La historia del español que logró un 'doblete' en este Dakar: "En África te pegaban con la culata pidiéndote el pasaporte"
Miguel Ángel Domínguez es el fisioterapeuta del equipo Honda del Rally Dakar, pero también trabaja con Carlos Sainz.

Conoció las arenas del desierto hace ya 20 años. La edición 2004, de la Región de Auvernia (Francia) a Dakar, fue la de su estreno como fisioterapeuta dakariano. Desde entonces las ha vivido de todos los colores y sus manos han permitido ganar algún que otro trofeo del Touareg. Pero este enero ha logrado algo que nadie antes había conseguido: ayudar a ganar dos Dakar en una misma edición. Miguel Ángel Domínguez (Barcelona, 1970) ha comenzado 2024 de la mejor manera posible.
Este apasionado del motor, que acompañaba a uno de sus dos hermanos a las carreras de enduro, se crio en una familia humilde y con 16 años empezó a tener claro a lo que se quería dedicar. Compaginando sus cursos de formación con los primeros trabajos, ha ido viviendo experiencias prácticamente en la totalidad de las disciplinas del deporte motor. Desde la Fórmula 1, hasta el Rally Dakar, pasando por las 24 horas de Le Mans o el Mundial de motociclismo. Pero no solo.
Durante cuatro años fue el fisioterapeuta del Udinese de la Serie A de la liga italiana de fútbol. Entre que decidía o no irse a vivir al bel paese, una llamada le cambió sus planes. "Yo trabajaba en un gimnasio de Barcelona al que venía Pedro Martínez de la Rosa. No lo conocía personalmente, pero sí a Alberto Puig y a su hermano. Un día hablando me lo presentaron y le conté de qué trabajaba. Empecé a atenderle y en 1998 ya me puse con él por completo", recuerda Domínguez en conversación con Relevo.
De la Rosa le abrió las puertas de la F1, e incluso le siguió cuando pasó a ser probador de Pirelli. Entonces también trató a Andy Socuek, Dani Clos, que estaba de probador del equipo Hispania, o Lucas di Grassi, pero siempre con el ok del piloto catalán, que también le llevó a la Fórmula E. Pero más allá del motor Domínguez trabaja durante el año con pilotos de freestyle, descenso, etc. En 2004 le llegó la oportunidad de debutar en el Dakar, todavía africano, porque uno de sus clientes montó un equipo para correr el rally.
"África es especial, desde luego es una cosa que es muy auténtica, que la gente que no la ha vivido se lo pierde, pero era muy duro. Piensa que hasta nosotros, que íbamos en coche de asistencia, teníamos que llevar casco porque ibas por medio del desierto. Me acuerdo que el equipo se retiró, casualmente los tres pilotos, y nosotros teníamos que llegar hasta Dakar [la capital de Senegal] para volver a casa. Para devolverle el favor al equipo, yo empecé a hacer masajes a otra gente y lo que cobraba se lo daba al equipo. Pero en uno de estos masajes me robaron toda la documentación y tuve que ir pasando control por control sin pasaporte. En otras ocasiones te pegaban con una culata pidiéndote el pasaporte…. Pasé miedo de verdad. Pero el cuerpo tiene una cosa buena, que se olvida de lo malo", rememora.
Desde hace cinco años es miembro del equipo oficial de Honda en el Rally Dakar y por sus manos ha pasado pilotos de la talla de Ricky Brabec, ganador en 2020 y 2024; Kevin Benavides, ganador en 2021 y 2023, o Joan Barreda, tercer piloto con más victorias de etapa de la historia, entre otros. Además, lo compagina con toda la temporada del Mundial de resistencia (WEC) dentro del equipo Proton, propiedad del actor Patrick Dempsey. Se pasa más de 200 días fuera de su casa de Granollers.
