TENIS

El médico que sabe todos los secretos de las estrellas españolas: "Arantxa y Conchita marcaron una época... Con ellas fue todo fácil"

Ángel Ruiz-Cotorro atiende a Relevo para repasar su carrera, hablar de su legado y de las lesiones en el tenis.

Ángel Díaz Cotorro, médico, entre muchos, de Rafa Nadal. /GETTY
Ángel Díaz Cotorro, médico, entre muchos, de Rafa Nadal. GETTY
Alberto Martínez

Alberto Martínez

Si hay una eminencia en la medicina deportiva especializada en tenis esa es Ángel Ruiz Cotorro (Santander, 1958), cuyas manos han cuidado durante más de 35 años a los mejores talentos españoles e internacionales. Apasionado del tenis en su localidad, a finales de los 70 y principios de los 80 se trasladó con una beca a Barcelona para vivir en la Residencia Blume y entrenar en Castelldefels, para luego regresar a su localidad, licenciarse en Medicina y especializarse en la rama deportiva gracias a cuatro años en París. Porque Ruiz-Cotorro abrió un bosque espeso, como aquella generación de médicos que aceleró la profesionalización del deporte y mejoró el bienestar del deportista alrededor de los Juegos de Barcelona 1992.

Ruiz-Cotorro fue testigo de las gestas de Arantxa Sánchez-Vicario y de Conchita Martínez, primero, disfrutó con los títulos de Sergi Brugera, Alberto Berasategi o Albert Costa, hasta que su carrera se vinculó principalmente a Rafa Nadal, el epicentro de todo en el tenis español durante dos décadas. Pero el doctor es mucho más que eso, con una base de datos con miles y miles de casos, de tenistas de todas las edades, ahora quiere aprovechar ese conocimiento para dejar un legado. Sus memorias y sus reflexiones sobre el tenis pasado y futuro también merecen un libro. Un aperitivo se celebrará los días 21 y 22 de febrero con un Congreso de Medicina Deportiva, en Santander, liderado por el doctor.

Usted lleva más de 35 años tratando a los mejores tenistas del mundo, entre ellos Nadal. ¿Es del que más ha aprendido?

He defendido siempre la base. Llevamos todas las escuelas en Barcelona y para nosotros eso siempre fue una parte importante. Luego surgen figuras que te aportan poder conocer otros aspectos como el estrés, la forma de ser, las patologías... Tienes que estar siempre en los nuevos retos. Lo que te va formando es el volumen de jugadores que tratas y conoces. El volumen de profesionales ha sido una barbaridad. Llegamos a un Grand Slam y tenemos 25 o 30 jugadores controlados. Puedes marcar la diferencia. Nadal, obviamente, te llevaba más al límite, pero estábamos más preparados. Yo les he podido ofrecer a los tenistas haber vivido muchas carreras. Y es ahí donde creo que más he aportado, y es lo que quiero aportar ahora.

¿Piensa ya en ese legado que quiere dejar?

Viví la época de oro del tenis español y ojalá se vuelva a repetir. Es difícil. El tenis español me dio la oportunidad de estar estos 30 años acompañando al jugador, aprendiendo mucho porque te llevan a situaciones límite. Fue bonito porque mezcle las dos pasiones de mi vida, el tenis y la medicina. Y eso me dio ventajas para estar con ellos. Y quiero dejar un legado. Estoy ahora con una aplicación médica de rendimiento deportivo. Quiero que eso llegue a mucha gente, que se aproveche de esta experiencia. Hay prevención, dolores, lesiones, control de cargas... Datos y datos, miles y miles que hemos recopilado y que podemos analizar.

¿Y cómo le da por la medicina deportiva?

A partir de las palas empiezo a jugar al tenis en Santander. Vengo a Barcelona con una beca de la Federación Española, directamente a la Blume y entrenábamos en Castelldefels. Con 20 o 21 años vuelvo a Santander y acabó Medicina. Mi pasión siempre fue el deporte. Intenté hacer Medicina Deportiva, pero no había aquí, y tuve que ir a París. Estuve cuatro años y en 1987 vuelvo a Barcelona, empecé con el doctor Cugat y con Carlos Bestit en la Federación Española. Empiezo a viajar con las chicas. Especialmente con Arantxa y Conchita, que parecían buenas, y creamos unos servicios médicos en la Copa Federación. Carlos falleció de un cáncer de pulmón, era una persona extraordinaria, fue una lástima y me quedé solo. En 1993 empecé a viajar.

