Paddy Mayne, el irlandés díscolo que destacó en rugby y boxeo antes de convertirse en héroe de guerra
Recorrido por la vida de este internacional irlandés que ganó un campeonato de peso pesado y se graduó como abogado.
Sobre las cuatro de la madrugada del 13 de diciembre de 1955 un hombre de 40 años de edad salió de la casa de un amigo donde había estado empinando el codo durante varias horas y compartiendo secretos en torno a la Logia de la Amistad de la que ambos eran miembros. Antes, ya había consumido un buen número de pintas en un pub cercano mientras jugaba al póker. Su estado de embriaguez no le impidió coger el coche para regresar a su casa situada en Newtownards (Irlanda del Norte). El trayecto duró unos pocos metros. Su deportivo Riley chocó contra un automóvil de un granjero aparcado en las inmediaciones y falleció en el acto.
Al día siguiente, el diario The Times publicó un largo obituario: "El teniente coronel Robert Blair Mayne, DSO, murió ayer en accidente automovilístico cerca de su casa en Maountpleasant, Newtwonards, condado de Down. Tenía 40 años (…). Jugó al rugby para el Queen´s y más tarde fue seleccionado delantero en seis partidos internacionales (…). También ganó el campeonato de peso pesado en Irlanda del Norte y se graduó como abogado (…). Más tarde comandó el Servicio Aéreo Especial formado por voluntarios en el Norte de África en 1941 cuyos miembros fueron arrojados detrás de las líneas alemanas después del Día D". No es extraño que la BBC se fijara en este polifacético hombre para rodar una serie dramática llamada SAS: Rogue Heroes. Su trágico final, aunque con matices, se asemejaba al comienzo del film Lawrence de Arabia, donde su protagonista muere en un accidente automovilístico. Y es que Peter O´Toole iba en moto, no tenía pinta de haber bebido y se salió de la carretera para evitar a unos ciclistas.
Robert Blair Mayne 'Paddy' pertenecía a una acomodada familia presbiteriana original de Escocia que llevaba años establecida en Irlanda de Norte. Su vinculación con el rugby comenzó en el Regent House Grammar School. A los 16 años ya correteaba por los campos del Ards RFC con el balón ovalado entre sus manos. El caso es que se le daban bien todos los deportes porque también destacaba en cricket o golf (hándicap 8). Ya de joven demostró con creces ser un tipo de gran inteligencia, un don que no estaba reñido con su carácter complejo y enigmático. Mientras estudiaba Derecho en la Queen´s University de Belfast también le dio tiempo a exhibir sus habilidades en un ring de boxeo. Quedó campeón universitario del peso pesado entre las universidades irlandesas y solo perdió a los puntos en la final del campeonato donde tomaban parte todas las universidades británicas.
Corría el año 1935. Faltaban solo dos años para que Irlanda le convocara para jugar con su selección absoluta de rugby. Debutó con el XV del Trébol con una ajustada victoria frente a los galeses (5-3) en un partido disputado en Belfast. Aquel año Inglaterra arrolló a todos sus rivales llevándose la Triple Corona, después emergieron los escoceses para reeditar el mismo logro un año más tarde. Gales e Irlanda estaban a verlas venir en el torneo que se denominaba IV Naciones, después de la expulsión de Francia en 1931. Algo debió ver en aquel delantero el entonces seleccionador de los British and Irish Lions, el coronel Bernard Hartley, que en 1938 se lo llevó de gira por Sudáfrica pese a que solo llevaba disputados cinco partidos internacionales. Allí empezó a forjarse la leyenda de un tipo rebelde parecido al que encarnó Steve McQuenn en La gran evasión.
La aventura en el hemisferio sur comenzó bien frente a equipos locales con un saldo de tres derrotas en 14 partidos. El primer test match frente a los Springboks resultó decepcionante para los visitantes, ya que cayeron por 26-12. La prensa local, no obstante, ensalzó tanto la "sobresaliente" actuación individual de Mayne, asi como la "valiente" actitud de sus compañeros para resistir las acometidas del rival. Aquellas giras no son como las de ahora. Tras varios días de pesado viaje en barco, luego tenían que disputar en más de tres meses (del 11 de junio al 21 de septiembre) un total de veinte partidos en los que Paddy intervino en 17. Tal vez así se entiende mejor su atípico comportamiento durante su estancia en Sudáfrica. Si al aburrimiento de los viajes y la estancia se añade el hecho de ser una persona impetuosa y que bebía en exceso, el cóctel puede resultar explosivo.
Un buen día le dio por destrozar varias habitaciones del hotel donde se alojaba. Otro, por pelear borracho con trabajadores portuarios. Incluso en cierta ocasión ayudó a liberar de la cárcel a un amigo que acababa de hacer y que trabajaba en la construcción del mítico estadio de Ellis Park. Su última hazaña extradeportiva en Sudáfrica fue escaquearse de una cena de gala con sus compañeros para irse de caza. A la vuelta, arrojó el cadáver ensangrentado de un antílope en el hotel. Otro acto sin sentido de Paddy. De vuelta a Irlanda del Norte en enroló en el Malone RFC de Belfast hasta que le sorprendió el estallido de la II Guerra Mundial.
