¿Miedo a otro Lance Armstrong? El mundo del deporte no sabe qué hacer con Jannik Sinner y los Laureus son el último ejemplo

Un escalofrío recorrió la espalda de los jefes de la ATP y la ITF cuando se enteraron de que Jannik Sinner había dado dos veces positivo durante el mes de marzo de 2024. ¿Qué hacemos ahora?, se debieron de preguntar. El italiano venía de ganar su primer torneo del Grand Slam después de un final de temporada 2023 arrasador y se erigía como gran rival de Djokovic y de Alcaraz por el cetro del tenis mundial. ¿Tenían a otro Armstrong entre manos? Por si acaso, decidieron taparlo todo durante meses, hasta que supieran exactamente qué decisión tomar.
Y la decisión fue la esperada: en agosto, se supo que Sinner había sido absuelto de todos sus pecados. Al parecer, todo fue culpa de su fisioterapeuta, quien, sorprendentemente, había continuado trabajando para él todo ese tiempo y que solo fue despedido cuando se hizo oficial la inocencia del tenista italiano. Como a la AMA aquello le sonó un poco raro, decidió meter un poco el cazo en el potaje, igual que hiciera en el caso Contador hace quince años. Su decisión tampoco agradó a nadie, pues se quedó en tierra de nadie: sancionó al número uno del mundo (algo habría hecho), pero solo tres meses y con tiempo suficiente para volver en Roland Garros.
En esto, todo el mundo tiene su opinión y supongo que importa poco. La mía es que no se puede juzgar la intención en un caso de dopaje. Es absurdo. Si Sinner en realidad no quería doparse y es un pedazo de pan, un deportista ejemplar y la confianza en su equipo le jugó una mala pasada, me parece muy bien. Dormirá mejor por las noches. San Pedro le abrirá sus puertas. Pero debe ser sancionado porque compitió en desigualdad de condiciones y, de hecho, ganó el torneo de Miami apenas dos semanas después de su segundo positivo.
Los Laureaus se meten en un lío
En un mundo en el que las apariencias lo son todo, parece que el bloqueo se ha apoderado de las autoridades, que andan como la propia AMA: navegando entre dos aguas. Por un lado, lanzarse sobre Sinner con el veredicto de inocencia de la ATP y la ligera reprimenda de la AMA parece desmedido. Eso lo hacen solo los columnistas deportivos de vuelta de todo. Por otro lado, hacer como si nada cuando de hecho hay una sanción -por leve que sea- en su contra es arriesgarse a que te acusen de hipócrita.
Algo así habrá pensado la organización de los Premios Laureus, que ha decidido no nominar al italiano para sus galardones de este año. Se supone que no ha sido nada intencionado, pero Sinner, después de ganar ocho torneos ATP, entre ellos dos del Grand Slam, la Copa Davis y las ATP Finals, no se ha merecido ni una mención entre los cinco candidatos. En cualquier otro momento, la habría tenido garantizada, porque su año fue un escándalo, afianzado en el número uno del mundo desde el 10 de junio y con un balance de 40-3 desde que llegó a esa posición.
En cambio, sí que han nominado a Carlos Alcaraz. No voy a entrar en quién me parece mejor jugador porque es una comparación estéril entre dos jugadores sensacionales. Lo que sí tengo claro es quién lo fue el año pasado. Sí, Alcaraz también ganó dos grandes, pero, hombre, acabó el número tres del mundo… es muy raro que esté ahí el murciano y no el italiano. De algún modo, resalta aún más su ausencia. Una ausencia que, quizá, no se hubiera notado tanto si el quinto nominado hubiera sido, pongamos, Teddy Riner.
El silencio que hace aún más ruido
El mensaje que se manda es claro: Sinner no es bienvenido en el club de las grandes estrellas y no lo será hasta que no pase cierto tiempo y la gente se olvide. Aquí, más allá de mi opinión personal, que de poco o nada sirve, me quedo con la perplejidad de Alexander Zverev, cuando declaró aquello de "o tiene responsabilidad y entonces hay que sancionarle de verdad… o no tiene responsabilidad y entonces no hay nada por lo que sancionarle".
Los Laureus han optado por hacer como si el año de Sinner no hubiera existido y creo que deberían explicar por qué. Borrar de un plumazo los éxitos de un deportista es algo muy duro: incluso en el citado caso Armstrong hay dudas. ¿Tiene sentido quitar del palmarés a alguien que solo dio positivo una vez, en 1999, y al que nunca se le detectó EPO en su cuerpo mientras competía? ¿Tiene sentido hacerlo en una época en la que el uso de sustancias prohibidas era generalizado? ¿No hace más ruido ese silencio de siete años justo después de los nombres de Marco Pantani, Jan Ullrich y Bjarne Riis?
En cualquier caso, no es labor de Laureus decidir eso, sino de las propias autoridades antidopaje y del circuito. Si Sinner ha ganado todo lo que ha ganado en 2024 y nadie ha puesto una pega, es decir, si su nombre está en el palmarés de todos los torneos, ¿por qué obviarle de esa manera y colocar en su lugar al número tres del mundo? Es una decisión extraña. Nadie duda que Alcaraz fuera mejor en 2023, pero ¿en 2024? No creo que haya debate. Tampoco creo que los de Laureus lo crean. Pero, ay, las formas y la indecisión, cuánto daño hacen…