TENIS

El "calambre psicológico" que fulminó a Alcaraz fue la semilla de su mejor triunfo: "No eres un robot, Carlos"

La semifinal de Roland Garros entre Carlitos y Djokovic es el mejor resumen posible del año tenístico. Revivimos las horas más duras del murciano en París.

Carlos Alcaraz se toca el gemelo tras los calambres que sufrió en las semifinales de Roland Garros con Djokovic. /
Carlos Alcaraz se toca el gemelo tras los calambres que sufrió en las semifinales de Roland Garros con Djokovic.
Nacho Encabo

Nacho Encabo

La tarde del 9 de junio, Carlos Alcaraz estaba abatido. Sentado en el vestuario de Roland Garros, el murciano negaba con la cabeza: todavía no se creía lo que le acababa de pasar. Estaba decepcionado consigo mismo. Sentía que su mente le había traicionado. Pero ahí, hundido en las catacumbas de la Philippe Chatrier, Carlitos empezó a ganar Wimbledon. Él todavía no lo sabía.

"Carlos, no eres perfecto", escuchaba mientras masticaba una durísima derrota. "Carlos, no eres un robot", añadía esa voz. "Carlos, no eres una máquina". El que hablaba era una de sus personas de máxima confianza, Juanjo López, su médico. "Tienes derecho a fallar, esto es un aprendizaje". Pero Carlitos estaba en otro mundo. La explicación hay que buscarla un par de horas antes sobre la arcilla de Roland Garros.

Peleando por un puesto en la final del Grand Slam, su mente se agarrota ante la inmensidad de Novak Djokovic y su cuerpo le abandona. Con 6-3, 5-7 y 1-0 en el marcador, igualdad máxima después de casi dos horas y media de tremenda batalla, Alcaraz resta con la derecha y la pelota se queda en la red. Inmediatamente se lleva la mano al gemelo derecho. Pide el médico. Le atiende en el brazo y después en las piernas. Está totalmente acalambrado. Y no es un tema físico: todo le viene de arriba, de la cabeza. "Es aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí...", dice en un momento del partido señalándose todas las partes del cuerpo que le duelen.

"Lo sé Juanqui, lo sé, lo sé. Pero es muy pronto para retirarme", le grita Carlitos a Juan Carlos Ferrero, que está en su palco, mientras el médico le masajea los muslos en la pista. Pero ya no hay vuelta atrás: entrega los dos últimos sets por 6-1 y 6-1 y abandona la pista central de Roland Garros con una dolorosísima derrota en la mochila. De esas que cuestan digerir. Se va de París con una lección bien aprendida: Djokovic es otra dimensión, contra Nole no se puede estar nervioso.

Esa semifinal, la primera de Carlitos en París, resume a la perfección lo que ha sido el 2023 tenístico por varios motivos: Alcaraz y Djokovic son los dos grandes protagonistas del curso; es Nole frenando a la generación del futuro; son unas semis de Roland Garros y no está Nadal, lesionado y ausente. Es todo demasiado simbólico.

Los siete minutos que dejaron helado a Carlitos

La conclusión inmediata a la que llegan esa misma tarde en el equipo de Alcaraz es que, más allá del calor y del desgaste de partido, esta vez ha sido algo mental. Es lo que su médico Juanjo López califica como "calambre psicológico".

"El estrés psicológico en el tenis es máximo. Yo recuerdo ver a Berasategui jugar la final de Roland Garros con calambres. Tuvo que retirarse superjoven por esos calambres. Ese estrés mental te repercute", analizaba el doctor unos días después en la televisión murciana. "Esos calambres salen de la relajación. Después de un segundo set de mucha tensión y mucho desgaste, Djokovic pidió un tiempo médico y después se fue al baño. Fueron siete minutos en los que Carlitos estaba sentado, se estaba relajando. Siempre le pedimos que se active uno o dos minutos. Como llevaba mucho desgaste del set, se relajó".

Mientras la cabeza de Alcaraz bulle en el vestuario tras la derrota, en el piso de arriba de los vestuarios, en el restaurante de jugadores, la familia del murciano está tranquila. El abuelo, Carlos, el del lema "cabeza, corazón y cojones" le compra un 'KitKat' a Jaime, el hermano pequeño de Carlitos. Y los padres del jugador se sientan en una mesa de la terraza y reciben un caluroso abrazo de Goran Ivanisevic. "El muchacho ha perdido una semifinal de Roland Garros ante Djokovic, ya está", dicen, intentando ver lo positivo. Que lo hay. Y mucho. "Va a aprender mucho de esto, le va a venir muy bien todo lo que ha vivido a lo largo del todo el torneo".

La revancha de Wimbledon

"Nunca he sentido tanta tensión como hoy", añade prácticamente en simultáneo Alcaraz en la rueda de prensa oficial. "No es fácil jugar contra Novak, es una leyenda, si alguien dice que sale a jugar sin nervios contra él está mintiendo. Tienes nervios por ser las semis de un Grand Slam, pero todavía más por ser Novak quien está delante. La próxima vez que me enfrente a él espero que sea diferente, pero los nervios seguirán ahí".

Dicho y hecho. Lo de Alcaraz es tan bestia, su ascenso es tan meteórico, que unas semanas después se cobra la revancha ante el tenista más exitoso de todos los tiempos. Lo hace nada menos que en la pista central del All England Club y en la final de Wimbledon, en territorio Nole.

Ese triunfo, el más importante de su carrera hasta el momento, llega por sorpresa: nadie contaba con él para la hierba y nadie pensaba que, una vez en la final, se podía levantar del 6-1 que le endosa Djokovic en el primer set de la final. Pero es Carlitos. Esta vez ya no había nervios. Ya no había calambres.