El 'burnout' de Jessica Vall: "Me exigí la medalla olímpica, quedé décima, lloré y me volví apática… Y entonces necesité ayuda"
La nadadora del CN Sant Andreu, que aspira al sueño olímpico de nuevo a sus 34 años, reflexiona sobre la otra cara del deporte.

En la natación española hay pocas historias como la de Jessica Vall (Barcelona, 1988), la nadadora que empezó la casa por el tejado según los cánones clásicos: se sacó la carrera y luego, pasados los 20 años, se dedicó en cuerpo y alma a cumplir su sueño de ir a unos Juegos Olímpicos. Licenciada en Biología, la nadadora del CN Sant Andreu, de 35 años, aspira a París 2024 aunque lo dice con la boca pequeña: no acudirá al Mundial de Doha de febrero y se lo juega todo a una carta en los Nacionales de junio. Para ello, necesita nadar casi en sus mejores marcas en los 100 y 200 braza. Lo peleará como de costumbre, como aquella medalla en los Mundiales de Kazán, en 2015, un bronce al que se agarró con fuerza, en el que fue el mejor éxito de su carrera, pero al mismo tiempo una condena que tardó años en asimilar. Es el deporte. La salud mental, la retirada y la natación, el patito feo del deporte español, son solo algunas de las reflexiones de una referente en las últimos años.
No viajarás a Doha al Mundial, pero tienes en junio la clasificación olímpica y en julio los Juegos. ¿Cómo afrontas este año loco y qué esperas de él?
Después de la pandemia aprendimos a adaptarnos a nuevas situaciones. Tenemos un Mundial atípico en un año olímpico. Muchas federaciones han renunciado, así como nadadores top. Otros quieren clasificar los relevos porque es la última oportunidad. No estoy clasificada, así que no pienso en ello. La idea es hacer una preparación consistente. Tuve una lesión en el pie después de Tokio, y necesité mi tiempo; ahora me gustaría ser consistente. Estoy ilusionada para ver hasta dónde puedo llegar.
Después del Mundial de Budapest de 2022 denunciaste pocas ayudas federativas y te mostraste crítica con el sistema. ¿Estás mejor?
Soy una chica obediente, así que no me gustaría ahora valorar eso... Estamos centrados en la clasificación olímpica, en hacer unos buenos Nacionales en junio y desde aquí aprovecho para decir que cualquier ayuda externa, por ejemplo de alguna empresa que nos quiera patrocinar, será bienvenida.
Entiendo... ¿Crees que la natación española crece?
Creo que la natación no crece. Tengo mi perspectiva, pero estoy en la parte de arriba de la pirámide. Me gustaría saber qué es lo que pasa. Me gustaría insistir para que crezca la base. Creo que es un deporte que puede ser un vehículo de transformación social, porque es individual pero se trabaja en equipo, hay paridad, las medallas valen lo mismo en chicas y chicos… No se ha explotado lo suficiente. Hay que tener referentes, sí, pero saber cómo encajar las piezas para tener entrenadores y más base. Antes se pensaba que era un deporte muy duro, ahora las cosas están cambiando a nivel de entrenamientos.
Hablas de momentos duros, ¿cuáles has vivido?
La primera vez que nos damos cuenta de que la situación no la supe gestionar, cuando te das cuenta de que tienes el problema... es después de los Juegos de Río en 2016. Un año antes, en los Mundiales de Kazán, consigo un bronce inesperado y todos me cuelgan ya la medalla en los Juegos. Nunca había participado en unos, no sabía nada, y tengo que ganar una medalla. Yo también me lo exigí. Quedé décima, y eso fue frustrante…
¿Cómo te afectó?
Cuando volví, lloré una semana entera, no quería hacer nada. Luego me quedó la apatía, no quise hacer nada durante meses. El seleccionador en aquel momento habló con Jordi Jou, mi entrenador, y consensuaron que la situación me había sobrepasado y empecé a trabajar con la psicóloga Eva Molleja. Desde entonces me ha ayudado en el proceso de curación. Y, después, en ciertos momentos para prevenir aspectos que me podrían llevar a una situación así. En 2019 comunicamos a la federación que tenía 'burnout' y que debíamos tratarlo. No sabía que lo sufría, pero ella lo diagnosticó… Entre todos me ayudaron a no caer en depresión.
¿Cómo viviste por ejemplo el bloqueo mental de Simone Biles en los Juegos de Tokio?
Lo recordamos bien. Aunque intentamos estar fuera de las noticias, lo vivimos. Es importante tener a referentes que dan voz a estos problemas. Parece que los deportistas o artistas, la gente influyente, son Superman y que tengamos que reflejar solo las virtudes. Eso nos humaniza un poco más.
¿Desde que empezaste a ahora has notado un cambio?
El deportista siempre ha estado predispuesto a trabajar con un psicólogo. Hay momentos para todo. Pero cada vez está más integrado en el cuerpo técnico. El otro día tuve una charla con una nutricionista, una disciplina que empieza a asomar la cabeza. Cada vez estamos dando más pasos y nos ayudan a mejorar.
Szuszana Jakabos es ahora mismo la nadadora más veterana del Europeo de piscina corta. Tiene tu edad. ¿Cuándo empezaste a plantearte la retirada?
Fue complicado tratar este tema. Exploté más tarde que mis compañeras y la gente me preguntaba rápido sobre ello cuando yo pensaba en dar el máximo rendimiento. No entendía porque se me preguntaba por la edad, creo que he roto prejuicios… Todos tenemos nuestro camino. Cuando no llegan los resultados, dices, 'seguramente me hago mayor', pero no es así, en un deportista hay altos y bajos que no dependen de la edad. Mi entrenador me dijo, 'cuando legue el momento, tú lo sentirás'. Después de Tokio, llevo trabajando en mi retirada, en conocer experiencias, saber qué me pasará… Conocerlo me hace rebajar la tensión, de todo lo que supone. Creo que ya tengo más o menos fecha de caducidad.
¿Y qué te da más vértigo? ¿Perder la adrenalina de la competición?
Sí, seguro. Disfruto mucho. Es como ahora, que lo disfruto porque sé que queda poco. Pero antes lo que más vértigo me daba era qué hacemos con la Jessica que no es deportista. Al final tienes una imagen, una repercusión, que la consigues porque nadas rápido un 200 braza. ¿Qué pasará cuando no nade rápido? ¿Qué haré con mi vida? Después de Tokio, la empresa Etixx me dio la oportunidad de empezar a trabajar y fue una manera de crecer, de tener motivaciones, objetivos… Me gustaría darle a la natación lo que me ha dado. Ayudar a la base. Puedo hacer otras cosas.
Vall tiene difícil la clasificación olímpica, pero no imposible. Desde que en 2013 retomara con fuerza la natación, ha ganado un bronce mundial (solo Mireia Belmonte ha conseguido más éxitos en este tipo de pruebas desde 2009), un bronce y dos platas europeas en los 200 braza y un oro y un bronce en Europeos de piscina corta. Una de las nadadoras con mejor palmarés de siempre.