La sonrisa falsa y el martirio que esconde el culturismo: "Pasé 40 semanas con la cabeza bajo el agua"
El entrenador y competidor en culturismo Gonzalo Barrio explica qué hay detrás de una preparación para competir en este deporte.

Gonzalo Barrio (Bilbao, Vizcaya) ha pasado años siendo el artífice del cambio físico de otros como entrenador. A sus 26 años, después de más de media década dedicándose al resto, decidió dar dos pasos al frente. El primero, convirtiendo esos cambios en algo más que el logro personal que de por sí ya supone, acompañando hasta a seis personas hasta una tarima de culturismo. El segundo, emprendiendo él mismo ese camino al escenario. Durante mucho tiempo, sin saberlo, se había estado encaminando él también para ese momento, y hace justo un año comenzó una preparación de casi nueve meses.
Ahora se ha dado cuenta de que prefiere rehuir la etiqueta que un día él mismo se puso. Aunque lo de 'culturista' lo ubique en el nicho que ama. La pasión por el entrenamiento, por verse rodeado de hierros, lo condujo por el camino que desemboca en un escenario al que se tuvo que subir semidesnudo, únicamente abrigado por un tanga. Aquella idea que para él era "parte de su proceso" lo terminó destruyendo, ni siquiera se dio cuenta de haber alcanzado el objetivo. Aún así, abraza la idea de volver a pisar una tarima de culturismo. Probablemente, porque no recuerda lúcidamente lo que sintió.
Hace 12 meses pesaba 107 kilos de peso corporal, que redujo a 76 en cuestión de ocho meses. Es para valientes. Solo alguien cegado por un objetivo "enriquecedor" pasaría meses atado a una rutina sin tregua, sujeta a un horario inamovible. Pero de eso requiere este deporte. Una disciplina tapada por el estereotipo que genera un cuerpo musculado y que esconde luchas mentales y secuelas físicas. Después de años narrando el cuento desde fuera, en septiembre del año pasado completó la novela y ya puede dar el discurso entero. Un discurso que dirige a concienciar a los próximos competidores.
Antes que competidor siempre has sido entrenador. ¿Cómo te surge la chispa de querer preparar físicamente a personas?
Mi hermano Álex y yo empezamos a ayudar a las personas a través de HB (Hermanos Barrio) cuando estábamos en la Universidad, en primero de carrera. La típica persona con la que haces buenas migas en el gimnasio y te pide que le eches una mano. Ya en segundo curso, hace unos seis o siete años, nos lo empezamos a tomar más en serio, empezamos a buscar más gente a la que ayudar. A mí me nace desde el hecho de que me encanta entrenar, pero tengo un problema, y es que no puedo hacerlo todos los días. Los días en los que me toca descansar me encantaría ir al gimnasio, pero no puedo. Y ayudando a otras personas en sus respectivos procesos encuentro la motivación que me hace falta. Yo no puedo estar al mismo tiempo en etapa de ganancia muscular y de pérdida de grasa, preparándome para levantar 300 kilos en un peso muerto o preparándome para competir, y el ser partícipe de eso a través de las personas es lo que me motiva a llevar sus preparaciones. Lo siento como mío y lo disfruto una barbaridad, porque es mi manera de canalizar mi motivación en el entrenamiento.
En este sentido también entra en juego la pregunta de: ¿Qué es ser buen entrenador? Como tal, no me considero entrenador. Álex y yo lo que hacemos es 'acompañar' a las personas, y depende del objetivo se hace de una manera o de otra. Cuando acompañas a una persona que quiere competir en culturismo terminas teniendo una relación súper cercana, y muchas veces el tema que menos tocamos es el nutricional, es más el psicológico. Y eso a mí me encanta.
Entonces, ¿necesitas pasar por esa experiencia de competición para poder 'acompañar' a competir a otros?
Totalmente. Sus procesos me mantienen motivado, y, a la vez, mi propio proceso también nutre a otras personas. Siento que es imprescindible estar pasando por el proceso o haberlo hecho para poder tener buenos resultados con otros. Tienes que tener la experiencia para adquirir los conocimientos, porque los libros pueden decir una cosa pero luego la realidad puede ser otra. El haber pasado por eso te da un conocimiento mucho más holístico de lo que estás haciendo.