¿Cómo recuerda y qué nos puede contar de lo que significaron Arantxa y Conchita?

Yo era muy joven. Había incluso jugadores mayores que yo cuando iba con los masculinos. Con ellas fue muy fácil. Encajé mucho por edad y maneras de ser. Eran chicas distintas, pero formaban un gran equipo. Disfrutaban mucho con la Copa Federación. Marcaron una etapa en el deporte femenino en España, llegaron a ser la uno y en la dos, en individual y en dobles. Era una pareja top. Fueron referencias mundiales con seis Copa Federación y 11 finales. ¡Imagínate ganar seis Copa Davis! Duró mucho tiempo y ayudaron a desarrollar otros deportes. Fue la base del desarrollo del tenis femenino.

Y cómo eran aquellos entrenamientos, especialmente en un país donde no estaba tan desarrollado el entrenamiento ni, como usted ha dicho, la Medicina Deportiva.

Siempre se ha entrenado mucho, había mucho volumen, pero ahora se conoce más, se controla más. Y creo que incluso ahora todo sigue siendo algo excesivo. El tenis es un deporte de impacto donde los kilómetros cuentan. Cada uno tiene un motor con una calidad genética y fisiológica determinadas. Puedes preparar y exigir, pero con límites. Hay que guardar los kilómetros para dar pista, que es donde ejerces tu carrera. Hay que llegar en condiciones. Hay gente que cree que es mejor ponerse en forma haciendo deporte, no es así. Hay que prepararse fuera del impacto para hacer menos kilómetros. La gente habla de rendimiento, pero hay límites. Para tenerlo se necesita continuidad y para ello hay que prevenir las lesiones.

"La gente habla de rendimiento, pero hay límites. Necesitas continuidad y para ello prevención"

¿Cree que se entrena en exceso?

Hay una serie de datos y de parámetros que contamos con ellos y que nos pueden dar valor. Hay cosas que se duplican. La preparación física debe ser sin impacto, si es tenis es con impacto pero con un programa de prevención para que se trabaje de forma efectiva. Y eso es lo que ha cambiado. A veces te encuentras a jugadores que entrenan a una velocidad que luego no las transmiten. Pero para poder entrenar hay un trabajo previo de preparación física que se debe hacer con el mínimo impacto.

¿Y en qué ha cambiado el tenis?

Lo que cambia en el tenis es la velocidad. Como en otros deportes. En fútbol cambia el espacio-tiempo, y en el tenis igual. La velocidad de la pelota es mayor, tienes menos tiempo, apoyas más rápido y vuelves también igual. Eso no sale gratis, hay una serie de estructuras del cuerpo que protestan y surgen nuevas lesiones.

¿Cuáles son para usted las lesiones más peligrosas en un tenista o con las que más ha sufrido?

El codo, la muñeca... Son razonables. Juegas a tenis con el tren superior. Ahora aparecieron nuevas patologías que antes no teníamos. Corretja o Berasategui acabaron la carrera sin problemas en la cadera, había excepciones como Albert Costa. A partir del 2.000 cambió la velocidad y los apoyos. Tengo más de 1.000 estudios sobre la cadera ya. Sufría más. La de cadera es de las más peligrosas en el tenis porque puede limitar la carrera. Hago hincapié en la prevención y la cadera es importante porque es una lesión silenciosa, y cuando aparece crea problemas de cartílago y anatómicos. Y la espalda también.

Comunicarle una lesión seria a un deportista entiendo que requiere de una sensibilidad especial. ¿A usted le cuesta eso?

