Iván Pérez relata el problema de la generación dorada del waterpolo español: "Se nos ha negado trabajar en algunos sitios"
El boya, antes socorrista y ahora entrenador personal, repasa su carrera y cree que la Selección española tiene la "madurez" para ganar en París 2024.

Iván Pérez (1971) fue uno de las caras más conocidas de la primera Generación de Oro del waterpolo español, aquellas almas libres que se colgaron el oro olímpico en Atlanta '96, protagonizaron la interminable final de Barcelona '92 y conquistaron dos Mundiales (1998 y 2001). Criado y formado en la Cuba de Fidel Castro, Iván Pérez descubrió el waterpolo gracias a su padre, tres veces olímpico y jefe de su deporte en la isla, y en 1996 llegó a España para incluirse hasta 2012 en los éxitos del waterpolo. Hace 12 años que se retiró y ha pasado por muchas fases: socorrista, entrenador personal y ha vivido de su deporte en experiencias en el extranjero. Repasa su vida, sus éxitos y se muestra optimista con España para los Juegos de París 2024.
Te retiraste con 41 años... ¿Qué hiciste el día siguiente?
Te das cuenta de que ya no perteneces al grupo selecto de jugadores y tienes otra cosa que hacer en la vida. Es durillo, pero lo tenía asumido. Ya era consciente de ello, pero no me preocupa, lo llevo bien. Cuando juegas la gente te habla, estás en los medios, la gente te conoce… Ahora no.
¿Puedes ganarte bien la vida?
No es lo mismo lo que ganas como jugador a lo que percibes como entrenador. El mundo de los técnicos es complicado en España, hay pocas posibilidades y no está bien pagado. Tienes que hacer algo más, no puedes dedicarte solo al waterpolo. Entrenadores que vivan del waterpolo hay muy pocos: los de División de Honor y ya está. No me llama la atención. Tengo una carrera, tengo el título de entrenador… Me busco la vida cómo entrenador personal que está mejor pagado que de técnico de waterpolo. Fuera sí que te da para vivir, pero no en España. Cuando sale dinero y no entra…
¿Y dónde has estado?
Estuve en Suiza y en Venezuela, y en España he estado focalizado en ser entrenador personal. Me gustaría volverme a vincular al waterpolo, espero que para la próxima temporada pueda encontrar algún club. Está complicado.
¿Crees que tu generación tiene menos oportunidades?
Sí. En nuestra época estuvimos exprimidos y luego no veo que eso se haya traducido en algo para nuestra generación. No tuvimos la facilidad que puede tener esta gente de ahora, que acaban de salir y los clubes les dan una oportunidad en otra faceta. A los nuestros se nos ha negado la posibilidad de trabajar en algunos sitios. Es doloroso. Pero así es la vida. Seguiré buscando. Me gusta mucho trabajar en categorías. Los niños son una esponja. Cada uno tendrá su opinión.
¿También fuiste una esponja en la Cuba de Fidel Castro?
Tuve una infancia muy buena. Mi padre era jugador de waterpolo, viajaba… Empecé jugando a baloncesto. Un día terminé un entrenamiento y me fui al vestuario. Llegamos a la piscina y me encontré a un entrenador que había jugado con mi padre. Quise probarlo, pero mi madre dijo que no. Un amigo psicólogo le dijo que me dejara intentarlo, que cuando me diera cuenta del frío en invierno lo dejaría… Y treinta y pico años después mi madre se acuerda de la anécdota.
¿Y cómo llegaste a convertirte en el mejor boya del mundo?
Luego mi madre me apoyó y mi padre fue clave. Él llegó a ser jefe del waterpolo nacional y nunca me regaló nada. Le daba bañadores a los compañeros pero a mí nada. Me ponía objetivos y eso me hizo esforzarme más para tener bañadores, balones… Él tenía las cajas y nunca me regalaba nada. Tuve la habilidad de jugar por la derecha y por la izquierda. Cuando hice el desarrollo fui un jugador alto pero habilidoso. Eso me hizo mantenerme hasta los 41 años.
¿Y cuándo te planteaste salir del país y venir a España?
Desde hacía tiempo ya querían que viniera a España. El Poble Nou mostró el primer interés, viajó el presidente a Cuba y llegué aquí en paracaídas. Pedí visado de turista y cuando cumplí los ocho meses, tenía que volver a Cuba a hacer el servicio militar… Si volvía me tenía que quedar dos años. Así que me quedé ya en España.
¿Se armó un buen revuelo?
Los deportistas tenían que firmar un contrato de siete años de compromiso, pero fui el único en no hacerlo. Me dijeron que me echarían. Y lo hicieron, y al poco tiempo me fui. Me conocían por el revuelo, porque de tantos deportistas cubanos que firmaron yo fui el único que no. Recuerdo de ir a Atenas 2004 y coincidí con las chicas de voleibol y me llamaban "el famoso" Iván Pérez. Pero con Fidel no hubo lío, él tenía que llevar todo el país, no estaba pendiente de un deportista. Pero sí fui famoso por eso.
Pero luego Cuba le impidió jugar con España en Sídney... ¿Eso le dolió y le restó a España potencial?
