Sacha Kruithof, pelotari valenciano: "Empecé en la pared de mi vecino y he terminado jugando en Nueva York"
"Nueva York es la meca de la pelota, tiene el deporte totalmente integrado en la ciudad", asegura este joven entusiasta.

A los pocos minutos de hablar con Sacha Kruithof entiendes cómo, con 13 años, este pilotari de padre neerlandés y madre valenciana recorrió las empresas de su Orba (Alicante) natal en busca de financiación para acudir a un campeonato en Países Bajos y logró recaudar 300 euros. Es su energía desbordante la que habla, con un marcado acento valenciano, y convence. Ahora, a punto de cumplir 25, se prepara para viajar a Nueva York y Miami para competir en 'One wall', modalidad urbana de pelota que le ha llevado a codearse con los mejores del mundo y a soñar con ser el número uno: "Mi reto profesional a nivel competitivo sería ser campeón mundial, que no lo hemos sido nunca. Y en Nueva York, ser el King of the Courts, que es un torneo al año que te convierte en 'el Rey de las Canchas', es lo máximo". Ese puesto ahora lo ostenta el neoyorkino David 'The Favorite' Velez.
En abril, Sacha se convertirá en el primer extranjero en formar parte de la Liga de Llargues de Bélgica y participará en el Mundial de Pilota que se celebrará en Valencia en las modalidades de llargues y one wall. Bueno, cree que participará, porque la Federación Valenciana de Pilota no tiene actualmente seleccionador. Lo explicamos al final del texto. "Será una oportunidad muy grande que yo como deportista quiero aprovechar para dar a conocer la pelota, que más gente la conozca", confiesa el joven deportista, que más que como deportista se define como emprendedor: "Los deportistas minoritarios somos emprendedores, somos como una start up. Mi proyecto soy yo mismo. He hecho un plan para el año que viene, pero tenemos que ser muy ágiles para cambiar cosas, por presupuestos, por competiciones… El entorno no es estable. Intento cada vez tener más ingresos a través de patrocinios, intentar ganar, prepararme mejor para ganar más torneos. No estoy solo, pero soy un emprendedor, porque intento que mi proyecto, que es Sacha, vaya creciendo. Y lo monté yo, no fue mi padre que me vio y… No. Aposté por mí. Dije: "Vamos a buscarnos la vida".
"Los deportistas minoritarios somos emprendedores, somos como una start up. Mi proyecto soy yo mismo"
Pelotari valencianoY sí, comenzó a buscársela muy pronto. "Tenía 13 años. Empiezo a mirar qué campeonatos hay y veo que hay uno en Holanda. Y digo: "Pero para ir a Holanda necesito dinero. Tengo ahorros, pero vamos a intentar buscar algo de dinero para ir. Pero todo esto en secreto, no lo podemos contar a los papás, porque no me van a dejar ir." Ahí tenía que ser muy listo, porque tenía que ir a las empresas del pueblo y que no se enteraran mis padres. Fui a una empresa de importación de productos de China. Hablé con un chico, el dueño. Su padre jugaba a pelota, su madre también es de aquí de Orba y siempre le ha dicho: "A Sacha hay que apoyarle". Él no quería retorno, sólo ayudarme. De hecho, luego se convirtió en mi mecenas", relata.
"Yo le había pedido 50 euros a los del pueblo, a él iba a pedirle 60. Dije: "10 euros más, que éste es más grande", ríe la ingenuidad del momento. "¿Te vas fuera jugar? Te doy 100 euros", y yo estaba desbordado de alegría. Ahí se me escapó y les conté a mis padres: "Me han dado 100 euros para irme." Y dije: "Hostia tú, que no puedo decirlo". Aún no tenía el vuelo, pero les dije que sí, que tenía el vuelo y que me esperaban allí. Mi padre enseguida llamó a un tío suyo para ver si ese campeonato existía y que fuera a controlarme. Me dejaron ir porque pudo más mi entusiasmo que los miedos de mis padres", reconoce simpático este joven deportista, ahora de 24 años, vinculado a la pelota valenciana desde su más tierna infancia.
