Los 10 mejores jugadores de rugby de la historia
El rugby es un deporte con una vasta historia repleta de grandes jugadores capaces de aunar fuerza, velocidad, técnica e inteligencia.
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El rugby es un deporte con más de 175 años de historia, los cuales han dado para muchas historias y leyendas entorno al balón ovalado. Un libro cuyas páginas están escritas por colosos de la naturaleza, capaces de aunar fuerza brutal, velocidad, fineza y una capacidad de sacrificio encomiable. Pese a que en España se trata de un deporte sin una gran penetración, lo cierto es que en gran parte del globo posee gran predicamento. Un seguimiento casi ritual, incluso, aunque los sueldos no sean tan altos como en otros deportes. Por ello, la competencia por sobresalir es feroz.
Sobre todo, porque es una lucha eminentemente física. Existen pocas disciplinas más basadas en el contacto que el rugby, lo que le otorga una épica especial. Un aura única, de tipos duros pero nobles, que comparten casi todos sus referentes. Estos son los 10 mejores jugadores de rugby de la historia, sin un orden específico.
Jonah Lomu (Nueva Zelanda)
Probablemente, el prototipo del jugador de rugby perfecto. Sobre el terreno de juego, Jonah Lomu fue un ciclón absoluto. Con dos metros de altura y más de 100 kilos de puro músculo, el ala de los All Blacks era imparable cuando tenía el balón en sus manos. Prácticamente, un jugador de dibujos animados, capaz de arrollar a sus rivales unos tras otros en busca del try. Además, fuera del estadio, su presencia imponente le convirtió en la primera superestrella mundial del rugby. Sin duda, el gran referente del juego en la década de los 90.
Para el recuerdo queda, sobre todo, su exhibición en la semifinal del Mundial de 1995 contra Inglaterra. Lomu anotó cuatro ensayos para la victoria de su equipo ante el XV de la Rosa por 45-29. En total, durante el torneo logró siete ensayos en cinco encuentros (récord hasta la fecha). Hay que tener en cuenta que solo tenía 20 años en aquel momento y estuvo a punto de quedarse fuera de la selección. Nueva Zelanda perdió la final contra Sudáfrica, los anfitriones del torneo, en el célebre partido que quedó inmortalizado en la película Invictus.
En 1999 llegó como máxima estrella, logró ocho tríes en la competición, pero se quedó si probar la gloria mundial al ser eliminados en semifinales por Francia. Lamentablemente, Lomu falleció en 2015 cuando solo tenía 40 años. Arrastraba desde 1996 una enfermedad hepática que, incluso, le llevó a ser trasplantado de riñón en 2004.
Jonny Wilkinson (Inglaterra)
Si los 90 fueron de Lomu, la década de los 2000 estuvo marcada por Jonny Wilkinson. El siguiente icono mundial del rugby. El inglés fue el jugador más destacado del Mundial 2003, el primero ganado por un equipo del hemisferio norte. Wilkinson fue autor del tanto que otorgó la victoria al XV de la Rosa, con un drop en el último minuto del tiempo suplementario de la final. Lo hizo además con la derecha, sobre el papel su pierna menos hábil. Un momento de película, que cimentó su leyenda para siempre.
Wilkinson es considerado uno de los mejores aperturas de la historia, sino el mejor. El mejor jugador de una generación que, además, quedó subcampeona del Mundo en Francia 2007. Pese a los éxitos conseguidos, la carrera de Wilko también estuvo marcada por las lesiones. Hasta 13 diferentes llegó a sufrir. Esto le afectó profundamente a su salud mental, materia de la que se ha convertido en una de las voces más prominentes en el mundo del deporte.
Bryan Habana (Sudáfrica)
Bryan Habana es el rey de la velocidad en el mundo del rugby. En el momento de sus máximas aptitudes físicas, el ala sudafricano podía correr los 100 metros en 10,4 segundos. Una marca propia de un velocista. Desde luego, el sudafricano exprimió su talento en el campo de rugby. En total, logró 15 ensayos en la Copa del Mundo, cifra récord empatada con Lomu. A diferencia del neozelandés, Habana sí logró ser campeón del Mundo. Lo consiguió en 2007, al derrotar a la Inglaterra de Wilkinson en la final. Ese año, además, fue elegido Mejor Jugador del Año por la International Rugby Board.
John Jeffrey (Escocia)
A John Jeffrey le apodaron el Gran Tiburón Blanco por su apariencia física, con un característico pelo de color platino, pero también por su juego agresivo en el tackle. Internacional por Escocia, su mayor éxito fue el Torneo de la Seis Naciones de 1990 con Grand Slam incluido, esto es lograron vencer a todos los participantes del campeonato. Para tener en cuenta la magnitud del logro, Escocia lo ha conseguido únicamente en tres ocasiones (1925, 1948 y 1990). Eso hace que Jeffrey sea una auténtica institución para el XV de Cardo.
Dan Carter (Nueva Zelanda)
Dan Carter ha sido elegido mejor jugador del mundo en tres ocasiones: 2005, 2012 y 2015 (solo su compañero Richie McCaw ha logrado un hito igual). Además, ha sido campeón del Mundo con Nueva Zelanda dos veces, en 2011 y 2015 (solo 21 jugadores en la historia poseen más de un título mundial en su haber).