Mayne era un soltero empedernido. Nunca se casó ni tuvo hijos. Lo suyo era la aventura. Aniquilar nazis su obsesión. Poco después de que Inglaterra declarara oficialmente la guerra a Alemania se alistó en los Royal Ulster Rifles. Sin embargo, su espíritu aventurero le llevó a enrolarse en No. 11 (scotish), un comando especial formado en Escocia que participó en las campañas del norte de África y que llegó a tomar parte en el intento fallido de capturar a Erwin Rommel, El zorro del desierto. Más éxitos cosechó en la batalla del Rio Litani, en el Líbano, que permitió el avance de las tropas aliadas hacia Beirut. Por esta acción, Paddy recibió su primera condecoración.
Su nombre empezaba a ser conocido, así que le propusieron entrar en el Servicio Aéreo Especial (SAS), un cuerpo de fuerzas especiales del ejército británico. Aquello no fue fácil de conseguir. Mayne ya había hecho una de las suyas. Estaba arrestado por golpear a su superior, a quien criticaba por no haber estado a la altura durante la batalla de Litani, ya que un tercio de sus hombres habían resultado muertos o heridos. Su venganza no acabó ahí, porque también le dio por matar al perro del oficial. Aquel incidente, acaecido el 21 de junio de 1941, le costó la expulsión del No. 11 (scotish). Pese a todo, su capacidad de liderazgo no había pasado desapercibida y el suceso quedó borrado en su hoja de servicios, no así en la memoria de algunos compañeros.
Desde noviembre de 1941 hasta diciembre de 1942, ya como miembro del SAS al mando del capitán David Stirling, participó en gran cantidad de incursiones detrás de las líneas enemigas en lo desiertos de Libia y Egipto. La más exitosa ocurrió durante la noche del 14 de diciembre. Mayne dirigió a un grupo de soldados que tenía como objetivo causar el mayor daño posible en el aeródromo de Tamet (Libia). Tras eliminar el enemigo en una refriega con disparos de ametralladora, el grupo destruyó con bombas Lewes un total de 24 aviones. En el SAS aún circula la leyenda de que el exboxeador irlandés arrancó de cuajo el panel de control de un avión, algo que solo puede hacer un hombre muy fornido. Por su participación en esta operación recibió su primera Orden de Servicio Distinguido (DSO).
Stirling fue capturado por los nazis en enero de 1943 y los SAS quedaron divididos en el Escuadrón Especial de Asalto y la Sección Especial de Barcos. Mayne fue nombrado comandante del primer grupo que operó durante todo ese año en Italia y en 1944 ascendió a teniente coronel. Ya como máximo responsable del SAS participó en varias campañas para liberar países como Holanda, Bélgica, Noruega o Francia, siempre luchando con la resistencia. Ya en suelo alemán, el 9 de abril, fue el protagonista de una acción llevada a cabo en Oldemburgo, en el noroeste de Alemania. Su escuadrón había sido víctima de una emboscada. Estaba rodeado por el intenso fuego enemigo. Entonces, emergió la figura del duro jugador de rugby. Se subió a un jeep y fue recogiendo uno a uno los heridos antes de acabar con los soldados que disparaban desde una granja cercana. A continuación, se enfrentó a los enemigos situados en un claro del bosque conduciendo en zigzag el jeep mientras su artillero disparaba contra las posiciones alemanas.
Por aquella acción, el comandante Bernard Montgomery, Monty, el famoso militar que derroto a Rommel en el norte de África, le propuso para que le concedieran la Cruz Victoria, la condecoración militar más alta al valor "frente al enemigo". Sin embargo, el bueno de Paddy se tuvo que conformar con su cuarta DSO. Al cumplirse el 60º aniversario del final de contienda bélica, la Cámara de los Comunes debatió una moción presentada por más de cien parlamentarios para reparar aquella "grave injusticia". El primer ministro, Tony Blair, se negó en redondo, así que los únicos recuerdos que quedan de su figura son una calle que lleva su nombre y una estatua de bronce que se erigió en 1997 frente al Ayuntamiento de Newtownards. Tampoco se olvidaron de él durante la invasión de Irak en 2003, ya que la base temporal que ocupaba el primer batallón del Regimiento Real Irlandés fue bautizada en su honor con su nombre: Camp Blair Mayne.
En sus últimos años de vida, Mayne quiso dedicarse a viajar. Su estado de salud no se lo permitió. Tras finalizar la contienda voló hasta las islas Malvinas para enrolarse en una expedición a la Antártida que iba a durar más de dos años para visitar la isla Decepción y vivir en la base de Puerto Lockroy. Una lesión en la espalda sufrida durante algún combate en el viejo continente le hizo desistir, así que regresó a su localidad natal. Allí volvió a ejercer como abogado y, más tarde, como secretario de la Sociedad de Leyes de Irlanda del Norte. Nunca perdió su afición por el rugby. De vez en cuando se dejaba ver por las gradas de algún estadio. Eso sí, su dolor de espalda le impedía estar mucho tiempo de pie o sentado en una silla de madera. Tras su fallecimiento, su vinculación con la masonería se mantuvo oculta durante muchos años. Sus restos reposan en la abadía de Movilla, en Newtownards.