El problema no son las lesiones habituales. Si una lesión es importante pero tiene solución es un asunto de planteamiento, de explicar los pasos, de si es tratamiento conservador o quirúrgico. El jugador lo entiende. El problema es cuando vienen con patologías que no son específicas del tenis, como le pasó a Nadal. Y encima fue al número uno. Allí se despiertan todas las alarmas. Hay que estudiar, conocer y hablar con la gente que se dedica a ello... Allí empieza la incertidumbre. No se sabe lo que durará. Es un trabajo diario y en función de lo que te vas encontrando vas decidiendo. Si lo explicas bien o le acompañas en el proceso... Hay una serie de fases en las lesiones, pero a veces se encuentra solo. Necesita cosas y deben acompañarlo. Hay que ganar semanas sin que se den mucho cuenta.

Hablaba antes de la velocidad, que es mayor, y eso repercute en el juego y en las lesiones. Hay elementos como las pelotas que también son determinantes. ¿Cree que se debe regular?

La tecnología es la que cambia el deporte. Antes era a una velocidad y ahora es a otra. Un jugador ganaba Roland Garros sacando a 191 km/h y siete años después lo hace a 212. Por eso es más agresivo el tenis de ahora. Hay que llegar, hay que impactar, la velocidad es mayor. Cómo las estructuras de tu cuerpo reciben esa velocidad. Se debería regular una cosa: somos estrictos a la hora de cambiar cordajes, tensiones, raquetas.... Detrás de un cambio técnico, puede aparecer una lesión. Somos estrictos. De golpe, nos cambian las pelotas con frecuencia. Eso debería contemplarse. Las pelotas son diferentes, tienen una velocidad diferente y se desarrollan de manera distinta en las superficies. Este tema está encima de la mesa y se debería tipificar. Los jugadores se quejan. Habría que buscar una solución.

Habla de ese juego tan veloz, de martillazos. ¿Le gustaba más antes el tenis o ahora?

Hay partidos y partidos. Pero respondiendo a tu clara pregunta, me gustaba más antes. Había que tener más creatividad, no dependías tanto de la velocidad. Ha habido cambios en la historia del tenis y los tengo claros en la cabeza. En los 2.000 hubo una evolución. Cuando Albert Costa ganó Roland Garros vi que aquello había cambiado. Y luego la evolución fue mayor, más fuerte, más difícil de defender. La semifinal Sinner-Alcaraz en el US Open de hace dos o tres años, y en otros partidos entre ambos, es otro punto más porque percibes un cambio de velocidad. Eso se ha ido detectando. Personalmente ver un partido así me impresiona, pero me impresionaba más la estrategia y lo que pasaba en otros periodos.

"Me gustaba más el tenis de antes, debías tener más creatividad... no dependías de la velocidad"

No le dejé acabar antes con la explicación de su carrera, hablábamos de Arantxa, Conchita y cómo usted empezó a crear estructuras médicas en torneos y empezó a viajar...

Sí, en torneos de Barcelona, Madrid y viajando para conocer las particularidades de otros tenistas y federaciones. Hay gente con la que trabajé de forma dual. Visitamos muchos extranjeros, pero hay otra gente que trabajamos de forma anual o constante. Tenía un acuerdo con la federación, así conocimos sus métodos. Berretini, Kuznetsova, Kuerten, Nalbandián... En 2009 creamos la clínica del tenis, no había otra y sigue siendo la única. Viendo el panorama con los cambios técnicos, con la pelota, nos metimos especialmente en la prevención. Hicimos un Congreso Mundial en Valencia con 350 especialistas. La prevención era el lema. Todo se basó en investigación, en conocer las lesiones y como atajarlas antes. Creamos cursos de formación y congresos específicos y tratados de forma holística para que participen médicos, fisio, psicólogos, entrenadores...

Y ahora tiene usted un congreso en Santander...

Soy de Santander, me sentí vinculado allí. Tuvimos una iniciativa, unos Congresos médicos. Siempre han estado a mi lado, me han ayudado. Empezamos con el hombro... este año es pie y tobillo. Imagínate los apoyos a esas velocidades. El pie hay que entenderlo muy bien a nivel biomecánico. Se adapta, es el último que recibe todo el peso. Patología de impacto, de cargas, es un tema interesante y bonita. Y es una patología frecuente, hay lesiones agudas.