Con un currículo así, su lugar en esta lista está más que justificado. Para muchos, compite con Wilkinson por ser el mejor apertura de la historia. En su favor, además de los títulos conseguidos con los All Backs, cuenta con varios récords individuales, entre los que se incluyen el ser el máximo anotador histórico con un total de 1.598 puntos conseguidos en 113 partidos oficiales con la selección de Nueva Zelanda.
Richie McCaw (Nueva Zelanda)
McCaw fue el capitán de los All Blacks campeones del Mundo en 2011 y 2015. Además, fue elegido el mejor jugador del mundo en 2005, 2009 y 2010, así como también el mejor jugador de la década 2011-2020, otorgado en 2021. Un palmarés individual envidiable, que únicamente puede ser sostenido por su compañero Dan Carter. McCaw jugaba como flanker abierto, lo que implica ser capaz de dominar la melé. Esto no solo supone tener una fuerza bestial, que también poseía, sino una inteligencia y conocimiento del juego soberbios para saber qué hacer en cada momento.
Tras el fracaso de Nueva Zelanda en 2007, en el que siendo uno de los principales favoritos fueron apeados en cuartos de final por Francia (18-20), McCaw se redimió en 2011. Lo hizo, además, de manera especialmente épica. El capitán de los All Blacks llegó al Mundial prácticamente lesionado del pie derecho, y tras el primer partido terminó rompiéndose del todo. Sin embargo, no abandonó. Pese a que las pruebas médicas parecían recomendarlo, McCaw continuó jugando. Incluso en la final, en la que ayudó a su equipo a derrotar a Francia, precisamente, en la final con el marcador más bajo de la historia (8-7).
Serge Blanco (Francia)
Serge Blanco posee un apellido que nos puede sonar familiar ya que nació en Venezuela de padre venezolano y madre vasco-francesa. Cuando era niño, la familia se mudó a Francia, donde se convirtió en el mejor jugador de rugby en la historia del país. Pese a que nunca consiguió ganar el Mundial (fue subcampeón en 1987), se trata del jugador más icónico de la década de los 80. Su dominio se observa mejor en el Cinco Naciones, que logró ganar con el XV del Gallo en 1981, 1987 y 1989. A nivel de club, Blanco jugó toda su carrera en el Olympique Biarritz, con el que paradójicamente no consiguió ganar ningún título.
David Campese (Australia)
David Campese es una leyenda del rugby australiano, lo cual ya es decir mucho. Con los Wallabies jugó los tres primeros Mundiales de la historia, proclamándose campeón en 1991. Jugando de ala, consiguió seis ensayos a lo largo del campeonato, siendo el máximo anotador del mismo y recibiendo la distinción al mejor jugador del torneo. Además, con la selección australiana logró el hito del Grand Slam Tour en 1984, esto es vencer a domicilio a las cuatro potencias británicas e Irlanda en el mismo año. Hasta la fecha, es la única vez que Australia lo ha conseguido.
Además, Campese fue famoso por patentar el paso del ganso, una maniobra para evitar el tackle que, desde entonces, es habitual entre aquellos que juegan de ala. Dice la leyenda que la primera vez que lo realizó, en un partido contra Argentina en 1983, el árbitro galés Clive Norling quedó tan maravillado que se acercó a felicitarle, aduciendo que aquel se trataba del ensayo más bonito que había visto nunca.
JPR Williams (Gales)
John Peter Rys Williams es una leyenda del rugby, aunque bien pudo haberlo sido del tenis. El galés fue el jugador más importante de la década de los 70, formando parte de un equipo imparable como aquellos Dragones Rojos. Sin embargo, su historia con el deporte comienza con una raqueta en la mano. Hasta el punto de que fue campeón británico junior en 1966, tras ganar la final disputada en Wimbledon a David Lloyd por 6-4, 6-4. Sin embargo, colgó la raqueta para coger el balón ovalado en 1968. No le fue nada mal, claro.
En 1969, con solo 19 años, debutó como jugador de la selección de Gales. Con los Dragones Rojos se proclamó campeón del Cinco Naciones en 1969, 1971, 1975, 1976, 1978 y 1979 (con Grand Slam en el 71, el 76 y el 78). No solo eso, es uno de los jugadores más queridos por la afición dado a un récord muy particular: venció a Inglaterra las 11 veces que se enfrentó al XV de la Rosa. Eso, en Gales, vale tanto o más como un título. Tras retirarse del rugby internacional, JPR se centró en su carrera profesional como médico. En 1997, fue uno de los elegidos para formar parte de la promoción inaugural del Salón de la Fama del rugby.
Brian O'Driscoll (Irlanda)
Líder absoluto, Brian O'Driscoll fue capitán de Irlanda de 2003 a 2012. No solo eso, convocado por los Lions, la selección que aúna a los mejores jugadores de Gales, Escocia, Inglaterra e Irlanda, también les capitaneó durante la gira de 2005. Según muchos expertos, se trata del mejor centro de la historia. Como siempre, esas distinciones son debatabiles por lo subjetivo de la apreciación. Lo que no se puede discutir es el hecho de ser el máximo anotador de tries en la historia del Seis Naciones.
Con Irlanda se proclamó campeón de dicha competición en dos ocasiones (2009 y 2014). La primera de ellas, consiguiendo además el Grand Slam. Se trató del primer Grand Slam para el XV del Trébol desde 1948. Su último partido internacional fue el 15 de marzo de 2014, en la jornada final del Seis Naciones. La selección irlandesa se impuso a Francia en París por segunda vez en 42 años consagrándose, además, como campeones del torneo. Una despedida por todo lo alto para un jugador de leyenda.