El Mundial de Rallies desanda el camino y dará carpetazo a los motores híbridos en 2025
Los actuales Rally1 seguirán compitiendo sin la unidad eléctrica que originó la revolución tecnológica de 2022.

Tras un largo periodo de deliberaciones, en aras de encontrar un nuevo rumbo para los próximos años, el Consejo Mundial de la FIA ya ha decidido las líneas maestras que van a regir el futuro inmediato del Mundial de Rallies. Se esperaba una revolución y, más bien, va acabar siendo al contrario.
Los vigentes Rally1, los primeros coches híbridos que ha conocido esta disciplina, deberán involucionar para el próximo curso; esto es: pasarán a competir con una potencia limitada a 330 CV y menor carga aerodinámica, pero, sobre todo, desprovistos de la unidad eléctrica que dio lugar hace dos temporadas a la nueva era 'ecológica' del campeonato (o, por lo menos, como tal se vendió).
El WRC da así un paso atrás, y, al contrario de los nuevos tiempos, vuelve a fiar su destino a los motores tradicionales, 100%de combustión. Claramente, el proyecto que ideó en su día el ex director deportivo de Citroën, Yves Matton, con la idea de barnizar de verde una modalidad tan singular como los rallies, ha resultado fallido.
Los sistemas híbridos que tanto han triunfado en la Fórmula 1 y el WEC (Mundial de Resistencia), aquí han pinchado en hueso. La precipitación con la que se aplicó una revolución tecnológica tan significativa –aprobada para más inri en plena pandemia–, sumada a los problemas técnicos que acarreó a los equipos, y, sin duda, a sus elevados costes (en torno al millón de euros por unidad), ha provocado que los Rally1, tal como se concibieron originalmente, vayan a cumplir un ciclo mínimo de vida: tan solo tres años.
Los nuevos gurús del campeonato, los británicos Robert Reid (campeón del Mundo en 2001, como copiloto del desaparecido Richard Burns) y David Richards (propietario de Prodrive, la estructura con la que corría Subaru, y, en su día, también de los derechos comerciales del WRC), han decidido desandar el camino andado y apostar de nuevo por unas reglas de juego más clásicas, encaminadas a facilitar la compra de los coches (400.000 euros de precio han marcado, casi lo mismo que vale ahora un Rally2), y, por ende, el acceso a la categoría reina del Mundial, limitada ahora mismo a 8 plazas.
El campeonato necesita recuperar el protagonismo que una tecnología tan sofisticada y costosa como la que impera actualmente ha arrancado estos últimos años a los pilotos y equipos privados. ¿Será esta la fórmula?