SUPERCOPA FEMENINA

El renacimiento europeo de Lauren Cox

La interior estadounidense busca recorrer en el Viejo Continente el camino que no le permitieron las franquicias WNBA.

Lauren Cox busca un pase ante Irati Etxarri./David Subirana
Lauren Cox busca un pase ante Irati Etxarri. David Subirana
Luis Vallejo

Luis Vallejo

La historia de la Liga Femenina Endesa no se entendería sin las referencias WNBA. Tampoco la del baloncesto en Valencia. No han sido escasas las estrellas que han pisado suelo español, aunque pocos momentos más complicados que este para poder disfrutar de ellas en la competición. Quitando de la ecuación a las jugadoras con contrato rookie, la normativa en vigor de la competición norteamericana ha variado el puente aéreo establecido con España, cuestión que eleva el valor de la presencia de Lauren Cox en nuestro baloncesto.

Nacida en 1998 y rodeada de grandes focos desde bien temprano, la vida de esta joven jugadora estadounidense no ha sido común. Los infortunios, la salud y la crueldad del basket profesional, agazapada en ocasiones y presente en otras, han provocado el presente que hoy en día vivimos. Aquel en el que Cox tendrá que tomar las riendas de Valencia Basket en la primera gran cita de la temporada, la Supercopa LF Endesa.

Sin embargo, para entender la figura de una de las nuevas líderes del cuadro valenciano, nos tenemos que remontar hasta 2005. El año en el que una niña atlética, rápida y enamorada del deporte, pasó de destacar sobre el resto a quedarse siempre rezagada. Demasiado rezagada, de hecho. Ahí fue cuando sus padres, preocupados por la pequeña Lauren, decidieron llevarla al hospital. Y el diagnóstico fue claro: diabetes tipo 1. Una enfermedad que tardó más de una década en llevar con naturalidad, presa de la vergüenza y los prejuicios, pero que no le impidió seguir compitiendo. Y de qué manera, por cierto.

La jugadora de Texas no tardó en llamar la atención de las mejores universidades y se comprometió con la excéntrica Kim Mulkey, entrenadora de Baylor durante la estancia de la pívot en la NCAA. Junto a ella, Cox no solamente se formó en la pista, sino que aprendió a ver el mundo de manera diferente. Su enfermedad pasó de ser un problema por el qué dirán a una oportunidad de hacer historia. Ser la primera jugadora con diabetes en alcanzar la WNBA. Un sueño por el que trabajó durante cuatro largas temporadas, con un título NCAA en la tercera campaña. La noche que volvió a cambiar su vida, y no precisamente para bien.

Con una significativa ventaja en el marcador y acercándose al último periodo, Cox se fue al suelo y se echó la mano a la rodilla. La cara, los gritos y su salida en silla de ruedas auguraban lo peor. Justo en la final, justo cuando todo el país miraba a la pívot por su brillante presente, pero también por su sugerente futuro WNBA. Aunque aquella noche, por muy malas noticias que fuera a traer el parte médico del día siguiente, era la gran velada. El título por el que tanto había trabajado. Y así fue como su regreso al banquillo en silla de ruedas y posterior celebración del campeonato, a lágrima viva, consciente del significado de esos precisos instantes, pasaron a formar parte de la historia de las finales NCAA.

Lo que vino después no sorprendió a nadie. La joven jugadora de Baylor se adentró en una dura y larga recuperación para tratar su ligamento colateral medial. El verano se hizo eterno, mientras que el otoño trajo consigo el deseado regreso. El segundo gran varapalo, ya era pasado. Aunque convencer de eso mismo a los numerosos ojos que medían cada movimiento de la interior, con la fecha del Draft 2020 marcada en el calendario, no iba a ser sencillo. Así que se tuvo que emplear a fondo y promedió 12.5 puntos y 8.4 rebotes, muy cercanos a sus números previos a la lesión. Suficiente para ganarse la oportunidad que tras parecer evidente, tanto se había tambaleado en los últimos meses.

