RALLY DAKAR

El 'relator' al que aplaude cada tarde todo el Dakar: "Si causo alguna molestia, son solo dos minutos"

Marcelo Cammisa emociona a diario a periodistas de todo el mundo con sus discursos radiofónicos.

Marcelo Cammisa, poniéndole emoción a una de sus retransmisiones./RELEVO
Marcelo Cammisa, poniéndole emoción a una de sus retransmisiones. RELEVO
Jorge Peiró

Jorge Peiró

Al Duwadimi (Arabia Saudí).- Se acercan las ocho de la tarde en el vivac. Los pilotos descansan en sus caravanas, aunque algún rezagado todavía se encuentre ultimando la etapa, mientras los mecánicos examinan y reparan los coches, llenos de barro y repletos de piedras en los recovecos de sus carrocerías. Es también momento de plena actividad para los periodistas que, con sus crónicas del día ya publicadas, están atentos a las reacciones de los protagonistas y a las sanciones de la organización para comunicarlas lo antes posible.

Marcelo Cammisa locutando la crónica de la etapa del Dakar. RELEVO

Marcelo Cammisa calienta la voz porque cerca de cinco millones de oyentes esperan desde Argentina su boleto diario en forma de resumen de la jornada. Los mantiene ansiosos, dieciséis Dakares después, por escuchar qué ha ocurrido en el desierto y los invita a acompañarle a más de 13.000 kilómetros de distancia. "No sabía ni lo que era el Dakar cuando empecé en 2009", apunta a Relevo en la sala de prensa del campamento de Al Duwadimi. "Hola, ¿cómo les va? Bienvenidos a otro reporte internacional desde Arabia Saudita del Dakar 2025", arranca su grabación.

El narrador de Cadena 3, una de las emisoras más populares de su país, comienza con fuerza su intervención, que suelen durar cerca de dos minutos. "Creo que me escuchan desde cualquier esquina de la sala de prensa, tengo una voz potente", reconoce el periodista mientras prepara el resumen de la etapa siete de la carrera más dura del mundo. Él la suaviza y la acerca al oyente a través de su pasión, esa que nunca se separa de los audios que graba con el teléfono. "Al Duwadimi es el árbol que salpica toda esta geografía, un tronco firme y con una copa verde preciosa, en forma de cáliz", sigue su discurso radiofónico.

'Marce', que es como se le conoce en confianza, sigue con detenimiento las notas de su ordenador para no perder detalle de lo que tiene que contar. "Tengo una chuleta, como dicen en España, para poder ajustarme a los tiempos de la radio", explica. No hay que olvidar ningún nombre, ningún tiempo, ningún resultado. Sobre todo, mucha atención a los argentinos como los hermanos Benavides. El triunfo de Kevin, piloto de KTM, casi le hizo llorar: "Se me cortaba la voz, hasta ahora me cuesta hablar, fue uno de los momentos más emotivos que recuerdo en antena". La historia de los Benavides es, ciertamente, de película.

"Ahora sí, vamos con los títulos", concluye su intervención. Cuando se calla, dos segundos de silencio, y un fuerte estruendo en la sala de prensa. Da igual el campamento. Bisha, Hail, Al Henakiyah, Al Dawadimi y los que vengan. Siempre se lleva una poderosa ovación cuando termina su grabación. "Me da un poco de rubor cuando pasa... ya me ocurría en otras salas de prensa con colegas de Argentina, antes del Dakar, también me genera emoción y orgullo".

Españoles, argentinos, franceses, alemanes, estadounidenses, árabes... todos se vuelcan con él cerca de las 20h cada día. Aunque muchos no entiendan el castellano. "Mi suegro andaba mucho con Fangio y dice que Fangio no sabía ningún otro idioma más que el castellano. El italiano, también, porque vivía mucho en Italia. Pero en otros lugares se comunicaba con la gente sin entender los idiomas. Podía entenderse, y creo que hay un poquito de eso acá. Somos muchas nacionalidades aquí adentro y, sin embargo, nos entendemos porque los mensajes que escribimos son los mismos".

La pasión con la que narra es única. Marcelo vive la competición de motor como nadie. "Es la forma que he tenido siempre de relatar, ya lo hacía desde un helicóptero en el rally de Argentina, la gente nos miraba desde los coches", recuerda sobre sus inicios en el Dakar. Ni aquellas miradas ni todo el barullo que agita la sala de prensa logran distraerle. "Con el tiempo, he desarrollado la habilidad de narrar mientras alguien está hablando o haciendo otra cosa afuera y yo poder seguir con mi cosa, con mi rollo. Es decir, puedo estar concentrado hablando. Lo puedo hacer en el comedor, lo puedo hacer en cualquier lugar porque me he preparado para eso".

Un veterano que debutó en 2009

Sus dos minutos de narración diarios imponen el silencio en el vivac. "Si puedo causar alguna molestia, son solo dos minutos. Es que para mí el automovilismo es una pasión y mi manera de expresarla es a través de mi discurso de radio. Es vibrante, tiene tono emotivo, tiene apelaciones emotivas preparadas porque yo tengo un solo sentido para captar al oyente, que es el oído. Otros tienen la imagen, la foto. En la radio, tú pasas delante del emisor de radio y te estás moviendo y yo tengo que hacer que te detengas. Ese segundito, yo tengo que tenerte enganchado. Si vas en el auto, o si estás en tu casa, o si estás en el trabajo".

El argentino trata de condensar su pasión por las carreras en sus veinticinco minutos de programa. "Es un poco lo que ustedes han visto este año en la Fórmula 1 con los argentinos, tenemos una pasión diferente. Tenemos una manera diferente de vivir el deporte. Se nota mucho en todos los escenarios, en el automovilismo, en el fútbol, en el básquet, somos distintos en ese sentido. Para nosotros, el deporte es una pieza muy importante de nuestras vidas y la pasión con la que lo vivimos... es especial".

Quince años después, la voz de Cammisa sigue retumbando por el rally Dakar. Sudamérica la vio nacer y Arabia Saudí la sigue disfrutando. "El Dakar vino a Argentina y me pareció que era la oportunidad de cubrirlo haciendo una cobertura muy especial. Fue en 2009, con una camioneta cargada con un equipo satelital que armábamos por todos lados, yo ni sabía cómo se corría el Dakar. Pero bueno, lo fui descubriendo, me fui haciendo y, de ahí en adelante, lo cubrimos todos los años", concluye.