"Son unos fuera de serie en todo. Quizás el más… que siempre hago la broma de que tiene un chip desconectado, es Joan Barreda, porque le he visto reventarse literalmente y seguir corriendo. Le dices '¿cómo puedes hacer?' Tú lo ves por la mañana y dices 'Este tío no se levanta, no se puede levantar'. Y luego lo ves que te gana la etapa. En general son de otra pasta, yo me quito el sombrero, pero no con ellos, sino con cualquiera, hasta el último que va en moto, le hago la ola, porque hay que tenerlos bien puestos para hacer lo que hacen, y sabiendo que se juegan la vida cada segundo, que eso es lo más duro. Para mí el drama más grande que tengo cada año, que cuando me voy de casa lo digo, es que no le pase nada grave a uno de los nuestros. Pero estamos todos en el bombo", reflexiona.

La victoria de Brabec el pasado viernes en la categoría de motos se ha sumado a la de Carlos Sainz, que ha logrado su cuarto Touareg en coches. A ambos les ha tratado Domínguez durante 20 días de saltos, golpes y exigencia física total en el desierto gracias a que Honda le dio el visto bueno de trabajar también con el campeón madrileño. Ha estado con él todas las tardes noches y ha visto, una vez más -ya que estuvieron juntos en el equipo de Nasser Al Attiyah y en los años de Peugeot en el Dakar-, de qué pasta está hecho a sus 61 años.
"Me sigue sorprendiendo lo profesional que es. Se cuida muchísimo. Cuando ha tenido que entrenar en altura, lo ha hecho; en bicicleta dentro de la sauna… siempre se ha cuidado muchísimo y ese es uno de sus secretos. Está claro que el tiempo pasa para todos; el año pasado se fracturó dos vértebras, se rompió el tendón de Aquiles hace unos años… pero no concuerda la edad que tiene con la muscular. Eso está claro", apunta.
"Es un tío supersimpático. De primeras le ves muy serio, pero para nada lo es en el fondo, es supercachondo. Pero es que vive por y para esto, va tan centrado que a veces se cruza contigo y no es que no quiera saludarte, es que no te ha visto. Está muy concentrado en el proyecto que se traiga entre manos. Con él trabajo sobre todo la espalda, porque es lo que realmente sufre dentro del coche, que son como una batidora, para que la gente lo entienda. Se sufre mucho ahí dentro; te sacude todo el cuerpo".
El día a día para Domínguez y el resto de integrantes del equipo en el Dakar no es sencillo. Madrugan media hora más que los pilotos de motos (que ya es decir) para dejarles listos los suplementos alimenticios, las camelbag y hacerles los vendajes que necesiten. Tienen que recorrer los centenares de kilómetros que separan un campamento de otro por carretera, llegar, montar las carpas, preparar el material y empezar a atender a los pilotos, sin siquiera haber podido comer con calma antes. Y, generalmente, acaba tarde.
Pasa más de medio año fuera de casa y reconoce que su mujer y su hijo "son unos santos". En 2023 le llevó por primera vez al Desafío Ruta 40 en Argentina, ya que ha empezado a estudiar fisioterapia y le encantan las carreras. "Estoy aguantando este ritmo un poco por él, para intentar darle el relevo en algún momento y poder compartir alguna carrera juntos", reconoce.
Y avisa a los que están empezando: "No soy nadie para enseñar ni aconsejar, pero yo les diría a los chavales que estén empezando en la fisioterapia que peleen por sus sueños, que no será fácil porque es un mundo pequeño al final y hay que buscarse el hueco. Que estudien mucho, sobre todo lo necesario para el deporte en el que quieras trabajar, porque hay técnicas diferentes en función del deportista. Que vayan a por ello".
Domínguez ha sido partícipe de dos trofeos del Touareg de muchos quilates, pero lo cuenta como si no hubiera logrado algo único y realmente especial. "He aprendido a sufrir estas cosas. Hasta el último momento no lo disfruto. Eso sí, cuando acabo me digo 'Hemos hecho un buen trabajo; ha salido todo bien'. Pero es que aquí puede acabar todo de un momento al otro. Haber conseguido estos dos triunfos en el mismo año es sencillamente brutal".