Cuando Agassi tomó un camino que jamás eligieron Nadal, Federer o Djokovic: "Era como Bruce Springsteen en el bar de la esquina"
El exnúmero uno recuerda su temporada 1997, cuando cayó al puesto 141 y bajó al barro del tenis para reinventarse. "Es bastante crudo y real".

Hace un par de años, un miércoles de mayo en un pequeño club de Burdeos, un puñado de aficionados al tenis pudieron ver un fenómeno totalmente extraño: sobre la tierra batida de la ciudad francesa, Andy Murray y Stan Wawrinka, los dos tenistas que más y mejor plantaron cara al Big Three, se medían en un partido de nivel Challenger, lejos de los grandes focos, en el circuito donde se cruzan las jóvenes estrellas que caminan hacia el profesionalismo con veteranos cuyo ranking no les permite jugar en el nivel ATP.
¿Qué hacían Murray y Wawrinka, campeón cada uno de tres Grand Slam, enfrentándose en los octavos de final del Challenger de Burdeos en 2023? Simple y llanamente, bajar al barro. Tanto el británico como el suizo andaban buscando sensaciones, perdidos ya en el ranking después de incontables lesiones y parones. Ese camino es bastante común para antiguos top ten que buscan regresar a los primeros planos, pero resulta muy extraño ver a las grandes estrellas en el circuito Challenger.
Por ejemplo, ningún miembro del Big Three ha disputado un Challenger desde que explotaron como tenistas. Rafael Nadal, Roger Federer y Novak Djokovic nunca eligieron esa senda, pese a todas las lesiones y bajadas de ranking que han sufrido, sobre todo el español. El que sí se remangó en un momento, allá por la década de 1990, fue Andre Agassi, una situación que el exnúmero uno americano ha recordado estos días durante el Challenger que se ha disputado en Arizona.
"Yo llegué al número uno del mundo y la gente podía pensar que estaba viviendo un sueño. Pero yo era, probablemente, la persona más infeliz del mundo en muchos sentidos", ha señalado Agassi, que subió por primera vez al número uno en 1995 antes de caer en 1997 hasta el puesto 141 de la lista ATP víctima del mal juego y de algunas lesiones. "Pasé dos años cayendo hasta el No. 140 del mundo. Todos parecían estar sorprendidos, salvo yo".

"Jamás se imaginaron compitiendo conmigo"
Perdido, Agassi eligió el circuito Challenger para reinventarse: jugó un torneo en Las Vegas, en el que perdió en la final ante el alemán Christian Vinck, entonces 202 del ranking mundial, y otro más en Burbank, California, donde se hizo con el título.
"Cuando encontré una razón por la que jugar, tuve que empezar de nuevo", ha señalado el campeón de ocho títulos de Grand Slam. "Era demasiado importante para mí, y la gente me veía como si fuera Bruce Springsteen tocando en el bar de la esquina. Sin embargo, nunca me sentí tan conectado con el tenis. Por fin tenía un motivo para salir a la pista. Me enfrentaba a tipos que jamás imaginaron que competirían conmigo, no digamos ya vencerme. Al final, estaba donde necesitaba estar. La sensación fue genial".
"Lo realmente complicado del nivel Challenger es que esos tipos están luchando por tener una plaza con la que ganarse la vida, con la que armar un calendario o estar en un torneo. Tienen que pagar las facturas, deben cambiar sus reservas de vuelo porque perderán dinero si no lo hacen. Están peleando por sus vidas diarias. Es algo bastante crudo y real".
Al año siguiente de aquella aventura, Agassi había regresado ya al top ten del ranking ATP y en 1999 acabó el curso como número uno tras conquistar Roland Garros y el US Open.