"Empecé a jugar a pelota porque en los pueblos teníamos pelota y fútbol sala, y yo jugaba a las dos cosas. Mi hermano jugaba y a mí no me dejaban apuntarme porque no tenía la edad, tenía 4 años, pero por "pesao", porque iba todos los días allí con que quería jugar, me dejaron apuntarme. Estuve combinando pelota, fútbol sala y tenis también. Jugaba a tenis a nivel nacional, pero por temas, sobre todo económicos, no seguí. Mi padre me dijo: "Elige un deporte, no hagas tantas cosas, pero el tenis no, porque no me lo puedo permitir". Hay que tener un pulmón económico", recuerda este activo pilotari, al que su madre le repetía aquello de "aprendiz de mucho, maestro de nada". Porque también tocaba el saxofón en la Banda de Música de Orba. Pero la música y el deporte no fueron compatibles y con 14 años le dio de lado a la música. Y al fútbol sala y al tenis.
"En esa edad realmente no elegí pensando en el dinero ni en nada, elegí pensando en lo que más me gustaba. La pelota me gustaba mucho porque los otros deportes los practicaba cuando iba a entrenar, pero la pelota la podía practicar en cualquier sitio y me permitía jugar yo sólo o extorsionar a mi hermano (cuatro años mayor), cuando el quería descansar, para que jugara conmigo. Yo es que jugaba a la pelota todos los días. De hecho, en el parón de la escuela a mediodía, comía rápido y me iba a darle a la pared del vecino, en mi calle, que todas las tardes estaba haciendo la siesta y salía y me decía: "Para de jugar". No sabes las veces que pasaba alguna abuela y me decía: "¿Pero quién gana, tú o la pared?" Siempre, siempre estaba jugando. Hacía muchas horas, porque me gustaba. Siempre lo digo, que empecé ahí en mi calle en Orba y he terminado jugando en Nueva York, que no me lo esperaba yo nunca", confiesa Sacha, cuya vinculación con Estados Unidos empezó mucho antes de que fuera consciente de ello.

"Hubo un jugador americano que vino a hacer una demostración, William Polanco, y que acabó siendo alguien muy importante para mí. Yo tenía 9 años. Nos invitaron a algunas escuelas y me quedé maravillado. Me encantó. "Alguien que venía de la otra parte del mundo, que también jugaba a pelota, a esto que jugamos sólo nosotros aquí…", pensaba yo. A esa edad no sabría ni que también jugaban en el País Vasco, porque eres un niño", reconoce el jugador.
Raspall, escala i corda, llargues, galotxa, pilota grossa, frare, galotxetes, frontó valencià, perxa i One Wall son las diez modalidades de pelota de la Comunitat Valenciana, pero la que a Sacha le ha cambiado la vida ha sido el One Wall. "A esa edad yo jugaba a pelota valenciana en sus diferentes modalidades, pero no tenía ni idea de la existencia del One Wall, aunque sin darme cuenta yo estaba jugando a eso, porque jugaba contra la pared, que es lo que hemos hecho todos alguna vez en nuestra vida: coger una pelota y darle a la pared. Es lo más sencillo. A raíz de esa demostración de William, hicieron un torneo por escuelas y después, un torneo de menores. El One Wall estaba llegando a Europa. Hicieron el primer Campeonato Europeo de menores en 2012 en Bélgica. Nos seleccionaron a la escuela de Orba en la que jugaba y ganamos el campeonato sub-15. Yo tenía 13 años. Al ganarlo, me motivé, porque vi que era una modalidad que me permitía entrenar solo. Sé que no era lo más idóneo, pero que podía hacerlo, porque en otras modalidades si no tienes a otro al lado de la cuerda, no puedes entrenar. Esta modalidad me permitía ponerme delante de la pared y practicar. El eslogan del deporte es 'Una pared, una pelota, jugar', es que no necesitas nada más", explica el deportista valenciano.
