El relato del calvario de Ana Pérez que ha terminado en milagro: "No me merecía ese final"
La gimnasta sevillana vuelve a competir dos años después tras recuperarse de graves lesiones en los dos pies.

El 8 de enero de 2021 pasará a la historia como el día que la tormenta Filomena pintó toda la Península Ibérica de blanco con una fuerte nevada que cortó las comunicaciones en gran parte de España. Ese mismo día, en el Centro de Alto Rendimiento de Madrid, todo se fue a negro y cortó los sueños de la gimnasta sevillana Ana Pérez. En un desgraciado accidente moviendo una de las camas elásticas de la sala de gimnasia artística, uno de los grandes nombres del equipo nacional sufría una gravísima lesión en sus dos pies: Rotura de ligamentos con luxación completa del tobillo derecho y una presunta fragmentación del cuarto metatarsiano del pie izquierdo. Y todo,a siete meses de sus segundos Juegos Olímpicos.
Ese mismo día, entró a quirófano para recolocar su tobillo derecho e iniciar un tratamiento conservador que le permitiera hacer su debut en Tokio. Ana salía del hospital con los pies inmovilizados y, como ella misma anunciaba semanas después en sus redes sociales, con "un futuro lleno de incertidumbre". Encerrada en su habitación, pasaron las semanas en busca de una recuperación que no llegaba. Su pie izquierdo, donde a priori había una lesión más leve con la rotura de uno de los huesos, no terminaba de recuperarse y le hacía imposible poder entrenar. Tres meses después, tras unas pruebas, se descubre que la rotura del cuarto metatarsiano era en realidad una lesión grave en el Lisfranc, el punto de unión de los huesos en el pie. Una lesión que solo se recuperaría con una operación que podía terminar con todo. "El médico me dijo que no me garantizaba que pudiera seguir haciendo gimnasia y decidí no operarme", relata a Relevo.
En junio, vuelve a quirófano para retirar un trozo de hueso suelto, también llamado 'cuerpo libre', en su pie derecho. Al mismo tiempo, el calvario con su pie izquierdo no termina y le obliga a renunciar a su sueño olímpico. Más de un año después de la lesión, en marzo de 2022, se da cuenta que no puede seguir ni en la gimnasia ni en su vida normal: "Prácticamente, no podía andar". Entra en quirófano para una operación que había rechazado y retrasado en el tiempo para no terminar su carrera deportiva. Dos placas y once tornillos en su empeine izquierdo que ha convertido su pie, como define ella misma, "en uno de Terminator".
Ni lesiones, ni operaciones, ni dolores. Nada paró a Ana Pérez para volver a la gimnasia. Este fin de semana, después de una batalla interminable de dos años en lo físico, e incluso aún más en lo psicológico, reapareció con un ejercicio de paralelas en la liga nacional de la Real Federación Española de Gimnasia. Hoy, abre sus recuerdos a Relevo para repasar cómo ha obrado el milagro de su vuelta a la competición.
Por fin lo podemos decir: Ana Pérez ha vuelto.
Bueno, aún me parece un poco increíble. Por más que lo pienso, me parece mentira que al final después de tanto tiempo, todo lo que he pasado y todo lo que he sufrido, vuelvo a estar ahí.
¿Cómo es la sensación de volver después de todo ese calvario?
La verdad es que antes de llegar, yo ya estaba con las lagrimitas fuera. Al final, a mí me removía muchas cosas emocionalmente y tuve que tener muchísima contención durante toda la competición. Intentar, aparte de controlar los nervios, controlar las emociones. Mientras la gimnasta que salía antes que yo estaba haciendo su ejercicio de competición, vino mi entrenadora, Lucía, a darme un abrazo. Yo estaba tan sensible que ahí se me saltaron las lágrimas. Antes de subir, yo ya tenía las lágrimas fuera. Me dije 'a ver, vale, controla. Controla los nervios, controla las emociones, ten cabeza fría'. Cogí aire fuerte, lo eché por la boca. Aunque llevaba dos años sin competir, llevo toda la vida haciendo gimnasia y lo llevo dentro. No me paré a pensar si me iba a salir, si no me iba a salir, simplemente me subí y lo hice.
¿Qué se te pasaba por la cabeza?
