TENIS

El extenista español que moldea la mente más volcánica: "El gran error es ir al psicólogo cuando tienes un problema"

Beto Martín estudió Psicología tras colgar la raqueta en 2010 y actualmente trabaja con Andrey Rublev, número cinco de la ATP.

El extenista Beto Martín, durante un partido en el US Open 2005. /Nick Laham/Getty Images
El extenista Beto Martín, durante un partido en el US Open 2005. Nick Laham/Getty Images
Nacho Encabo

Nacho Encabo

A principios de los 2000, el tenis español vivía una época dorada. Juan Carlos Ferrero, Carlos Moyà, Albert Costa y Álex Corretja eran los nombres propios de aquella generación, cuyos logros fueron después ensombrecidos por la inmensidad de Rafael Nadal. Fuera de los focos, otros tenistas españoles se bregaban en los mismos torneos en busca de su momento de gloria.

Uno de ellos fue Alberto Martín (Barcelona, 1978), un jugador pionero en lo que a psicología deportiva se refiere. En su época, en la que la salud mental era prácticamente un tabú, decidió acudir a un psicólogo cuando vio que tenía un problema con las dobles faltas. "A partir de ahí empecé a ir al psicólogo regularmente porque me di cuenta de que es un trabajo continuo. Es como la preparación física, hay que hacerlo con regularidad para que se vea una mejora", dice en una entrevista con Relevo el hombre que alcanzó el puesto 34 del ranking mundial y que alzó tres títulos.

Tras colgar la raqueta en 2010, Beto Martín estudió Psicología en la Universidad de Barcelona e hizo un máster después en la UNED. Y desde hace un año, es el hombre que tiene encomendada una de las tareas más complicadas del circuito: domar la mente de Andrey Rublev, número cinco del ranking ATP y el jugador más volcánico de la actualidad.

¿Cuál es el balance del primer año con Andrey?

Estoy muy contento de poder trabajar con Fernando Vicente (entrenador de Rublev), que siempre fue compañero mío y amigo. Y también de tener a Galo Blanco de mánager. Hemos formado un buen equipo y las cosas han ido bastante bien en líneas generales en este año. Siempre hay cosas que mejorar, pero creo que ha sido una buena temporada. Ha ganado dos títulos, su primer Masters 1000 y se ha mantenido en el top 5.

¿Cómo es el trabajo psicológico que haces con Rublev?

Él hace un trabajo de psicología clínica con una psicóloga aparte y yo me centro un poco más en lo que es la parte tenística y en tratar de mejorar esa parte. El mantener un equilibrio dentro de lo que es el no volverse loco, que le pasa a menudo, con otras veces que no se vuelve loco pero le falta un pelín de agresividad en su juego. Es un jugador que golpea muy fuerte y necesita tener ese puntito de chispa, de agresividad, que a veces cuando quiere comportarse bien y controlarse le falta. El objetivo es encontrar ese equilibrio e ir madurando un poco para que no tenga esos momentos en los que pierde un poquito el control. Porque con los mejores jugadores a la que pierdes el control un juego te hacen break y se te va prácticamente el partido, no hay más opciones. Con otros jugadores de menos ranking tienes a lo mejor dos o tres oportunidades, pero con jugadores como Alcaraz, Djokovic o Medvedev, con los que están dentro del top ten, no hay tanto margen. En eso estamos. Hay semanas que sale mejor y otras que sale peor.

Rublev se golpea con la raqueta en la rodilla en las ATP Finals. ATP Media

¿Has notado una evolución en esta primera temporada juntos?

Sí, con altibajos pero sí. Hay semanas en las que estamos muy contentos, hay otras en las que no. Hay cosas a mejorar, obviamente. La psicología es uno de los apartados donde tiene que mejorar más. Ha habido semanas muy buenas como la de Wimbledon, por ejemplo, ahora recuerdo que lo hizo muy bien. La de París-Bercy también. En general estoy contento, pero creo que tiene que mejorar todavía bastante.