"El One Wall es la modernidad de la pelota"
Pelotari valenciano"El One Wall es la modernidad de la pelota. Se juega contra la pared con unos guantes, no tienes que prepararte la mano, y con una pelota de goma que vale un euro. Es un deporte muy barato y muy inclusivo, porque paredes tenemos por todos lados y puede jugar gente de todo tipo. Es como el fútbol, que no discrimina por situación socioeconómica ni por edad ni nada. Puede jugar todo el mundo, no importa si tienes más o menos fuerza. Son estos deportes que mucha gente practica sin darse cuenta. Cualquier pared sirve para jugar. Es muy espectacular. Es golpear la pared y cuando da dos botes la pelota, es punto del otro. Simplemente hay una línea de saque. Si yo ahora te llevo a un trinquete, para entender el deporte tienes que venir dos o tres días. Es gente más especializada, pero el One Wall es muy sencillo", asegura Sacha.
Aunque las paredes que a él le han cambiado la forma de ver la vida, el deporte y hasta el mundo han sido las de Nueva York, donde llegó de la mano de aquel chico americano de origen dominicano que le fascinó con apenas 9 años y con el que contactó gracias a una camiseta. "En Holanda conocí a un chico de Nueva York que hacía camisetas. Le pedí que me hiciera una con mi nombre. Se la hiciera llegar a William. Aproveché que vino a jugar a Londres y se la di. Esa camiseta fue el enlace, la excusa, para decirle a William que quería ir a América, que si él me podía ayudar de alguna manera", cuenta Sacha, que recibió un sí del norteamericano, veintitrés años mayor que él. "Me dijo que me ofrecía ir allí, que podía estar con su familia. Fue el que me abrió las puertas para poder ir a jugar a Nueva York. Fui la primera vez a América en 2016, con 18 años recién cumplidos, y flipé", rememora Sacha, cuyo estreno en las calles de Nueva York le costó más de 500 dólares.

"Me voy a América con ilusión y pensando que allí puedo hacer algo, a ver si puedo jugar con los mejores. ¿Qué sorpresa me llevo allí? Que me ganaban todos. Pero todos es todos, hasta gente que estaba gordita y no se podía mover bien me ganaba. Para mí fue un chasco muy grande, porque te piensas que como aquí eres bueno, pues allí también. Pero no, fue un golpe de realidad. Yo ahora, cuando voy por los parques de Nueva York, los jugadores me conocen, pero cuando iba entonces me sentía muy pequeño. Aquello tan grande, tanta gente jugando, y la barrera del idioma. Me costó un poco ese proceso mental, yo me veía más pequeño. Pensé que estaba a años luz", confiesa Sacha, que no duda a la hora de señalar sus debilidades en aquel momento.
"Me faltaban muchas horas de juego y de izquierda, yo no tenía izquierda. En esta modalidad tú estás jugando contra una pared y ellos tienen dos manos iguales, dos. Y aquí en nuestras modalidades jugamos con una mano dominante y la otra la tenemos, como decimos, para mear. Me faltaba eso y muchas horas de juego. Ellos allí juegan mucho. Me sirvió como un impulso y motivación para seguir entrenando. Ese verano mejoré un montón, porque jugaba todos los días, pero perdí dinero porque tenía que apostar y perdía mucho", recuerda el deportista, que explica así el porqué de las apuestas: "En América, si tú eres malo y quieres jugar con los mejores, tienes que apostar. Es la cultura urbana de que si quieres jugar con los mejores, tienes que apostar, porque a ellos jugar contigo no les sirve de nada si no. Así al menos ganan dinero. Se apuestan unos 20 dólares por partida. Allí vas un rato al parque y a lo mejor te vuelan 100 dólares. En mis dos primeros meses allí, perdí 500 dólares seguro, que para mí en esa temporada sí era mucho dinero. Fue como pagar unas clases. Fue un aprendizaje acelerado", cuenta entre risas el valenciano.