"Con el pick 3 del Draft WNBA 2020, las Indiana Fever seleccionan a Lauren Cox, de la Universidad de Baylor", anunció Cathy Engelbert. En el draft más extraño de la corta historia de la competición, realizado a través de videollamadas con todos los participantes, Cox había cumplido el primer paso. Uno complicado, pero no el más complejo. Porque llegar es sencillo en comparación con la dificultad de hacerse un hueco en la WNBA. Y más cuando se trata de Indiana, la franquicia más caótica del último lustro. Una organización acostumbrada a desperdiciar picks y dar bandazos cada invierno sin ningún tipo de rumbo claro.

Cox no fue la excepción en Indianápolis. Poco más de un año después, sin apenas esperar a su desarrollo y con un decente rendimiento en sus minutos en pista, las Fever anunciaron el final prematuro de su contrato. Ocasión que Derek Fisher, entrenador de Los Angeles Sparks en 2021, no quiso desaprovechar. Ni dos horas en casa había estado la pívot cuando la franquicia de California llamó y cerró el acuerdo. Una segunda oportunidad... en la segunda franquicia más desordenada de la liga. "Lauren cumplió en el escenario más grande universitario como anotadora eficiente, pasadora hábil y reboteadora tenaz. Creemos en su potencial para ser una jugadora de impacto en esta liga", declaró el ex jugador de los Lakers.

Sin embargo, las palabras se las volvió a llevar el viento. Algo habitual en una liga que vive el día a día con prisa y posee tan poco espacio para las jugadoras. Quince partidos después del comunicado de la franquicia, la etapa de Cox en Hollywood también llegaba a su fin. Y la jugadora de Texas pasaba a la sombra. Ese lugar en el que sufrió durante su lesión, pero tanto llegó a necesitar a posteriori. Un espacio para entrenar, progresar y reflexionar. El paraje ideal para tomar una decisión que podía cambiar su trayectoria: Europa. Más concretamente, San Sebastián.

Con la temporada 2021-2022 en marcha, la eterna Azu Muguruza (cerca de las 30 temporadas ya a los mandos del IDK Euskotren) decidió cambiar ligeramente el rumbo. El club dio de baja a Stephanie Madden, ala-pívot que no terminó de cuajar en el equipo, y empezó a tantear el mercado. ¿Lo ideal? Una interior que dejara sus espacios a la dominante Coulibaly, capaz de abrir la pista y con puntos en sus manos. Justo lo que podía aportar Lauren Cox, que buscaba un lugar en el que mostrar al mundo su baloncesto. Ese que la WNBA, por distintas razones, no llegó a disfrutar.

La unión resultó brillante al instante. Desde su primer encuentro, Cox encajó a la perfección en el sistema de Azu y el equipo dio un importante salto en su rendimiento. En sus 16 partidos en temporada regular, la interior promedió 9.8 puntos, 6.3 rebotes y 12.3 de valoración. Aunque su gran noche llegó en la Copa de la Reina, ante Perfumerías Avenida, gracias a sus 19 puntos, 8 rebotes y 31 de valoración. La jugadora que no disfrutaba en pista, víctima de las lesiones y decisiones cuestionables de grandes organizaciones, ya no existía. El Viejo Continente había presenciado el renacimiento de Lauren Cox.

Pocos meses después, el siguiente capítulo ya ha comenzado a escribirse. Vistiendo de taronja, con dos pruebas de fuego en la primera página. La del pasado miércoles ante Spar Girona, que terminó en derrota a pesar de los 23 puntos y 5 rebotes de Cox, y la Supercopa LF Endesa. La primera gran cita de la temporada que ha emparejado a Valencia Basket con el rival ante el que Cox demostró estar de vuelta a todos los niveles, Perfumerías Avenida. Otro duelo en el que se antoja vital debido a la retahíla de bajas y dudas con las que llega el equipo de Rubén Burgos, quien ha podido contar con solo 6 profesionales en su debut liguero. Sin duda, una situación límite. Y es que si alguien entiende de contextos desfavorables, esa es ella, Lauren Cox. La renacida.