La jugarreta que sepultó a España en la final de la Davis 2003: "En condiciones normales hubiera ganado Ferrero"
España perdió la final de 2003 en Australia después de una polémica derrota de Ferrero. "Con el reglamento en la mano era abandono de Philippoussis".

La final de la Copa Davis 2003 quedó en el imaginario colectivo como la final del himno de Riego. Ya saben, cuando se montó una buena durante la ceremonia después de que el trompetista australiano James Morrison interpretara por error el himno de la Segunda República y el secretario de Estado para el Deporte, Juan Antonio Gómez-Angulo, amenazase con que no se jugaba. Al final el asunto se resolvió en unos pocos minutos tras una buena bronca en el vestuario. Y lo que comenzó mal en la jornada del viernes para el equipo español acabaría aún peor el domingo, con la derrota definitiva de Juan Carlos Ferrero en un partido que, según recuerdan varios protagonistas, no habría perdido si se hubiera seguido el reglamento a rajatabla.
Vamos con los hechos de aquel fin de semana de finales de noviembre de 2003 en Melbourne. Australia, una de las mayores potencias del tenis, recibía a España en la Rod Laver Arena e instaló una pista de hierba para favorecer a sus primeras espadas: Lleyton Hewitt, campeón de Wimbledon 2002, y Mark Philippoussis, subcampeón en 2003.
Capitaneada por el G-3, Jordi Arrese, Juan Avendaño y Josep Perlas, España se presentó en las antípodas con dos top ten, Juan Carlos Ferrero (nº3 de la ATP) y Carlos Moyà (nº7), y un dobles formado por Álex Corretja y un jovencísimo Feliciano López. Tras el fallo del himno, Hewitt derrotó a Ferrero por 3-6, 6-3, 3-6, 7-6 (7-0) y 6-2 en el primer partido y Moyà puso las tablas al vencer a Philippoussis por 6-4, 6-4, 4-6 y 7-6 (7-5).
Al día siguiente, el sábado, el dobles fue un monólogo australiano: Wayne Arthur y Todd Woodbridge superaron a Corretja y Feliciano por 6-3, 6-1 y 6-3. Con el 2-1 para los aussies se llegó a la jornada decisiva del domingo: España necesitaba ganar los dos individuales si quería levantar su segunda Ensaladera tras aquella alegría del año 2000, precisamente ante Australia en el Palau Sant Jordi.
“Estaba totalmente roto”
El cuarto punto, el que terminó decidiendo el título para Australia, medía a Ferrero con Philippoussis. El español había ganado los dos enfrentamientos previos, pero el australiano era peligrosísimo en hierba: era dueño de uno de los mejores saques del circuito y lanzaba auténticas bombas. Por algo le apodaban The Scud. La Rod Laver Arena se frotaba las manos al ver a Philippoussis llevarse los dos primeros sets por 7-5 y 6-3, pero Ferrero resurgió y se llevó los dos siguientes por 6-1 y 6-2. Y en ese momento llegó la jugarreta.
El australiano se había lesionado el pectoral derecho al final del segundo set y estaba totalmente hundido. "Estaba roto, totalmente roto", recuerda en una conversación con Relevo Juan Avendaño, uno de los miembros del G3. "Estaba lesionado y acalambrado. Yo me habría jugado dinero a que el quinto set lo ganaba Ferrero. Y si hubiera pasado eso, el quinto punto era Moyà contra Hewitt y Moyà en ese tipo de partidos era una bestia".

Entonces Philippoussis, en un intento desesperado por cortar el ritmo, se marchó al baño. Aprovechando ese pequeño parón, Ferrero pidió que entrara un médico para darle un masaje. Y cuando el australiano regresó a la pista, con Ferrero ya listo, fue él el que solicitó el tiempo médico. Aquella pausa tan larga rompió por completo el ritmo del español. "El partido cambió radicalmente. El cuarto set había acabado con Ferrero jugando bastante bien, moviéndole mucho. Mark era un jugador de saque-red al que no le gustaba especialmente correr. Y ese partido corrió mucho", continúa Avendaño.
"Pararon el partido casi 15 minutos. Recuerdo que saltaron a la pista el fisio, el médico, entró todo el mundo. Con el reglamento en la mano ese partido era abandono de Philipppoussis y victoria para Ferrero", añade por su parte Josep Perlas, otro de los capitanes españoles. "Fue la típica del árbitro que no se atreve, que no toma una decisión. No cumplió las normas. Típico árbitro cuando un equipo juega en casa. A ver quién es el guapo que le dice al jugador que al vestuario y partido para Ferrero. La clave estuvo ahí, ese partido era para Juan Carlos por KO".
Philippoussis llegó a decir años después que aquel fue el partido de su vida, delante de su gente, de su familia, de su país. "Cada golpe que daba me dolía, pero no me iba a retirar de ninguna manera. Me decía a mí mismo que fuera punto a punto. No me importaba lo mal que tenía el pectoral y sólo pensaba en darlo todo".

“Moyà estaba hambriento”
Según las versión de los españoles, el árbitro no debería haber permitido a Philippoussis ir al baño y pedir luego la asistencia del médico. El caso es que Ferrero se quedó totalmente frío y Philippoussis echó el resto en el quinto set. "Se dedicó a no jugar, hacía saque-red, resto-red, jugándose todas las bolas. Y cuando un rival está así, te obliga a jugar finísimo. Si no estás fino, te atrapas y no sales", dice Avendaño. "Ganó 6-0 en pocos minutos. Estábamos todos indignadísimos porque en condiciones normales hubiera ganado Ferrero".
La clave de la final, coinciden Perlas y Avendaño, fue ese quinto set del Ferrero-Philippoussis. Porque los dos están convencidos de que Moyà iba a salir a comerse a Hewitt en el quinto. "La Davis era una asignatura pendiente para Carlos porque se perdió la final del año 2000 por un problema en la espalda. Así que estaba increíblemente motivado", comenta Perlas, que por entonces era el entrenador de Moyà.
"Nunca le había visto tan mentalizado, tan hambriento antes de saltar a la pista", añade sobre esos momentos. Cuando Philippoussis fue al baño antes del quinto set, Moyà estaba ya entrando en calor en los vestuarios, mentalizándose y preparándose para el quinto punto. "Siempre me ha quedado la duda de qué habría pasado. Me he quedado con las ganas de ver ese partido porque yo tenía el sentimiento de que iba a ser para Carlos", dice Perlas. "No se ganó esa final por los pelos", cierra Avendaño.