Te pongo un ejemplo: estás preparando a una persona para competir, y ya van tres días seguidos en los que no ha rellenado el peso corporal en el Excel. ¿Por qué si llevas 12 semanas seguidas rellenándolo sin fallar, ahora no lo haces? Tu ahí ya sabes que algo va mal. O la post-competición, con muchos atracones. Es algo que antes de pasar por ese estado veía de una forma, y después la percepción me ha cambiado completamente. Al final, la gente que se prepara para competir tiene todo pautado de una manera muy robotizada. Y no podemos olvidar que son personas. Muchos quieren que se les trate así, ponen esa "visión de túnel" para llegar al objetivo, pero la mayoría no puede, son personas.
Este año es precisamente cuando has vivido las dos partes del cuento, para poder contarlo completo, como dices. ¿Cómo has logrado compaginarlas?
Durante toda la preparación ha sido increíble. Nos estrenamos mi hermano y yo este año, y hemos llevado a seis personas a competir. Era un reto tremendo. También porque en la primera vez competía una mujer, Judith, que es aún más complejo por todos los condicionantes extra que tienen. Y como te decía, eso me ha retroalimentado muchísimo. Sobre todo porque esas seis personas estaban dándolo todo, y yo me decía a mí mismo: 'Si estas personas están haciéndolo así, yo tengo que predicar con el ejemplo y ser el que más se deja la vida en esto'. Cuando tenía un día malo, en el que estaba cansado y no quería entrenar, me metía a la conversación con Iñigo (uno de ellos) y decía: 'Vamos con todo'.
¿Y cuando Iñigo y Judith tenían un mal día y tú también, cómo lo llevabas, sentías que dabas un paso atrás?
No me ha ocurrido durante la preparación, pero sí en la semana previa a salir a tarima, en la última. Ha sido la semana en la que he tenido el pico de estrés más grande de mi vida. Aumentaba a medida que se acercaba la competición, día a día. En esa última semana, hablando de mi caso, de mi físico, las cosas no estaban yendo como quería. Nada estaba saliendo bien, nada estaba saliendo como queríamos. Y yo, que siempre quiero tener todo bajo control, sentía que me estallaba la cabeza. Y si a eso le sumamos que debía estar pendiente de las personas a las que al mismo tiempo acompañaba en la competición, era un estrés añadido. En eso fue clave Álex, que me ayudó muchísimo. El día de la competición se encargó él totalmente de ellos. Es algo que también ocurre en el día a día, al ser dos pensamos mejor que uno, y somos hermanos; mis fortalezas compensan sus debilidades y al revés.
A ese estrés también contribuyó que lleváramos la recta final de la preparación con un control excesivo. Hacía chequeos diarios con mi preparador, Nick Gloff, después de cada comida. Intentábamos controlar todo, como si fuera a competir en el Mr. Olympia, la competición más grande del mundo del culturismo, y en realidad iba a hacerlo por primera vez en un regional de Salou.
A todo esto, ¿por qué decides competir?
Como ya te he dicho, a mi me encanta entrenar, y creo que lo sentía como algo natural, el siguiente paso del proceso. El año pasado tuve la primera experiencia de competición con Álex: fuimos a Dubái, donde ganó, y luego a Los Ángeles que es donde se hizo profesional. Y pensé: "Esto está guapísimo, yo también quiero vivirlo". Quería verme así. Pienso que todas las personas merecen verse al menos una vez en su vida en ese punto, que considero que es su mejor versión. Merecen ver lo que pueden llegar a ser. Personalmente, quería ver esa versión de mí en una tarima, y desde una perspectiva competitiva compararme con otras personas y ganar a esas personas.
¿Es algo casi obligatorio?
Si solamente te gusta entrenar, no. No es necesario. Pero para alguien a quien le gusta de verdad el culturismo es algo enriquecedor, porque no deja de ser una parte importante de eso que le gusta.
¿Entonces el concepto de 'culturismo' no se completa sin esa parte de competición?
