MOTO3 | GP DE CATAR

Jaume Masià o cómo Macaulay superó sus lastres

El valenciano logra el título de Moto3 2023, el 59 para el motociclismo español, del que es su vigésimo quinto campeón.

Jaume Masià levanta los brazos al cielo en señal de victoria. /EFE/EPA/Vincent Jannink
Jaume Masià levanta los brazos al cielo en señal de victoria. EFE/EPA/Vincent Jannink
Borja González

Borja González

Circuito de Losail (Catar)-. A Jaume Masià (Algemesí, Valencia, 31 de octubre de 2000) se le vio pronto por los paddocks del Mundial de Motociclismo. Su primer mánager, Xavier Pérez, que había corrido con su padre (también Jaume y que llama a su hijo Jaime), lo era también de pilotos como Héctor Barberá o Nico Terol. Un niño bajito y menudo, mucho, que precisamente causaba sorpresa por su físico, lo que hizo que tuviese que visitar de vez en cuando a médicos para ir controlando y ayudando a su crecimiento. Un lastre en un deporte como el motociclismo, en el más puro sentido de la palabra. Porque, como ocurría con Marc Márquez, Masià se vio obligado desde muy pronto a tener que correr con peso añadido en su moto.

Cuentan que cuando competía con una moto de 140cc dentro de la valenciana escuela Cuna de Campeones, dirigida por el expiloto mundialista Julián Miralles, dominaba de tal manera y provocaba tal cabreo a sus rivales (sobre todo al que mandaba en aquellos momentos, Arón Canet) que los que regían la competición tuvieron que implantar esa norma de la equiparación de pesos añadiendo kilos a la moto, un hándicap con el que a partir de esos momentos tuvo que acostumbrarse a correr. Y hablamos de más de 20 kilos extra, algo que obliga a variar la manera de pilotar y que fuerza a los pilotos a sacar un punto más que suele ayudarles en su desarrollo. Como le pasó a Márquez, aunque Masià siempre se identificaba más con Dani Pedrosa, otro de los famosos 'pequeños', aunque este lo arrastró hasta su retirada.

Como casi todos los pilotos de su generación, Masiá comenzó muy pronto con una minimoto, empujado o motivado por su padre, que le ha acompañado durante gran parte de su carrera deportiva (precisamente este año ha desaparecido de los circuitos, apartado por la política del equipo de su hijo, el Leopard Racing, que prefiere no tener revoloteando por su box a los progenitores de sus pilotos). Fue Jaume padre el que contactó con Pérez, para que les echase una mano. "Nos conocíamos porque en nuestra época de pilotos él corría en 80cc y yo en 125cc", recuerda el primer mánager del nuevo campeón del mundo de Moto3, el vigésimo quinto español que gana un título en el campeonato. "Estaba un poco perdido, y yo estaba con Héctor, que estaba ya en MotoGP, y con Nico. Al principio se me hizo un poco cuesta arriba, porque era montar un equipo para un pequeño y empezar de nuevo, pero vi que tenía talento, y pensé que valía la pena hacer el esfuerzo".

Territorial de minimotos, Cuna de Campeones, Campeonato Mediterráneo de 80cc, el de España de 140cc, el clásico recorrido del talento español que puebla las parrillas del Mundial. "En un momento nos apoyó Karlos Arguiñano, que le motivó un montón, y de ahí pasamos a Red Bull, a la Rookies Cup, y a entrar en la esfera de Monlau y de Emilio Alzamora". Esa Rookies Cup, por la que han pasado muchísimos pilotos, como Jorge Martín, Joan Mir, Johann Zarco, Brad Binder, Enea Bastianini, Fabio Di Giannantonio o Raúl Fernández, todos compitiendo en estos momentos en MotoGP, y Alzamora, el que elevó a los hermanos Márquez, y con el que corrieron otros talentos como Fabio Quartararo o Alex Rins. Siempre con el lastre en su moto, y muchas veces con otro lastre, el de las lesiones, porque Masiá sufría muchas caídas. De hecho, un par de años malos le hicieron salir de esa órbita de Alzamora (le desplazaron Alonso López y Sergio García, actualmente en Moto2), y comenzar una trayectoria más a trompicones.

Porque la suya ha sido una carrera de altibajos. Sorprendió en su debut mundialista, en Moto3, en el Gran Premio de Austria de 2017, cuando sustituyó al lesionado Darryn Binder: salió decimocuarto, cruzó la meta noveno, y marcó la vuelta rápida de carrera. Además, se convirtió en el primer piloto de la historia nacido en el actual milenio en ganar una carrera, cuando estrenó su palmarés de victorias en Argentina en 2019. Dicen que es un chico un tanto impaciente, nervioso, obsesivo, con mucha ansia de demostrar siempre que es el mejor, algo que le ha llevado a cometer muchos errores. Eso también le hizo ir cambiando de equipo (Bester Capital Dubái KTM, Leopard Racing Honda, Red Bull KTM Ajo, y regreso a Leopard en este año), y a pensar demasiado en salir de Moto3 y saltar a Moto2, porque siempre se había sentido muy rápido en sus entrenamientos con una 600cc, y porque le agobiaba lo loca e imprevisible que es la cilindrada pequeña.

Lastre de peso, lastre de lesiones, lastre de gestión. Todo lo ha resuelto en este 2023, en su último año en Moto3, con el regreso a Leopard y con un salto de madurez. Ayudado por una psicóloga que le puso el equipo (y que él quiso desde el primer momento), ha aprendido a disfrutar de su entorno de trabajo, algo que no se cansa de repetir. "Me gustaría de verdad que me entendieses, y poder expresar lo que siento con ellos", insistía tras lograr su contundente triunfo en India, uno de los cuatro que ha logrado en 2023 (y de los diez que acumula en su carrera mundialista).

A disfrutar de eso y a entender que no hace falta ser siempre el más rápido, pero que sí que hay que mantener la fortaleza mental y la confianza, más en una categoría con carreras tan tensas, y en la que ha sido casi la única Honda en un mar de KTM. Todo a esto ha permitido al rubio piloto valenciano de cara aniñada (al que en su momento apodaron 'Macaulay' por el actor Macaulay Culkin, protagonista de 'Solo en casa') cumplir el sueño de toda una vida. A partir de 2024 le tocará una nueva aventura, esta vez en Moto2.