"En América, si tú eres malo y quieres jugar con los mejores, tienes que apostar. En mi primer verano allí perdí unos 500 dólares"
Pelotari valencianoUn aprendizaje que no sólo se produjo en lo deportivo, sino también en lo personal, tal y como cuenta: "Viniendo de un pueblo chiquitito como Orba, que yo pensaba que no iba a salir de aquí, y si salía sería por viajar y no por el deporte, un día me encontré en Nueva York cenando con nueve personas de países diferentes, de diferentes culturas que compartimos una misma pasión, un mismo deporte. La pelota me ha permitido hablar inglés, ahora estar aprendiendo francés porque me voy a jugar la liga belga, he conocido gente jugando con la que luego he hecho negocios, he aprendido de finanzas porque un amigo trabaja en banca… Ha sido abrirme al mundo. Quitarme muchos prejuicios de encima, porque al ser un deporte tan barato te encuentras gente de todo tipo jugando, gente que tiene dinero, gente que no tiene dinero… Además, se entrena en individuales y en dobles, con chicas, con chicos. Todo eso te abre la mente y tu perspectiva de vida. Y te hace ver que no estamos tan lejos como nos hacen creer. Que no hay tanta brecha, que el deporte al final nos une", reconoce un sensato Sacha, que continúa reflexionando.
"Te das cuenta de que lo que te han pintado como normal no existe, no existe lo normal, porque cada uno tiene su normalidad. Y que no hay que idealizar nada. Ves muy buenos jugadores de países donde no tienen nada y comen siempre lo mismo, y a lo mejor a ti te han hecho creer que tienes que comer equis cosas para jugar bien. Y nada más lejos de la realidad. Yo me pasé dos meses comiendo lo mismo en casa de William: arroz, pollo y habichuelas. Para comer y para cenar. Lo bueno es que no tenías que pensar ni preguntar qué ibas a comer o cenar, al segundo día dejas de preguntar qué comemos hoy. Eso te hace valorar la diversidad de comida que tenemos, el que podamos elegir, y que esa mujer lo hacía porque es su cultura y también por economía. La mamá de William sabía lo que se iba a gastar todas las semanas. Y ves que juegas igual comiendo eso, que no pasa nada. Cada uno se alimenta, come y vive como puede, como tiene o como quiere, y no hay que juzgar. Creo que ése es mi cambio más grande, no prejuzgar, porque te rompen tus esquemas", confirma el pelotari.
"Cada uno se alimenta, come y vive como puede, como tiene o como quiere, y no hay que juzgar"
Pelotari valencianoCentral Park, Chinatown, Westford, Queens, Brooklyn y Coney Island cuenta el valenciano que son las zonas de la ciudad neoyorkina donde más se practica pelota. "Hay una aplicación de los New York City Parks donde te dicen todas las canchas que hay, y los jugadores se registran y se puede ver dónde juegan. Pero se juega en los parques de la ciudad, hay 2.000 canchas." Las que más ha impresionado a este joven aventurero son las del Brooklyn Bridge Park Pier 2. "Las canchas están, literal, en el agua, con todo el skyline detrás. Jugar ahí a mí me emociona. Es increíble. Nueva York es la meca de la pelota, es una ciudad que tiene el deporte totalmente integrado en la ciudad. Cuando veo las fotos jugando en ese parque, de esas canchas que están colgando en el agua, no me lo creo. Cuando voy y llego allí, flipo de verlas y me emociono pensando: 'Mi deporte tiene un espacio en la ciudad de Nueva York, un espacio para él. Entras en el parque y es un deporte más. No está apoyado porque es de aquí y está hipersubvencionado por temas políticos, no, es un deporte tratado como otro'. Eso es lo que yo intento transmitir a todo el mundo. Ahora que hablo contigo es cuando pienso: 'Joer, pues sí que he vivido cosas, porque muchas veces no somos conscientes del camino recorrido. Creo que puedo inspirar a otros jóvenes', confiesa Sacha.
Es lo que pretende hacer en su periplo belga el pelotari, que el 16 de enero se marchará a Nueva York a competir, el 27, 28 y 29 de enero lo hará en Miami, y el próximo mes de abril se convertirá en el primer extranjero en jugar la liga de llargues de Bélgica, la Balle Pelote. "A llargues se juega en Alicante y en Bélgica", detalla.
"Ser el primero mola. Además, allí tengo un contrato profesional, aquí cobrábamos por partido. Hay una estructura muy sólida, como el fútbol, tienen siete categorías. La expectativa es subir, y si no, al otro año, fichar por otro equipo de Primera", explica Sacha, que hasta este año ha militado en el Club de Pilota Parcent y que de abril a septiembre, el tiempo que dura la competición, jugará con el Sirault de la Segunda división belga. Además, en Bélgica emprenderá otro proyecto junto al que es su entrenador desde hace ocho años, Manel Reig.