Me dolió lo de Sidney porque hubieran sido mis quintos Juegos. En lo personal significaba mucho. Pocos lo puede decir. También duele por la tontería política. Deporte y política van de la mano y se identifican. Estaba en un buen momento, había hecho muy buena temporada y preparación.
¿Cuál era el secreto de aquella generación que lo ganó todo?
Estábamos muy conjuntados, mis compañeros tenían un feeling entre ellos, llevaban muchos años juntos… Llegaron a la vez en 1988. La única manera de triunfar era ir todos juntos. La compenetración en el agua era tremenda, con mirarse ya se entendían. Poco a poco fui pillando la manera de jugar… La carencia se la suplía el uno al otro y luego teníamos un portero que era el alma del equipo y el mejor.
¿Jesús Rollán fue el mejor portero de aquella época?
Para mí, era el mejor antes y ahora. Pero desgraciadamente ya sabemos lo qué paso. Cosas de la vida. No hay uno así como él.
¿Eras consciente del problema que tenían algunos de sus compañeros con las drogas?
Voy a mi bola; lo que haga la gente me da igual. Entré a finales del 97 y empecé a vivir en Terrassa. Mi mujer en el 98 quedó embarazada, mi hijo nació y se enfermaba mucho. Entrenaba e iba a casa… Irme de fiesta con Jesús y el resto... ni recuerdo. Quizás en el extranjero, cuando acababa un campeonato, o en cenas de equipo. Cuando lo ves jugar luego ya en Atenas te das cuenta de que ya no es el mismo, pero no sabes la causa. Yo no pregunto. Mucha gente me dice que me aparto… En mi caso, no me apetece mezclar cosas. Tengo mis amigos y luego el deporte.
Entonces, ¿disfrutaste fuera del agua igual que dentro?
Esa generación que ya tenía resultados antes de que llegara, pues yo solo aporté algo más. Disfrutaba con ellos en el agua, pero fuera yo iba menos. No disfruté tanto fuera pero ellos sí. Muchos venían de Madrid. Ellos eran una familia en sí misma.
¿Por qué a partir de 2002 no se llegó ya la excelencia?
Solo nos quedamos tres de la anterior generación. Cuando renuevas, el primer año no vas. Luego ya empezamos a ganar algunas medallas. Nos faltaba algo, quizás experiencia. El equipo anterior, la Generación de Oro, entró en el 88. Y hasta el 91 no hicieron su primera final. Todo equipo tiene necesidad. Pero es cierto luego no llegamos a ganar… A partir de 2009 hubo cosas que impidieron que ese equipo diera un salto.
¿Cuáles?
Permítame que me lo guarde.
Usted lo dejó y luego volvió...
Mejor no hablar de todo eso.
Quién también se marchó, a Italia en este caso, fue Guillermo Molina. ¿Cree que era un talento irrepetible?
Guillermo Molina pilló el oro de Fukuoka 2001. Es un talento increíble, pero ha tenido mucho sube y baja, no ha tenido una línea. Ha sido de los mejores del mundo. En 2007 y 2009 hizo dos Mundiales brutales. Hizo una gran carrera. Le faltó esa constancia o regularidad. Él vino joven, solo… Hablaba con él mucho, solo con mirarlo ya veías qué venía cruzado. Aún así tuvo una carrera exitosa y todavía sigue.
¿Mejor que la de Felipe Perrone, el actual capitán?
Felipe vino muy joven. Yo jugaba en el CN Barcelona cuando llegó y ahora siempre me dice 'moreno, esto es gracias a ti'. Yo le digo que no, que es gracias a él. Su hermano lo cuidó, fue como un padre, era una persona muy recta. Y si tienes a alguien así al lado… Él se mantiene, él no juega por jugar, él juega y analiza. Es más constante. Él hablaba conmigo, yo era el viejo… Ahora cuando quedo con él me cuenta que él hace lo mismo. Él se va a su casa y le sigue dando vueltas a la cabeza.
Estiarte, Molina o Perrone. ¿Quién es mejor?
Son tres jugadores que marcaron el waterpolo. Willy en su buen momento, el año que venía y decía aquí estoy yo, era imparable. Se movía tan rápido como Estiarte, pero con más lanzamiento, con mayor estatura… Cuando estaba inspirado… El Mundial de 2007 hizo lo que quiso. No había manera de pararlo. Pero Estiarte lo hizo durante mucho tiempo, y Felipe Perrone también. Felipe es un jugadorazo, pero ahora también las reglas son diferentes. Si juego con estas reglas, meto cuatro goles por partido. Ahora no te pueden tocar. Con estas reglas, hubiera marcado 200 goles por temporada. Son épocas diferentes.
¿Cómo ve a la Selección para los Juegos de París?
Están en el momento oportuno para ser oro. En Tokio les pudo la presión de favoritos. Como le pasó a la selección del 92. Aunque digan que no, sí. Ahora eso ya se ha superado. Y si no se gana el oro no es un fracaso, porque el deporte es así. Pero veo al equipo con madurez y experiencia para dar el salto.