Un Mundial descafeinado
Esta semana se celebra en Dubái el Mundial de pádel, con España y Argentina como máximos favoritos al título.
![Selección española en Dubái. /FEP](http://s3.sportstatics.com/relevo/www/multimedia/202211/02/media/cortadas/padel-RfA95dbhGRjikw8Pi6MccqJ-1200x648@Relevo.jpg)
A veces una manera de desprestigiar tu propio producto es exponerlo demasiado. ¿Por qué los relojes Rolex o los vinos de Vega Sicilia son productos únicos? Porque hay más demanda que oferta. Pero este no es un argumento para que los empresarios de dichas compañías se planteen aumentar la producción para satisfacer el exceso de reclamo. Ese es el secreto de su éxito. Pues este razonamiento podríamos equipararlo al deporte.
Un Mundial de cualquier disciplina debería ser el momento más esperado por todos los aficionados al deporte en cuestión. Normalmente un periodo de cuatro años suele ser lo más habitual. Una ocasión única de poder disfrutar de los mejores deportistas del mundo compitiendo por su país, con el sentimiento por su bandera como máximo aliciente.
Parte del encanto que generan los mundiales en la mayoría de las disciplinas es la expectación que se crea en los periodos entre la propia competición. Esa 'calma chicha' que se respira los meses previos a la cita, ese sabor azucarado que hace relamerse a los aficionados mientras llevan a cabo sus cábalas sobre quien irá convocado o no.
Dos Mundiales en dos años
En el pádel podríamos hablar de que algo no está funcionando. La Federación Internacional instauró la celebración del Mundial cada dos años. Pero este año hay una salvedad, es el segundo campeonato del Mundo consecutivo en dos años. La causa: el empeño por recuperar el año perdido por la pandemia. La repetición en 365 días de un evento que debería ser único quizá no sea lo más adecuado. Esto hace que el producto pierda interés.
En algunos deportes como el ciclismo, con un poso competitivo centenario, este formato funciona, pero en el caso que nos atañe no es así. Para que el pádel siga creciendo y acabe siendo olímpico, no basta con poner la última piedra de la pirámide antes de construir la base. Hay que estructurar el deporte desde abajo, la primera piedra son las federaciones nacionales, luego los circuitos oficiales, más adelante las competiciones continentales y la cúspide sería el campeonato mundial.
Un calendario saturado
Nadie duda de que la competición no sea atractiva. Para los frikis de este deporte es un auténtico espectáculo ver a parejas que no podemos ver el resto del año. Claros ejemplos son los que estamos viendo estos días en Dubai, Di Nenno-Tapia, Paquito-Coello, Bela-Chingotto o Lebrón-Garrido. También es digna de mencionar la capacidad camaleónica de algunos jugadores que se transforman cuando se enfundan la elástica de su selección.
Pero hay un problema de base: Un calendario saturado. La superposición del circuito World Padel Tour y Premier Padel no solo hace que los jugadores estén sometidos a una exigencia física a todas luces insostenible, sino que provoca que el aficionado se vea sobrepasado por las diferentes competiciones, horarios, plataformas y retransmisiones.
De Doha a Dubái
A todo esto se le suma el lío del cambio de sede del Mundial de Doha a Dubái. Con un escueto comunicado la FIP anunciaba que por "causas de fuerza mayor" la Federación Catarí no podía organizar el evento y que pasaría a hacerlo la Asociación de Pádel de Emiratos Árabes. De una manera precipitada se ha organizado un evento que en cualquier otro deporte requiere años de preparativos, permisos, licencias, etc.
Otra cuestión que está levantando bastante polvareda ha sido la decisión de la Federación Internacional de conceder una invitación a la selección de Catar. Al ser país organizador les pertenecía una plaza para participar, pero con el cambio de sede dejaba de corresponderles. Una resolución que no explican desde la organización y de la que otras federaciones evitan pronunciarse.
Dicho todo esto, disfrutemos del Mundial, es la máxima cita del deporte.