana edad, Garnacho creció en Boadilla, a las afueras de la capital, donde echó raíces y sintió el flechazo por las cuchillas. "Mi madre fue entrenadora y se le ocurrió ponerme los patines con apenas un año; al principio hacía la croqueta y jugaba con el hielo, luego empecé a patinar con ocho años y a los nueve ya estaba compitiendo", señala con una sonrisa que no abandona en toda la mañana.
"Soy una persona muy positiva", se justifica, acompañando con las manos sus intenciones en cada frase. "Desde muy pequeña siempre me he lanzado a todo. Si había que intentar un triple [uno de los saltos más exigentes del patinaje artístico], ahí que iba yo. Que había que hacer otro salto, pues lo mismo. Aunque no sepa hacerlo, yo siempre lo voy a intentar, no me da miedo… Al final, ¡si no te caes no avanzas!".
Esa valentía innata forma parte de un carácter que, todavía en edad universitaria —cursa Ciencias de la Actividad Física y del Deporte en Madrid—, ha catapultado a Garnacho a ser de las mejores patinadoras de España. "Mira, si tú vieras en un gráfico [mi estado anímico como patinadora], sería una montaña rusa con más bajadas que subidas", explica. "Esto es como la vida misma, no siempre todo es bonito. Hay días en los que incluso te falta la motivación, pero terminas sacándola de debajo de las piedras".
Una filosofía que la madrileña no ha abandonado ni en los momentos más difíciles. "La verdad es que he tenido malas rachas. Ha habido días en los que literalmente me he dicho, Celia, no sabes patinar", confiesa, con sonrisa incómoda. "Ahora mismo, por suerte, ya me salen mejor las cosas y puedo decir que tengo más madurez, pero para eso tienes ayuda, claro. Cuando atraviesas momentos duros, ahí está la familia, los amigos y mi psicólogo".
La jovencísima madrileña habla de José Manuel Beirán, plata en aquella Selección española de baloncesto en Los Ángeles '84 y profesional con quien trabaja desde hace tiempo para ser capaz de trasladar el nivel de los entrenamientos al día señalado. "Competir no es lo que mejor se me da, siempre me he puesto nerviosa y me ha costado, pero ahora lo estoy trabajando y se me da mucho mejor", revela Garnacho. "La mayor parte está en ti, sí, pero si tienes alguien que te ayude, mucho mejor. José ha sido un gran deportista, me entiende y me aconseja muy bien".
Esa madurez, seguramente impropia para alguien tan joven, también conlleva una exigencia consigo misma que no siempre resulta fácil de entender. "Cuando gané el Campeonato de España, fue una sensación agridulce", explica. "Ese día me hubiera gustado hacer un programa limpio, pero en el largo fallé más de lo que debería. No fui campeona de España como quería serlo. Pensaba, vale, por fin he sido campeona de España, pero la sensación no fue la mejor".
En un deporte tan subjetivo, guiado dentro y fuera de la pista más por sensaciones que por hechos, Garnacho se distingue como una joya todavía por pulir. "Mi sueño ahora mismo sería hacer un triple-triple, que llevo tiempo intentándolo, y poder representar a España en el próximo Europeo", sentencia con brillo en los ojos. "Los Juegos Olímpicos son el sueño de cualquier deportista, sí, pero ahora mismo no es una meta real, tengo que ir paso a paso. Si miro hacia atrás, me doy cuenta de todo lo que he mejorado, y soy consciente de que patino porque me gusta, porque quiero demostrarle a la gente la belleza de este deporte".