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Cómo unas gafas que ciegan fueron claves para que Topuria ganara a Volkanovski

El triunfo del hispanogeorgiano se basó en una gran defensa que entrenó con este elemento.

Ilia Topuria posa con su cinturón tras el UFC 298./UFC
Ilia Topuria posa con su cinturón tras el UFC 298. UFC
Álvaro Carrera

Álvaro Carrera

La victoria de Ilia Topuria sigue encendiendo a los aficionados de las artes marciales mixtas en España. El triunfo del hispanogeorgiano es tendencia. El bombazo con el que anestesió a Volkanovski es viral, pero más allá de esa acción, la victoria se cimentó en otros muchos factores.

Mejora de la capacidad de reacción

Ilia Topuria trabajó mucho durante la preparación la capacidad de reacción. Sabía que Volkanovski intentaría sorprenderle con acciones rápidas, por lo que debía ser más veloz. Lo fue en el primer asalto. Hubo mayor volumen del australiano, pero el hispanogeorgiano salió prácticamente ileso.

En esta preparación, Ilia añadió importantes innovaciones técnicas como contamos en Relevo. Una de ellas fueron las gafas estroboscópicas. Con ellas mejoró su capacidad de reacción, logrando mejorar la marca de velocidad en un circuito de luces, pero sobre todo se supo anticipar. Este aparato permitía tapar una parte de la visión durante ciertos periodos de tiempo.

Topuria y su equipo tenían claro que Volkanovski iba a intentar sorprenderle con una patada a la cabeza con la pierna adelantada (izquierda). Por ese motivo, según ha sabido este medio, el luchador entrenó con la parte de la visión que debe ver esa acción tapada. Repetir, repetir y repetir. Así, mejoró sus cualidades. Siempre que Volkanovski intentó esta patada en el primer asalto se encontró con la mano de Topuria. La lectura fue correcta y el trabajo, efectivo. Ninguna de esas patadas dañó al nuevo campeón.

Peleó sin precipitarse

La defensa era la primera de las patas del plan de Topuria. Volkanovski no es un finalizador, pero una patada en la sien, por ejemplo, podía echar por tierra la pelea. Este fue el motivo que hizo que el hispanogeorgiano no se precipitase durante el primer asalto. Lo dejó correr y aunque lo perdió no arriesgó. Esa es una de las cualidades que destacó frente a Emmet y de nuevo ante Volkanovski. Ilia sí es un finalizador, pero no se precipitó. Supo estar tranquilo y encontrar su momento. Tenía claro que llegaría.

El señuelo que abrió el hueco en la guardia de Volkanovski

Durante el primer asalto y el segundo, se vio a Ilia Topuria lanzando manos muy duras con su derecha. La opción era terminar todo con un golpe... o eso quería que pensásemos todos. Lo probó, claro, pero el plan se vio que era otro. Desde el segundo asalto el hispanogeorgiano se plantó. Se llevó varios jabs, que le marcaron la cara, pero entró en la distancia que quería. Cuando vio claro el hueco fue cuando lo cerró. Volkanovski se movía cuando entraba Ilia con una mano, pero antes del KO lo hizo con varias. Fueron un señuelo que Ilia lanzó. Había aprendido de Makhachev, quien cerró contra la reja al australiano y lo ajustició. Hizo lo mismo. Le cerró la salida, le tiró varias manos que evitó bien y cuando descuidó su guardia le cruzó la derecha recta.

Una pegada por encima de la media

El factor determinante, obviamente, fue la pegada del nuevo campeón. Topuria tiene un cañón en su mano derecha y es capaz de cambiar todo con un único golpe. Cuenta con muchas cualidades más, pero ante strikers, como Emmett y Volkanovski, está confiando en su poder. Ilia empezó siendo un luchador que acababa todo en el suelo, pero la mejora de su boxeo le ha ido permitiendo mutar su estilo. La entrada, en 2022, de Javi Climent en su equipo de trabajo (se encarga del boxeo) ha sido clave para pulir la técnica y potenciar su pegada.

Rehidratación controlada

La preparación para este duelo tuvo muchos factores diferentes, pero destacó la alimentación. Topuria basó su ingesta en una dieta orgánica. Además, las sesiones de crioterapia en ayunas potenciaron que la bajada de peso fuese la mejor de su carrera. Ilia dio el peso mejor que nunca y le sobraron algo más de 200 gramos hasta el límite. La clave en el combate estuvo en la recuperación. Ilia se quedó en 77 kilos. Podría haber subido algo más pesado, pero quiso permanecer algo más liviano para guardar ese punto de velocidad que le permitiese salir del peligro y anticiparse a las acciones de Alexander Volkanovski.