Siento que hay dos tipos de culturismo. Por un lado está el culturismo de competición, y por otro el que cada uno tiene como concepto propio. Para mí, por ejemplo, el culturismo es progreso, crecimiento, es avanzar. Realmente son conceptos abstractos, y ahí es donde entra mis propios estándares de lo que es avanzar, crecer y progresar. Levantar 300 kilos en peso muerto es parte de 'mi culturismo'. Eso, realmente, no te lleva a ninguna parte, pero a mí me motiva y es lo que me hace pensar que estoy progresando. O en la siguiente etapa de definición (pérdida de grasa) ser capaz de mantener el porcentaje graso a raya mientras como hamburguesas y sushi cada semana, porque me encanta hacerlo. En esta preparación el motivo por el que colapsé fue porque yo siempre he tenido unos estándares de cómo se deben hacer las cosas, sin poner el foco en el objetivo.
¿Está el culturismo bien 'pagado'? ¿Compensa?
Para mí, el culturismo de competición no compensa. Lo que de verdad me llena a mí, por ejemplo, es crear mis propios estándares de culturismo y el día a día que conlleva practicar este deporte. Poner el foco en el proceso. Pero es que en el culturismo el proceso lo pasas por un objetivo. Si yo no me estuviera preparando para ganar la competición, no estaría haciendo tres sesiones de cardio diarias y cumpliendo con 20.000 pasos, no estaría buscando ese punto de competición. Esa acción, per se, no me da ningún beneficio más allá de la búsqueda del objetivo.
Esos estándares que yo creo son lo que más me motiva. El no poner el foco en ese objetivo me permite tener la capacidad de, la próxima vez que quiera competir, tener un espacio y un margen para manejar mejor la situación. Porque para competir hay ciertas cosas que tienes que hacer sí o sí. Con esto hago la analogía de que, a veces, tienes que meter tu propia cabeza debajo del agua. Ponerte bajo esa presión. Pero puedes minimizar ese tiempo que pases bajo el agua, y es en lo que quiero trabajar. Yo me pasé 40 semanas con la cabeza debajo del agua y no aguantaba ni un día más. Cuando te fijas en culturistas de élite, durante el año están tranquilos. Se toman la preparación desde un punto mucho más desestresado. Ahora, por ejemplo, cada sábado trabajo el peso muerto y después voy a comerme una hamburguesa, y el placer que me produce ese plan y darme la libertad de después dar un paseo y terminar durmiendo sobre la una de la mañana, me hace enfocarme en los 300 kilos que quiero tirar en peso muerto. Hace un año tenía todo súper regimentado; a las 21:00 me dormía, a las 5:30 me levantaba, hacía seis comidas al día separadas por dos horas… Y eso no me hacía disfrutar de 'mi culturismo'.
¿Qué recuerdas del momento de subir a la tarima?
No lo disfruté. Tampoco recuerdo del todo bien el momento, empiezo a recordar cosas a raíz de ver todas las grabaciones. El día en general, es uno de esos que considero como los más duros de la preparación. Sobre el momento en el que me subí a la tarima, cuando estaba ahí arriba me acordaba de las clases de 'posing'. Durante la preparación estuve practicando con un 'coach' la rutina de poses, y recuerdo que me hacía aguantar cada una en rondas de dos minutos, sin parar. Estando arriba, en la tarima, me acordaba de sus palabras, en mi cabeza estaba lo que me decía siempre de 'hold it', 'aguantala'. No veía ni a la gente ni a los jueces, sólo eso.
Recuerdo también el alivio de cuando terminó, me dieron ganas de bajarme del escenario, pero no podía dejar de posar e irme, ya estaba en el objetivo. La gente me decía que se me veía sonreír, que no se me notaban esas ganas de dejar de posar y bajarme. Yo les decía: "Es que precisamente he pasado meses entrenando esto".

Competiste primero en Salou y dos semanas después en Valencia. ¿Qué pasó en esas dos semanas de diferencia?
Mucha comida y mucho entrenamiento. Estaba cansado de sentirme débil, de pasar tanta hambre y no entrenar como quería. Y en esas dos semanas lo que hice fue comer lo que quería. Recuerdo volver de Salou e ir a cenar con mi padre a un italiano; cené entrantes, pasta, lasaña y pizza. Era un pozo sin fondo.
