Las mil y una cicatrices de Néstor Abad: "Fue una experiencia muy cercana a la muerte"
Un problema de corazón, un grave accidente, dos hijos nacidos mientras competía y dos graves lesiones de rodilla han marcado una carrera que cuenta los días para sus terceros Juegos Olímpicos.

La carrera de un deportista se mide en éxitos, pero también en cicatrices. En esas líneas de la vida, que dibujan sus picos de alegrías y de momentos duros recorriendo la sutura de heridas abiertas que van dejando marca en el cuerpo en forma de cicatriz. Marcas tatuadas en un cuerpo por los obstáculos en lo físico y en lo mental. Néstor Abad (Alcoy, 30 años) tiene tanta experiencia en curar cicatrices, de mirar al abismo, que cuesta creer que la sonrisa sea su carta de presentación cuando entra por las puertas de Relevo.
"Más moral que el Alcoyano" es el popular lema del club de fútbol de su localidad, pero tras escuchar su testimonio, con el último golpe hace menos de un año, podríamos quitar la mayúscula del club y convertirla en el gentilicio para referirse a Néstor. Ver la muerte de cerca no es habitual, verla dos veces en pocos meses no debe ser fácil de digerir. No ver el nacimiento de un hijo se hace difícil, no hacerlo dos veces es un golpe demasiado pesado. Encajándose como un yin-yang con su carrera deportiva, su vida se ha convertido en un sinfín de picos, de subes y bajas vitales que comenzaron con dos lesiones graves de rodilla. Un camino de baches en la trayectoria del que fue uno de los gimnastas más prometedores con una medalla de oro europea en categoría junior.
"El deporte te hace madurar mucho antes que a una persona que no lo practica", comienza el miembro del equipo nacional, que dejó a su familia para incorporarse al Centro de Alto Rendimiento de Madrid con solo 13 años. Una frase que resume a la perfección el reto de superar las dificultades que se repiten en su vida para que los buenos resultados lleguen como la lluvia en época de sequía. Las dos roturas de rodillas con "el miedo del no saber qué iba a pasar y el pozo del no saber si vas a poder salir" que llevan a un gimnasta a pensar en la retirada se han terminado convirtiendo en un soñador preparando sus terceros Juegos Olímpicos en París.
Los primeros golpes
En un entrelazado de momentos dulces y amargos, el Mundial de 2013 donde Abad daba el salto a la élite absoluta clasificándose para su primera final absoluta iba a ir unido a un bajón moral en su vida. "Nació mi primer hijo... y no estaba", recuerda. "Es una sensación muy bonita, pero muy triste a la vez porque estás lejos y no puedes vivirla. De pensar: ¡qué mal padre soy que no estoy en el nacimiento de mi hijo!". Una situación obligada por el deporte, escogida "por hacer lo mejor por la familia" y por lo que espera que "nunca guarden rencor".
El golpe mental fue arreciado con su segundo gran golpe físico solo unos meses después, antes del inicio de la temporada 2014. "Me rompí la rodilla por segunda vez y ahí lo pase muy mal, de verdad", expresa. "Un deportista sin resultados no tiene dinero". La lesión significaba quedarse sin becas, ni ayudas para el deportista de élite. "Ahí fue una de las pocas veces que me planteé seriamente dejar la gimnasia para ponerme a trabajar de cualquier cosa para poder mantener a mi bebé". Ante las dudas, el alicantino tomó la decisión de apostar por la recuperación de su rodilla con un objetivo claro: "Convertirme en uno de los mejores del mundo".
Y el año siguiente, lo consiguió. Recuperado de su lesión, y a pesar del "pánico a una recaída", consiguió meterse en la final del concurso completo en el Mundial y de los Juegos Europeos, donde también estuvo cerca de la medalla en paralelas. Su vuelta a la élite, una nueva subida en la línea de su vida, se había convertido en realidad. "Poder mantener a mi familia volviendo a tener un alto en el deporte, era lo mejor que me podía pasar". Tanto es así, que consiguió la clasificación para sus primeros Juegos Olímpicos, los de Río 2016, y así cumplir el sueño que le predijo a su padre con solo ocho años, delante de la tele viendo la gimnasia de Sydney 2000. "Insistí en querer estar y lo logré".
Un parto con complicaciones, en la distancia
Después de la experiencia olímpica, sí, llegaron nuevas experiencias para olvidar. A principios de temporada, un desgaste óseo en la clavícula le aparta de los aparatos durante meses. A su vuelta, un duro accidente en la barra — donde sale volando — y se rompe un dedo de la mano, cerrando un año sin competición. "Tuve que gestionarlo muy bien, aunque ya habían sido tantas veces que lo valoré diferente".
"Como un bebé, que se cae y se levanta", señala un Néstor que se volvió a levantar para lograr, en 2018, el mejor año de su vida con la mejor posición mundialista de su carrera (11º). "Sirvió para verificar que nunca hay que rendirse, que si te gusta algo hazlo". Disfrutar de las mieles de los buenos resultados, después de las montañas superadas y que no tardarían en volver.
"Mi mujer casi se muere en el parto"
Gimnasta"2019 fue un año de altibajos mentales. Mi mujer estaba embarazada y sabía que mi hija iba a nacer otra vez durante el Mundial. Además, era uno de los veteranos y tenía una influencia en el equipo en plena clasificación para los Juegos". Unos meses complicados que terminaron en una mezcla de sensaciones extremas: la clasificación olímpica por equipos tan ansiada y un nuevo parto, esta vez con problemas y con Néstor lejos, otra vez, lejos del nacimiento.