Antes de empezar, oía mucho el latido de mi corazón. Pero no quería centrarme en los nervios o en pensar si me podía caer. Intenté dejar la mente en blanco para evitar que los nervios se apoderasen de mí. Cuando terminé, estaba en shock y abracé a mi entrenadora, Eva. Me decía a mí misma que no me lo podía creer y y me puse a llorar.
Es que un ejercicio de gimnasia no te deja lugar para una emoción que te puede desconcentrar y ponerte en riesgo...
Cuando vienes de una lesión, da mucho miedo volver a lesionarse. Yo realmente estoy entrenando todos los aparatos, pero decidí que mi primera competición fuese solo paralelas porque estamos en el mes de febrero, aún queda mucha temporada. Hace frío y eso no va bien para mis pies. No quería salir con miedo y nervios. Era la primera competición después de una lesión y después de dos años, no quería añadirle el miedo a recaer. Hacer solo paralelas, dentro de esa intranquilidad, me daba cierta confianza porque mis pies no corrían ningún riesgo. Y aún así, hubo un momento que se me pasó por la cabeza, ¿sabes? Pero me di cuenta y en ese momento dije: 'No, no lo pienses. No le des más bola a eso. Has venido aquí a hacer paralelas como haces todos los días'.
"El año pasado me dije que era el final de mi carrera"
GimnastaYa has competido. En todo este tiempo, ¿pensaste que lo lograrías?
No. Aún me parece increíble. El año pasado yo ya me dije que era el final de mi carrera deportiva, Mi pie no estaba, el médico me dijo que necesitaba quirófano y que no me garantizaba que pudiera volver a hacer gimnasia. Sinceramente, llegué a creer que la gimnasia, para mí, se había terminado. Lo pasé muy, muy, muy mal... pero muy mal. En la gimnasia empezamos muy pequeñas, no conocemos otra vida que no sea la gimnasia. Cuando llega el momento de dejarlo, has tenido toda tu vida y todo tu tiempo ocupado. Has estado focalizada en la gimnasia y dejas la gimnasia y dices: ¡Vale, ¿y ahora qué hago con mi vida?'. Que sí, que estudio, que sí, que tengo más tiempo para hacer planes o para yo qué sé. Pero realmente nada de eso te llena como te llena la gimnasia. Fue un poco duro y, a medida que pasaba el tiempo, lo fui asimilando. Es verdad que cuando empecé la rehabilitación (de la última operación), vi que el pie estaba bastante mejor que antes de operarme y me animé a hacer gimnasia. Pero en un principio yo quería hacerlo porque me gusta la gimnasia, quería disfrutar, ver hasta dónde podía llegar. Pero, claro, lo de volver a correr me daba mucho miedo por la lesión. Yo me veía incapaz de volver a hacerlo. Es que aún no me lo creo.
¿Cómo definirías lo que has pasado?
Ha sido una montaña rusa. Cuando me lesioné, al principio, se me vino el mundo encima. El primer mes no dije nada a nadie, yo estaba en cama con los dos pies escayolados. Ese mes tuvo que estar mi madre en Madrid conmigo, yo era totalmente dependiente. Tenía una silla de ruedas y mi día a día era: me despertaba por la mañana, bajábamos a desayunar, subía, me metía en cama y me dormía hasta la hora de comer. Bajaba, comía, me dormía hasta la hora de cenar. Cenaba, veía un poco la tele y me volvía a dormir. No quería hablar por teléfono, mi padre llamaba y a mí no me apetecía hablar. No quería hablar con nadie, con nadie. No me apetecía y mi madre me decía, 'venga, súbete en la silla, vamos a dar un paseo, que te dé el aire' y yo no quería. Ese primer mes me lo pasé sin querer saber nada del mundo. Intenté animarme, preparar los Juegos de Tokio sabiendo que no iba a llegar. Yo lo sabía. Decido hablar con mi familia y les digo que he tomado la decisión de que no voy a seguir entrenando, porque sé que no estoy bien, que no llego y lo estoy pasando mal. Me tomé un mes para asimilarlo y lo hice público. Pero, claro, cuando lo hice público, para mí fue otro palo. Ya lo había interiorizado, pero solo lo sabía yo. Al verbalizarlo con la gente y exponerlo se convirtió en 'real'. Eso fue otro palo.
Es interesante conocer cómo vive el deportista el anuncio de su lesión y lo has definido como un 'segundo' golpe duro...