¿Qué se le dice en uno de esos días en los que explota en la pista?

Yo no le digo lo que tiene que hacer o lo que ha hecho mal ni lo que debería hacer bien. Él ya lo sabe. Esa parte es más la del entrenador, que a veces también yo hago esa parte. Porque no sólo hago de psicólogo, más o menos viajo con él la mitad del año y hay muchas veces que soy entrenador también. Cuando trabajamos sesiones de psicología trato de que él vaya encontrando la manera de expresarse, de que él vaya entendiendo cómo lo tiene que hacer mejor. Que vaya madurando. Pero a su manera. Un poquito escuchándolo, sintiéndolo y después pues hacemos meditación, visualizaciones y distintos trabajos.

¿Él acepta todo eso bien?

Sí, sí, sí. Trabaja muchísimo. Él trabaja con una psicóloga clínica y trabaja conmigo. A mí lo que me molesta un poco es que la gente solo ve la parte escandalosa, que es cuando se golpea con la raqueta o cuando se queja de cualquier cosa. Y es normal porque salta mucho a la vista, pero no ven todo el trabajo que él hace detrás. Yo alucino de lo que trabaja este jugador y de las horas que pone y de las ganas que tiene y realmente en eso es único. No hay muchos jugadores que tengan esa capacidad y una semana tras otra y una semana tras otra. Hay que frenarlo. O sea, muchas veces no le tienes que decir que trabaje, sino que descanse.

Beto Martín, durante un partido en 2004.  EFE/Alberto Morante
Beto Martín, durante un partido en 2004. EFE/Alberto Morante

¿Te gustaba la psicología cuando jugabas al tenis?

Sí, la verdad es que sí. Me acuerdo que cuando estaba jugando quería hacer algún curso y al final no tenía tiempo porque acababa muy cansado. Cuando me retiré empecé a hacer la carrera. Tampoco tenía muy claro si la iba a acabar realmente, porque lo hice por interés, no lo hice para trabajar. Y todo se fue poco a poco dando. Haber estudiado Psicología me ayuda también a ordenar muchas cosas que al final cuando tú has jugado las has experimentado y las has sentido. Yo también había trabajado con psicólogos como jugador y te ayuda a ordenar todo y a evitar sesgos. Muchas veces está muy sesgado la visión de la psicología en lo que es el deporte.

Serías de los pocos que trabajabas con psicólogos en aquella época.

Ya se empezaba a trabajar algo. Yo no trabajé con psicólogos durante toda mi carrera y fue un error. El gran error que se hace, aunque ahora ya no tanto, es ir al psicólogo cuanto tienes un problema. Yo me acuerdo que fui por un problema con las dobles faltas en un momento determinado y fui al psicólogo. Y a partir de ahí empecé a ir al psicólogo regularmente porque me di cuenta de que es un trabajo continuo. Hay que ir haciendo un trabajo continuo y al final hay traspiés porque uno no tiene una evolución continua. A veces vas mejorando, vuelves a empeorar, vuelves a mejorar y es como todo, como el tenis. Como la preparación física, como el fisioterapeuta. Hay que hacerlo con regularidad para que se vea una mejora.

Como psicólogo y extenista, ¿entiendes que un jugador se cabree cuando las cosas no van bien?

Sí, pero dentro de unas normas de educación, obviamente. No te puedes meter con un juez de línea o con un árbitro. A mí no me preocupa tanto que Andrey muestre su enfado o que grite. Prefiero que grite a que se dé golpes con la raqueta, evidentemente. Eso no es el ejemplo, ni que rompa raquetas aunque a veces sucede. Pero al final lo importante es que el enfado no lo lleve al siguiente punto. Que sea capaz de enfadarse, soltar esa ira, volverse a calmar, centrarse y volver a rendir. Un poco de eso se trata, de poder dar el cien por cien en todos los puntos y momentos. Hay que entender que las situaciones a veces se complican. Hay momentos en que haces dos o tres malos resultados y ahí es donde está el trabajo del psicólogo.