NATACIÓN

La verdad sobre las opciones olímpicas de Mireia Belmonte

La badalonesa, con su lesión en el supraespinoso de un hombro, su edad y sus marcas, afronta el mayor reto de su carrera.

Mireia Belmonte, en un acto reciente de Banco Santander. /GETTY
Mireia Belmonte, en un acto reciente de Banco Santander. GETTY
Alberto Martínez

Alberto Martínez

La prueba más emblemática de la carrera exitosa y legendaria de Mireia Belmonte ocurrió la noche del 10 de agosto de 2016 en el Centro Acuático de Río de Janeiro, en Barra de Tijuca, cuando cumplió el sueño de su vida al colgarse el oro olímpico en los 200 mariposa. Una final emocionante en una prueba que mimó al milímetro, porque la nadadora de Badalona fue una máquina bien regulada por Fred Vergnoux y su equipo de trabajo, al que se le añadió ese instinto asesino que saca en las grandes competiciones.

A ojos del círculo acuático, la prueba con la que dejó a todos con la boca abierta sucedió cinco años más tarde, con ya 30 en el DNI, en la final de los 400 estilos de los Juegos de Tokio. Una Mireia corta de preparación, alejada ya de Vergnoux, guiándose más por su conocimiento que por el plan de trabajo, se quedó a solo 23 centésimas del bronce. Manos a la cabeza de la natación española, asombro y admiración: Mireia estuvo a punto de lograrlo de nuevo. Pero ahora afronta su carrera imposible: alcanzar una mínima para París y poder despedirse en sus quintos Juegos Olímpicos.

En aquella noche de Tokio ("estoy algo emocionada. Sorprendida, porque no entraba en mis planes haber nadado una final. Eso fue un regalo"), su cara en la zona mixta ya contenía un cierto tono nostálgico, de despedida, porque sabía que, por edad, castigo del cuerpo y esfuerzo que requieren sus pruebas, estaba ante su último gran momento. Nunca más podría degustar una final. Su objetivo se centró simplemente (y ambiciosamente) en alargar otro ciclo olímpico para poder acudir a París y despedirse en las aguas de Saint-Denis.

El supraespinoso y los 33 años son los principales impedimentos

Los impedimentos se han cebado con la badalonesa. El primero de ellos es su lesión en el músculo supraespinoso de uno de sus hombros, un zona que se encarga de la rotación. "El músculo supraespinoso contribuye a la abducción del hombro; su importancia en realidad está en el tendón, el cual forma parte del manguito rotador, junto con otros tres tendones; esta estructura es uno de los principales estabilizadores de la articulación", explica un experto en Medicina deportiva. Una zona indispensable para poder nadar pruebas de mariposa, especialidad que ha renunciado Mireia prácticamente desde los Mundiales de Gwangju, en 2019. La lesión, que ya la alejó en 2015 de participar en los Mundiales de Kazán, la limita, le resta tiempo en el ciclo de brazada, por lo que la recomendación médica es pasar por el quirófano, opción descartada teniendo en cuenta que eso supondría el adiós definitivo a los Juegos.

Al margen de sus lesiones, la edad es otro factor limitante. La húngara Boglarka Kapas fue con 30 años la nadadora de mayor edad en nadar la final de los los 400 estilos en los pasados Mundiales de Doha, y ha anunciado que se retira al acabar el año. Solamente Zsuzsanna Jakabos, un año mayor que Mireia (34), aspira a conseguir una plaza para París. La única excepción, y lo hace en pruebas de fondo, es la chilena Kristel Kobrich, octava en 1.500 libre a sus 38 años y camino de otros Juegos. La catalana Jessica Vall, de 35, lo intenta también en los 100 y 200 braza.

Mireia Belmonte, en el podio con Katinka Hosszu.  GETTY
Mireia Belmonte, en el podio con Katinka Hosszu. GETTY

«Ahora mismo firmó el bronce, pero en dos meses no lo sé...»

El tercer factor, derivado de la lesión, es la constancia en los entrenamientos y el plan de trabajo con Ben Titley, quien ya se desmarcó de objetivos ambiciosos cuando llegó al CAR de Sant Cugat en agosto de 2022, centrándose en jóvenes como Emma Carrasco, que brilló en el pasado Open de Sabadell. Aunque posee una habitación en el CAR de Sant Cugat, y es la residente más longeva, el día a día de la badalonesa no puede ser el del resto de nadadoras, por lo que le falta preparación y optimización, lo que también le afecta en los resultados de sus pruebas. En ese Open de Invierno celebra hace diez días solamente nadó el relevo 4x200 libre con un tiempo de 2:08.84, seis segundos por encima de la más rápida, África Zamorano, y diez más que en sus mejores marcas.

En el Open de 2022, en la prueba que más opciones tiene para lograr mínima olímpica, los 200 estilos, Mireia nadó en 2:14.77 y se proclamó campeona de España. Un año después de Tokio se quedó a más de tres segundos de la mínima, que está en 2:11.47 y que tiene a Emma Carrasco como nadadora con más opciones de conseguirlo en los campeonatos que ha marcado la RFEN en junio y que se celebrarán en Mallorca.

Después de romper el pasado otoño con la UCAM, club que la acogió tras su abrupta salida del CN Sabadell en septiembre de 2012, Mireia fichó por el Club Natación de Barcelona en un proyecto que va más allá de tener una licencia para nadar y de su carrera deportiva. Un plan que la une en el futuro al club decano de la natación española que quiere crecer sustentado en la imagen de marca de Mireia con la organización de actividades. También Hyundai se ha sumado a la causa, con la inauguración recientemente de un circuito nacional que lleva la imagen de la nadadora. Proyectos que ya apuntan a cimentar su futuro fuera del agua.

Aunque Mireia ha ido alimentando la esperanza ("ahora mismo firmo el bronce, pero en un par de meses no lo sé... porque siempre quiero lo máximo", dijo el pasado 5 de diciembre), el mundo acuático sabe que conseguir la mínima es, sin lugar a dudas, el reto más difícil al que se ha enfrentado la nadadora que siempre alcanzó sus sueños. En el universo de Mireia no hay imposibles, aunque la lógica y el sentido común la alejen de París.