Yo dije: 'venga, estoy preparada'. Creía que lo estaba. Claro, ¿qué pasó? Lo hago público y con una noticia como esa, empieza a llamar la gente, a recibir mensajes, periodistas que querían hacerme entrevistas. La lesión era algo que yo sabía, que yo lo tenía para mí y que lo supiera todo el mundo se convirtió en un bombardeo. Todo afecta más porque tengo que estar todo el rato hablando de ello. Luego, antes de los Juegos, igual. En mayo, lo asumo y en junio, lo hago público y otra vez la gente empieza a preguntar, a llegar mensajes... Es verdad que he recibido muchísimo apoyo de mucha gente. Hubo un club de Andalucía que me mandó sudaderas, un montón de dibujos de niñas pequeñas, cartas... Eso me alegró un montón y he recibido mucho apoyo y mucho cariño de la gente. Me he sentido muy arropada, pero igualmente es un proceso duro y, muchas veces, se me hacía cuesta arriba tener que dar explicaciones.
¿Y la cabeza? ¿Cómo se gestiona todo esto?
Me encuentro con un montón de emociones que me cuesta gestionar. No sabía cómo hacerlo. Siempre digo que a los deportistas de élite nos enseñan que tenemos que ganar o entrenar para ser los mejores y dar todo de ti. Pero nadie te enseña qué tienes que hacer cuando viene una lesión y una mala racha. Más si esa racha se alarga y encima te dicen que igual no puedes hacer más tu deporte.
¿Y cómo se ve ahora, cuando se mira atrás?
Considero que ha habido dos etapas, la de la montaña rusa e inestabilidad emocional, y luego una segunda etapa de conocimiento y crecimiento personal. Ahora me veo, no sé, nunca me había sentido así como me siento ahora. No sé cómo definirlo, cómo explicártelo, pero siento que he aprendido un montón sobre mí misma, que es lo importante. Aún me queda mucho que trabajar, soy consciente de ello. Trabajo con una psicóloga, pero considero que he mejorado muchísimo. Si a mí esto me lo llegan a contar hace un año, te hubiese dicho 'que te peines' que no me lo creo.
¿Qué te ha hecho seguir luchando?
Siempre he disfrutado muchísimo de la gimnasia. Si miramos antes de la lesión, en 2017, empiezo a ser más consciente de mi gimnasia, empiezo a entender las cosas, a entrenar con sensaciones y disfrutaba el doble haciendo gimnasia. Me gustaba competir y me lo pasaba bien, había entendido que competía mejor cuando disfrutaba y no cuando me presionaba. Llega la pandemia, se aplazan los Juegos, tenemos una competición a puertas cerradas en diciembre de 2020, que fue mi última competición antes de la lesión. En esos meses, como le pudo pasar a muchos deportistas, yo no me siento cómoda compitiendo, he tenido una mala racha y que mi luz se había apagado. Yo no estaba disfrutando de la gimnasia, no me sentía yo. Era como alguien que no reconocía y no quería irme con aquel sabor amargo de algo que ha sido mi vida. Me lesioné quedándome con ese sabor de boca.
Por tanto, el objetivo de volver a competir es por la lesión y por irte disfrutando.
Llevo haciendo gimnasia desde que tengo 6 años y acabo de cumplir 25. Joder, después de tantos años, todo lo que he disfrutado, todo lo que la gimnasia me ha dado, creo que no me merezco este final. No quiero que una lesión me gane, no quiero ser 'Ana Pérez, la que se retiró por lesión'. Ya es por mí, por superación personal. Quiero ser la Ana Pérez que disfrutaba, que le gustaba ir a entrenar, que podía tener días mejores o días peores, pero al final le gustaba lo que hacía y lo disfrutaba. No quise quedarme con ese sabor de boca. Ahora, me digo a mí misma que si puedo llegar a competir con el equipo nacional otra vez, pues genial. Pero, si no llego, no me importa, yo quiero disfrutar de la gimnasia. Eso lo tengo como muy presente y me está ayudando a tirar para arriba. Ir con esa actitud, con esas buenas vibras, te ayuda también a tirar para arriba.
Empezando a hacer cositas después de una cirugía y mucho tiempo! Ojalá esto sea el principio de algo bonito 😍🤞🏼@becaspodium @RFEGimnasia pic.twitter.com/xwrSS9FBez
— Ana Pérez (@APerezPodium) September 20, 2022
Solo hace falta escucharte para ver que el cambio psicológico de estos meses ha sido increíble.