Tras la primera competición sentí mi situación como si se tratara de un péndulo. Estaba en un extremo, sujetando ese estado de foco máximo, y cuando me bajé del escenario fue como soltar el péndulo y que la bolita pasara directa al otro lado, el descontrol. Quería soltar todo. Y después de aquello, era completamente consciente de que mi físico en Valencia no era el de competición, pero quería tener esa segunda experiencia.
¿Qué sensación buscabas tener en Valencia?
Quería tener la sensación de jugar. La competición natural en el culturismo es como el juego dentro del juego que está dentro del juego. Es como un circo. Las personas que lo han organizado deciden, y hay un público que lo ve. Quería ser consciente de que mi vida no dependía de ganar o perder en eso que, en aquel momento, era lo más importante para mí. Y quería, de cara a futuro, hacerme a la idea de que podía ganar ese juego la siguiente vez.
Si has sufrido tanto, has pasado tantas semanas con la cabeza debajo del agua, y crees que no es del todo sano competir, ¿por qué volverías a hacerlo?
Porque sé que puedo hacerlo mucho mejor. Sé que el sufrimiento que he experimentado se debe a una falta de realidad desde el inicio, a un mal planteamiento. Todo el proceso estaba programado desde el principio para que terminara así, porque empecé la preparación en febrero pesando 107 kilos y la terminé en septiembre con 76. Pasé 35 semanas perdiendo un kilo por semana en cada una de ellas. Yo sé que la mejor versión de Gonzalo puede y sabe hacerlo mejor. Y me apetece hacerlo mejor. Aunque tampoco me planteo si estoy hecho para esto o no.
¿Sin esa fecha fijada, que es a lo que muchos se atienen para considerarse como tal, puedes llamarte a ti mismo culturista?
Creo que definirte a ti mismo como culturista te limita mucho como persona. Yo soy Gonzalo, me gusta mucho entrenar, me gusta pasar tiempo con las personas de mi entorno… y hacer culturismo es algo que yo decido, no es mi identidad. Y durante mucho tiempo fui el que decía: "Soy Gonzalo, el culturista". Es también uno de los mayores aprendizajes que saqué de esta primera experiencia de competición.
Del mensaje que mandaste en tus redes sociales me quedo con una frase que dices entre lágrimas: “La forma tan extrema en la que he tratado el culturismo”. ¿A qué te refieres exactamente?
Me refiero a la rutina que he llevado todo este tiempo. A las 21:00 era la hora de dormir, las 5:30 era el momento de levantarse, a las 8:00 hacía la primera comida, a las 10:00 la segunda, a las 12:00 la tercera, a la 13:15 estaba en el gimnasio, a las 18:00 comía por cuarta vez… Y eso sin un objetivo de competir inmediatamente. Solo teniendo la visión de que lo haría, quizás, en dos años.
¿Crees que el culturismo está idealizado hoy en día?
Creo que lo bueno de todo esto es que cada vez hay más personas que se dan cuenta de la importancia real que tiene el entrenamiento. Mucho más allá del físico, también para la salud. Pero partiendo de este hecho, hay muchas personas confundidas que no saben en qué punto están. Que tienen una falta de realidad. Ven a muchos 'influencers' haciendo esto y piensan: "Joder, yo también quiero". Nosotros hemos hablado con mucha gente que quería competir este año o el siguiente, personas que pesan 70 kilos en etapa de volumen (ganancia muscular) y no tienen que pensar en esto. También he hablado con personas que lo están pasando fatal post-competición. Entonces, es mucho más importante asentar unas bases de entrenamiento, sobre todo, antes de empezar a hilar más fino con la nutrición. Porque sin esa madurez y sin estar listo para lo que supone una competición, porque has confundido el momento en el que estás, vas a tener malos resultados y vas a acabar hecho polvo. En mi caso, al estar muy bien rodeado, me ha costado unos tres meses recuperarme bien, pero en otras personas puede suponer dejar de entrenar o desarrollar un TCA (trastorno de conducta alimentaria) muy grave. La competición es increíble solo cuando eres consciente de tú realidad, y no cuando intentas llegar a unos estándares que están muy lejos de esa realidad.