La odisea del primer abandono español en el Rally Dakar: morfina, siete horas hasta el hospital y sueños rotos
Ignacio Sanchís sufrió un accidente en el tramo de prueba de la que iba a ser su cuarta participación en el evento.
Sea Camp (Yanbu).- Las ilusiones del piloto amateur Ignacio Sanchís se diluyeron antes siquiera de comenzar el Rally Dakar 2023. Este farmacéutico de Enguera (Valencia, 4.800 habitantes) soñaba con descubrir el desierto inmenso del sur de Arabia Saudí en moto y rendir homenaje a sus difuntos padres en la que iba a ser su cuarta participación. Pero en el tramo de pruebas (shakedown) sufrió una durísima caída que le provocó varias fracturas. Su evacuación y llegada al hospital fueron una auténtica odisea.
Sanchís, que coincidió con Relevo en el Aeropuerto de Barajas el pasado 27 de diciembre, antes de embarcar rumbo a Yanbu, con parada de repostaje en El Cairo, aseguraba que después de haber logrado acabar las ediciones de 2019 en Perú y 2020 en Arabia, se había decidido a embarcar en esta aventura porque le había vuelto a picar el gusanillo. Quería descubrir la inmensidad del llamado Empty Quarter (lugar vacío), un desierto de más de 650.000 km cuadrados de pura arena. Su ausencia en las dos últimas ediciones se debió también a su trabajo en primera línea en la lucha contra la COVID-19, una experiencia, que según reconocía "fue una auténtica locura" ante los problemas con los proveedores de mascarillas, guantes y diversos materiales. Este Rally Dakar 2023 era su "vía de escape".
Padre de dos hijos, Sanchís se aventuró en la mañana del jueves en el tramo de pruebas que los pilotos pueden completar el jueves y viernes previos al inicio del rally (31 de diciembre), a 40 kilómetros del campamento a orillas del Mar Rojo donde la 45ª edición de la carrera dará comienzo. En la segunda vuelta al recorrido, se adentró por una zona fuera de pista, por la que habían pasado otros pilotos, en la que se topó con un montículo que le hizo salir volando por delante del manillar de su KTM del equipo Joyride, gestionado por Armand Monleón.
Lo que vendría después sería una odisea. A Sanchís le socorrió inicialmente un competidor guatemalteco, que estuvo con él hasta que llegaron las asistencias sanitarias. Pero el traslado por carretera en una ambulancia local fue una auténtica agonía, ya que cada bache le hacía sufrir fuertes dolores. Finalmente lo subieron a un helicóptero, pero las dimensiones de este no le permitían colocar la pierna lesionada en una posición cómoda e indolora. Así, lo trasladaron al campamento y lo subieron a uno más grande que puso rumbo al hospital.
Una vez allí y ante la falta de todos los medios necesarios, le trasladaron a otro más grande en Yeda, a 300 km al sur del lugar del accidente. El valenciano reconoce que fueron "unas 6 o 7 horas" de sufrimiento en las que los médicos le tuvieron que poner varias veces morfina para aplacar sus dolores. "Parece un mal sueño, pero es la realidad y hay que aceptarla. He estado esperando allí hasta que un chico de Guatemala lo ha visto y ha parado... cuando ya me mareaba, él ha puesto su espalda con mi espalda. Ha empezado a parar gente, han llamado a la asistencia, ha venido una ambulancia local y me han metido allí cuando han podido. He perdido la noción del tiempo", reconoce.
"Después, por la carretera han tenido que ir parando porque me iba doliendo mucho con los baches. Me han pasado a un helicóptero pequeño, me han llevado al vivac... ha habido un momento ahí que antes de meterme la morfina que ha sido como si se fuera el dolor de todos los sitios y se apagara la luz. Ha habido un espacio negro en la memoria. Después ya he recuperado más la consciencia... aceptando y siendo consciente de lo que había pasado. En el viaje una hora y media a Yeda ha habido un momento tenso. El doctor francés, Arnauld, se ha portado muy bien conmigo, me ha puesto más morfina. Hemos parado en un hospital erróneo y tras estar ahí hemos tenido que volver a despegar e ir a otro... en el que estoy ahora".
"Si hubiera más corto el plazo hubiera sido mejor, pero ha ido todo muy lento, 6-7 horas desde el sitio hasta el destino final. He pasado un mal trago, tantas caras, tanta gente, tanto paripé, tanta pregunta...", añade.
El diagnóstico es una clavícula rota, que los médicos saudíes fijarán con una placa después de que remita la inflamación "en dos o tres días", el fémur dislocado -no consiguieron colocárselo hasta que llegó al último hospital-, dos costillas fracturadas, dos compresiones en una vértebra lumbar y otra torácica y una fisura en una cervical.
Pero a Sanchís lo que más le duele ahora mismo es no haber podido rendir el homenaje que había preparado para sus padres. Iba a llevar en el frontal de la moto el escudo de su pueblo y sendas fotografías en blanco y negro de sus progenitores. Entre lágrimas, cuenta que su padre falleció el pasado 15 de agosto, mientras él competía en una carrera en Xàtiva.
"Lo que más me duele es no haber podido honrar a mi padre y a mi madre, porque en la parte frontal de la moto iba a ser el escude de mi pueblo y la foto de mis padres y no he podido ni ponerla. Mi padre falleció el 15 de agosto, lunes festivo. Yo me había ido a correr una carrera de motos y al acabar me lo comunicaron. Mi madre falleció hace cuatro años de Alzheimer, es una enfermedad muy dura, implicó a toda la familia, mi padre no se separó de ella, pero le costó la salud. Sufrió Parkinson avanzado después. Lo que soy, lo soy gracias a ellos", asegura.
Tendrá que permanecer ingresado los próximos días antes de pensar en volver a casa, donde su familia le espera con los brazos abiertos y el corazón en un puño. El Dakar le ha vuelto a ser esquivo a Sanchís por segunda vez, pero podrá contarlo a sus hijos al regreso. Y eso, en un evento en el que el peligro siempre está presente y en el que cada caída en moto puede llegar a ser mortal, ya es de agradecer.