Mientras el alcoyano conseguía el objetivo deportivo por el que había luchado durante los últimos años, en Alicante su vida cambiaba y ponía en un alambre sin saberlo. "Mi mujer casi se muere en el parto y yo me enteré a los dos días, nadie me dijo nada e hicieron bien, porque cuando pasa algo así... el nivel del ansiedad que te puede entrar por estar en un sitio donde no quieres y solo querer volver a casa lo antes posible, hicieron bien en no contármelo. Cuando llegué al hospital, cogí a mi hija y mi mujer no estaba bien. Fue muy duro". Como si los años no hubieran pasado, la sensación retornaba: "Sentía que no estaba en el sitio donde tenía que estar, es muy duro sentirte como que eres mal padre".
La recuperación de Sonia, su mujer, iba a ser el punto de partida para el siguiente reto: los segundos Juegos Olímpicos. Pero llegó la pandemia. Tras un inicio "estresante por no poder entrenar y donde no anunciaban la cancelación", Néstor Abad disfrutó de unos meses que le dieron un premio que no había disfrutado todavía: "Pude hacer una vida en familia que no había tenido este momento". Por, hasta entonces, sus hijos crecían con su madre en Alcoy, mientras su padre entrenaba en el CAR de Madrid, escapándose a verlos cuando podía.
Después de una preparación exprés y complicada, los Juegos Olímpicos de Tokio no salieron como quería, más bien al contrario. "No estaba preparado para dar lo mejor de mí". Sin final individual y sin final por equipos que significó "una de las peores competiciones de mi vida". Un nuevo bajón. "Me costó asimilar que había hecho un papel de pena".
"Sentía que moría y me decían que era ansiedad"
GimnastaEn el inicio de 2022, aunque visto lo visto parezca imposible, llegó el peor momento de su historia deportiva. "Empecé a sentirme muy mal, de menos a más, a sentirme que me podía morir en cualquier momento", recuerda el gimnasta. "Fue una experiencia muy cercana a la muerte", relata el gimnasta el episodio de miocarditis que sufrió. "Yo me he dedicado al deporte toda mi vida, y que suba una escalera y me lata el corazón y me ahogue que me parece que me voy a morir...".
A pesar de ser una dolencia detectable, las pruebas médicas no encontraban lo que ocurría a Néstor. "Me volví bastante paranoico porque los médicos me decían que era ansiedad. Yo sé lo que es la ansiedad, en competiciones sufres ansiedad y lo que me pasaba ni de coña eran ataques de ansiedad. Era que tenía algo mal dentro de mí que no funcionaba bien; hacía un par de saltos y me subían las pulsaciones a 180 y eso para un gimnasta es como caminar para cualquier otra persona". Los diagnósticos consiguieron, incluso, afectar lo mental y el alcoyano dudaba: "A ver si me estoy provocando yo esto", se repetía en su cabeza. "Pero yo sentía que me iba a morir si hacía un esfuerzo más fuerte de lo que tocaba".
"Ahí, yo lo que quería era estar bien y el deporte me daba igual. Quiero poder hacer vida normal y ver a mis hijos crecer", comenta con voz firme, antes de pronunciar una frase que eriza la piel: "Vivir con la sensación de que te puedes morir en cualquier momento, te cambia totalmente la forma de ver las cosas. Cuando tienes algo en el corazón, valoras cada momento que estás viviendo con la gente que te rodea". Finalmente, el buen diagnóstico de la miocarditis y su físico prodigioso le permitió una recuperación en tiempo récord para seguir con el objetivo en París 2024.
El accidente
Hace menos de un año, en marzo de 2023, una noticia impactaba al deporte español: "El equipo español de gimnasia artística sufre un accidente de tráfico con varias vueltas de campana". Las primeras imágenes muestran la furgoneta de la federación portuguesa que había recogido a nueve gimnastas en el aeropuerto para llevarles a un encuentro bilateral con el equipo luso totalmente destrozada. "Explotó la rueda trasera, empezamos a derrapar, tocamos el guardarraíl y salimos por los aires como en una película".
"Ves todo por los aires, vueltas de campaña, muchas imágenes, mucho ruido... dimos muchas vueltas, como diez vueltas de campana. Cuando paró la furgoneta, no sabíamos ni qué había pasado. Todos nos miramos, yo estaba sangrando muchísimo y mis compañeros me preguntaron: '¿Estás bien?'. Yo creía que tenía la cara desfigurada". Pero Néstor no fue el peor parado y no tardó en darse cuenta.
"Cuando levanté la cabeza para decir 'estoy bien', vi a Joel Plata que estaba fuera de la furgoneta a unos 15 metros. Había salido volando por el parabrisas", cuenta aún con la tensión de recordarlo. "Al irnos contra el guardarraíl, recuerdo que pensé: 'Ya está, hasta aquí'. Me agarré con la vida a la furgoneta, fue instinto de supervivencia 100%. Pensé: "Vale, me voy a morir aquí, pero voy a intentar no morirme". Aunque parezca increíble, sobre todo por la importante rotura de fémur de Plata, solo seis meses después el equipo al completo viajó a Amberes (Bélgica) para lograr una de las nueve plazas olímpicas para París.
"Algo me protege, la verdad es que a veces lo pienso", afirma Abad con una sonrisa antes de terminar una charla donde ha soltado lastre y ha abierto su corazón para afrontar sus terceros Juegos Olímpicos en París el próximo verano.