Yo llegué al punto que a lo mejor un día me despertaba por la mañana y decía, 'es que no quiero ni salir de la cama. ¿Para qué? Si no tengo nada que hacer'. Yo estaba estudiando a distancia porque mi grado superior no era presencial y me decía '¿para qué? Voy a salir, no tengo necesidad'. Al final, la vida sigue y han sido muchos meses de trabajo psicológico, no ha sido un click de hoy para mañana. Ha sido bastante duro. Te vas dando cuenta de las cosas, abres los ojos y ves que la vida con buena actitud es más fácil.
¿Qué ha cambiado todo esto a Ana Pérez?
Estos últimos meses, me siento mucho más fuerte emocionalmente, me siento más madura, me estoy dando cuenta de los aprendizajes que he tenido durante estos dos años, he aprendido a escuchar mi cuerpo, he aprendido un montón de cosas. En septiembre, cuando empecé a entrenar aún estaba un poco en la montaña rusa. En noviembre, cuando ya llevo dos meses que el pie ha ido cogiendo fuerza, yo me he puesto un poco fuerte, un poco en forma, pues me voy sintiendo mejor y me veo capaz de hacerlo.
¿Y ahora qué?
Ahora estoy súper feliz, estoy como en una nube. Pero, a la vez, quiero tener cabeza fría, mantener los pies en el suelo. Creo que la línea que hemos estado llevando hasta ahora me está funcionando muy bien, quiero ir al día. Quiero ilusionarme, claro que sí, con el Europeo, Mundial y demás. Pero, sobre todo, tener la cabeza fría para seguir avanzando. Escuchar a mi cuerpo, seguir regulando las cargas según lo que el pie me vaya permitiendo para no tener una recaída. Pero, al mismo tiempo, ir cada día un poquito más arriba.
¿Volver es la mejor medalla que podías ganar?
Sí, sí, la verdad es que sí. En septiembre, cuando me dieron el alta, vino mi 'fisio' y yo le dije: 'María, ¿te imaginas que vuelvo a competir?'. Solo pensarlo ya me emocionaba. Estoy súper feliz y yo ya, sinceramente, he ganado. Siento que me he superado a mí misma, que he superado un bache muy duro. He plantado cara a la adversidad y, para mí, eso ya es haber ganado. Ya todo lo que me queda es disfrutar y, lo que venga, bienvenido sea.
Si el otro día se te saltaban las lágrimas con volver a competir, ¿te imaginas cómo sería estar en París 2024?
Buah, ¿te imaginas? Es que yo tengo la sensación de que me he vuelto como muy sensible. Es cómo que he aprendido a dejar fluir las emociones. Antes siempre quería tenerlo todo bajo control y esto también es algo que hemos trabajado con la psicóloga. Mis emociones siempre las tenía a raya. Tengo la sensación de que ahora todo lo que venga va a ser emoción tras emoción.
Es curioso porque, cuando pasan estas cosas, se supone que te haces más duro, que seguramente te has hecho más dura, pero parece que también más sensible a la hora de valorar más cada pasito.
Sí, es como que lo valoras todo mucho más. Y yo me he dado cuenta, a raíz de la lesión, que a mí antes se me iba la vida en la gimnasia. No me salía algo entrenando y era un mundo. Y no, oye, me he dado cuenta que la gimnasia es una etapa, yo ya tengo 25 años, me guste o no, no me queda mucho más. Quiero disfrutar de lo que me queda.
Te quiero pedir que le mandes un mensaje a la gente que pueda estar pasando por esto y que pueda leer tu entrevista. Que esté aún en el suelo de lo que has pasado tú estos dos años, que esté en el peor momento. Creo que leerte a ti puede ser algo que les pueda motivar.
Hay una frase de una película, que a mí me gusta mucho, y dice: 'Lo bueno de tocar fondo, es que ya solo puedes ir para arriba'. Si hay alguien que esté pasando por una situación parecida a la que yo he pasado estos meses, ahora mismo lo verá todo negro, se ve todo mal y es difícil salir de ahí. Tiene que intentar agarrarse a lo positivo porque, aunque cueste verlo, siempre hay algo positivo. No todo va a ser malo en tus días, siempre va a haber una cosa, por mínima que sea, que te va a aportar algo de positividad. Hay que hacer un click en la mente y dejar de ser tan derrotistas. Eso solo es tirarnos tierra sobre nuestro propio tejado.