Los motivos por los que el 'imperio' japonés en MotoGP ahora complica la vida de Márquez y Quartararo
En muy pocos años el Mundial de la clase reina ha pasado de ser dominado por constructores nipones a serlo por los europeos.
En una reciente charla con el medio especializado italiano GPOne, Gigi Dall'Igna, máximo responsable de competición de Ducati y padre de la moto más poderosa de la parrilla, hacía una reflexión acerca del mal momento que viven las dos únicas fábricas japonesas que permanecen en MotoGP tras la marcha de Suzuki: Honda y Yamaha. "El error estratégico de los japoneses ha sido el de seguir a un solo piloto, el de basar el desarrollo en los resultados y sensaciones de los protagonistas de cada una de las marcas. Su talento tapa los problemas de la moto. Para desarrollar bien un proyecto hay que escuchar las voces de todos los pilotos".
Una opinión más lanzada al cuadrilátero de uno de los debates de moda en el Mundial de Motociclismo, el del éxito europeo frente al fracaso asiático, algo que ha desvelado dos filosofías distintas de adaptarse a la competición. "Las fábricas europeas en los últimos años han sido muy agresivas, han tomado muchos riesgos. Riesgos quiere decir que puedes cometer errores, pero aceptan esos errores. Y normalmente la tradición japonesa es más conservadora", explicaba este domingo en Assen Alberto Puig, en el primer mensaje desde dentro de Honda que ha llegado durante esta crisis.
El calvario de Marc Márquez en Alemania, extendido al último fin de semana en los Países Bajos (Sachsenring era un circuito en el que era invencible y de allí salió con cinco caídas y varias lesiones, golpes físicos y morales que arrastró en el último Gran Premio), ha puesto en alerta sobre todo al aficionado español, que ve cómo sufre su estrella y que está dispuesto a comprar en estos momentos cualquier teoría que le sitúe fuera de Honda. Porque vistos los antecedentes, cuesta vislumbrar una revolución.
"Con las nuevas reglas y basándonos en los resultados, porque no es muy difícil verlo, está claro que no han sabido afrontar esta situación. Tienen cosas muy, muy buenas, pero seguramente tienen que cambiar esto y ser más reactivos de lo que suelen ser. También es cierto que es más difícil ser rápido o reaccionar rápido si estás en Japón en vez de estando en Europa. Pero es lo que es. Tenemos que ser más rápidos y reaccionar más rápido", resumía Puig.
Akira Nishimura, uno de los pocos periodistas japoneses que intenta seguir el Mundial de Motociclismo, reflexiona sobre una de las teorías del por qué de los problemas de sus compatriotas, la de que la distancia y la influencia de la crisis del coronavirus han sido un lastre muy importante que ahora se nota mucho. Los europeos no paraban de apretar, mientras que los asiáticos estaban en cierta medida atados de manos (de hecho, la mayoría de ingenieros nipones tuvieron que vivir los mundiales 2020 y 2021 sin poder volver a casa, por las restricciones, y con una residencia temporal en Andorra, por cuestiones burocráticas).
"No creo que sea tanto por esas limitaciones, sino más bien por la incapacidad de reaccionar con velocidad", opina Nishimura. Y también por la falta de un liderato fuerte. Honda, con líderes como Shuei Nakamoto (en la época de Casey Stoner y en el inicio del periodo de Márquez) o Suguru Kanazawa (en la de Valentino Rossi), o Yamaha con Masao Furusawa (el periodo de Jorge Lorenzo y, sobre todo, de Rossi, cuando lanzó el órdago de irse de Honda para coger una no competitiva Yamaha y llevarla a lograr el título en su primera temporada con ella, en 2004) lideraban en todos los sentidos MotoGP.
Aunque ahí aún no habían desembarcado de verdad los europeos. Primero llegó Ducati en 2003, que dio un salto al fichar al citado Dall'Igna en 2013, después Aprilia en 2015 (que pegó un salto con la llegada del ex Ferrari F1 Massimo Rivola a finales de 2018) y, por último, KTM en 2017, que fue sumando a sus ingenieros austriacos y alemanes talento italiano pescado en Ducati. Y volviendo a la reflexión inicial de Dall'Igna, sin centrar sus estrategias en una gran figura.
De hecho, Ducati prescindió del que era su piloto número 1, Andrea Dovizioso, el que más cerca había estado de Márquez, para apostar por un joven Pecco Bagnaia. Y es que Dovizioso y Dall'Igna chocaron, porque el primero se quejaba de no ser suficientemente escuchado por el segundo, que no dio el brazo a torcer de su credo: muchas motos, muchos pilotos, mucha información, y el piloto como mero transmisor de datos, porque a él lo mismo le valen los del campeón Bagnaia que los del más lento de su grupo, Fabio Di Giannantonio, para entender qué necesita la moto. Y no perderse en las habilidades de una estrella, llámese Dovizioso, Márquez o Quartararo. Una filosofía que se ha demostrado exitosa y que debería marcar el camino de los japoneses, que están mostrando una exasperante velocidad de reacción.