OPINIÓN

Francia ha arruinado con Nadal todos nuestros prejuicios y es la segunda vez que pasa en menos de un año

Nadal, en su homenaje/Getty Images
Nadal, en su homenaje Getty Images

En menos de un año, los franceses han arruinado todos nuestros prejuicios y nos han puesto en una situación algo incómoda respecto al mejor deportista español de todos los tiempos. Si en los Juegos Olímpicos, la organización de París 2024 decidió que Rafa Nadal fuera el único deportista en activo que formara parte de la "expedición de la antorcha" junto a mitos como Carl Lewis, Serena Williams o Nadia Comaneci, el rendido homenaje que se le dedicó este domingo en Roland Garros dejaen evidencia los problemas que tenemos en conseguir un homenaje como es debido.

La reunión con sus tres grandes contemporáneos más la huella que quedará para siempre grabada en la Philippe Chartrier supone un gran contraste con lo ocurrido en España. Es cierto que la suerte tampoco ha estado de nuestra parte, pero más allá de las palabras y los elogios, se echa de menos un acto más relumbrante de despedida (y agradecimiento) a Nadal. Algo que sea mucho mejor, desde luego, de lo que hemos visto hasta ahora.

¿Y qué hemos visto hasta ahora? Bueno, la primera "despedida" corrió a cargo del Mutua Madrid Open. En mayo de 2024, Nadal aún no había anunciado oficialmente su retirada aunque él mismo había dejado caer que probablemente ese fuera su último año como profesional. Su pronta derrota contra Jiri Lehecka -y que no me digan que no se podía prever teniendo en cuenta cómo habían sido los dos últimos años de Rafa- hizo que el homenaje se celebrara de madrugada, con las gradas cansadas y con una sucesión de banderas que no terminaban de caer del techo que daba un punto berlanguesco, a toda la escena.

No mejoró mucho la cosa seis meses después, cuando, ahora sí, Nadal jugó su último partido como profesional en la Copa Davis. El enfrentamiento contra Países Bajos terminó en derrota y el propio manacorí participó de la misma con un encuentro flojo frente a Botic Van de Zandschulp. En definitiva, que, aquí también, hubo que correr e improvisar. Era un día entre semana, mucha gente aún no había salido del trabajo para llegar al Martín Carpena y el asunto quedó bastante desangelado, la verdad.

Una celebración de TODOS

Los dos homenajes, además, tuvieron algo en común: se retransmitieron solo para abonados de ciertas plataformas. Es decir, después de más de veinte años en los que todos los españoles disfrutamos de Rafa, solo pudieron verle decir adiós unos cuantos selectos. Se podría decir que en Roland Garros ha pasado lo mismo y que solo los abonados a Eurosport o a cualquiera de las múltiples plataformas donde se puede acceder a dicho canal lograron disfrutar del reencuentro entre Federer, Nadal, Djokovic y Murray, pero, insisto, este era su homenaje, no el nuestro.

Y es que, desde luego, a Nadal le debemos una. No sé si a Nadal, la verdad, porque me da que a Rafa estas cosas le dan bastante igual o incluso le hacen sentir incómodo, pero al menos nos la debemos a nosotros mismos. Es cierto que España no tiene grandes eventos tenísticos más allá de los dos mencionados: no hay un Roland Garros o un Wimbledon donde juntar a decenas de miles de aficionados al tenis, más la avalancha habitual de medios que cubren esos torneos, más los espectadores que los siguen por televisión.

Dicho esto, hay otras opciones. Las ha habido y las habrá siempre en un país que vive por y para el deporte. En su momento, se comentó la posibilidad de un partido entre el manacorí y Roger Federer en el Santiago Bernabéu. Quedó en nada, aunque se pueden valorar otras opciones o incluso otros rivales. Lo importante: un recinto que se pueda llenar de gente, un homenaje sentido y por todo lo alto, con grandes figuras del deporte… y una retransmisión en abierto para que todos nos podamos sumar.

Si lo hacen en el campo del Madrid o en el del Atleti o en el del Barcelona, me da absolutamente igual. Si alguien es tan paleto como para ponerle peros a la celebración de un ídolo nacional porque se ha elegido el campo de un rival futbolero, allá él o ella. Tampoco sería un mal momento para hacer una especie de "fiesta del deporte español" y rescatar a tantos otros que se fueron entre un moderado silencio. Tanto hablar de edades de oro y muy poco celebrarlas como es debido.

Una Edad de Oro poco celebrada

Mientras no quede una cosa cutre y pastelera -y me niego a creer que no haya talento en España para montar algo original y ocurrente-, sería algo maravilloso poder ver juntos a los grandes españoles de todos los tiempos rendir pleitesía a Nadal mientras el público les rinde pleitesía a ellos: los Induráin, Mireia Belmonte, Pau Gasol, Andrés Iniesta, José María Olazábal, Sergi Bruguera, Lydia Valentín, Saúl Craviotto y tantos otros que podrían unirse al homenaje compartido.

En fin, quede eso en manos de los que saben. Si en Francia, han podido dos veces, es de suponer que en España podremos al menos una. Lo que no tiene mucho sentido es que el adiós de Rafa se circunscriba a las dos improvisaciones en Madrid y Málaga. No está a la altura de su figura ni de su legado. Y en eso estaremos todos de acuerdo. El sábado, el fútbol despidió a Luka Modric como el croata se merecía. Hora es de que hagamos lo mismo con Nadal. No puede ser tan difícil.