El pelotari va a poner en marcha una academia de llargues y One Wall en Bélgica
"Vamos a montar una academia en Leuze y vamos a combinar las dos disciplinas, One Wall y llargues. Y eso me gustaría después traerlo aquí. Es como montar una escuela de tenis, pero a pequeña escala, siendo conscientes de la dimensión del deporte. Pero el proyecto de academia es el proyecto a futuro. En Nueva York me impresionó mucho el poder de transformación social que tiene, que es lo que estoy intentando e intentaré hacer aquí. Hay muchas barreras para que la pelota sea urbana, que la pelota se juegue en la calle, pero hay que conseguir cambiar esa mentalidad. Es complicado, pero es mi misión aparte de la parte competitiva: transmitir esa pasión por el deporte y ayudar a que crezca y que impacte positivamente en niños y niñas, que les ayude a mejorar sus vidas, porque el deporte lo que hace es mejorar nuestras vidas, que conozcamos a gente, que nos ilusionemos, que estemos más sanos", enumera este entusiasta que dejó sus estudios de International Business en la Universitat de València en 2019 después de cursar dos años y algunas asignaturas de tercero.
Reconoce que su universidad ha sido la calle, la pelota: "Cuando dejé la universidad, en casa no lo vieron muy bien porque, al final, que te dejes los estudios, no está bien visto. Es verdad que, aunque me dedique a la pelota, sigo siendo muy inquieto, me gusta conocer, aprender, crear vínculos. Mis padres sí que han entendido que tengo proyectos más allá que simplemente la competición, que no se tienen que preocupar. Siempre lo digo, que estoy muy poco preocupado si me tengo que retirar el día de mañana, pero tengo muchas cosas que quiero hacer. No es que terminaré mi parte competitiva y diré: "¿Ahora qué hago?" Yo le dije: "Papá, por mí no te preocupes, que yo me busco la vida".
Ésta debe ser la frase que más veces haya repetido Sacha en la conversación y, probablemente, hasta la que más ha pronunciado en su casa de Orba, donde sigue tocando tierra y pensando en promocionar la pelota. Como lo hará del 27 al 1 de abril en el Mundial en las modalidades de llargues y One Wall que tendrá lugar en Valencia. Está colaborando con la empresa que gestionará la comunicación de un evento que congregará a 25-28 selecciones de todo el mundo, y espera hacerlo también como jugador. "No está confirmada la totalidad de países. Confirmadas a día de hoy hay 25, con federaciones nacionales. Aún no sabemos exactamente cuántas habrá, tampoco si jugaré, porque ahora mismo no hay seleccionador. Nadie sabe nada, es exagerado", dice con una risa que esconde paradoja y sorpresa.
"Es que ha habido ahora elecciones y el nuevo presidente de la Federación Valenciana de Pilota, Vicent Molines, era el seleccionador. Parece que igual se está planteando ser también el seleccionador ahora… Tienen un quilombo, porque tienen que montar un grupo y desde 2018 no ha habido Mundial, y además en estos años ha habido un cambio generacional. Quedan cuatro meses y realmente no te puedo decir si voy a jugar el Mundial. Entiendo que sí, pero saberlo, no lo sé", confiesa extrañado Sacha, que espera formar parte de la selección valenciana.
También la vasca participará en esta cita que espera sirva para "demostrar que la pelota es un deporte mundial. Tenemos la suerte de poder acoger un Mundial en casa, de mostrarle al mundo que nos gusta la pelota, de que haya muchas actividades para niños y acercar la pelota a un público más general. Es una oportunidad muy grande que yo como deportista quiero aprovechar para dar a conocer mi deporte".
Un deporte que le ha hecho aprender a buscarse la vida, como recalca Sacha. Que le ha hecho aprender a vivir. "Estoy en el proceso de ser maestro, pero me sigo considerando aprendiz de muchas cosas", concluye este joven entusiasta de la pelota y de la vida que deja un nuevo resoplido cuando habla de luchar por convertirse en "el rey de las canchas". "Ojalá algún día".