Alcaraz se impone a sus altibajos y consigue un partido más en Madrid
El murciano vence a Struff por 6-3, 6-7 y 7-6 y disputará los cuartos de final contra Rublev.

Los ratos en los que Alcaraz está a tono sorprende la fuerza con la que es capaz de jugar sin aparente esfuerzo, pero ese brillo contrasta con los momentos en los que parece ser una versión mate y descolorida de sí mismo. La inspiración llega a ratos, sin la continuidad que se le exige a quien oposita al máximo. A veces incluso parece sabotearse a golpe de malas decisiones. Es a la vez Jekyll y Hyde, incapaz de convertir sus virtudes en la norma. Esta vez le dio para ganar, pero someter a Jan-Lannard Struff no quita las dudas que aparecieron por el camino. No es tan dulce la victoria, pero es una victoria al fin y al cabo.
Contra el alemán llevó la iniciativa en ocasiones, pareció incluso que iba a ser fácil, pero terminó sufriendo más de lo que estaba en el guion. Las sensaciones no son malas del todo, falta algo de ritmo, cuando está enchufado las piernas corren y la pelota vuela, pero de poco servirá si no consigue que ese nivel sea constante. Alcaraz, a solo unas semanas de Roland Garros, no parece roto, pero sí indeciso. Le queda todavía para construir su candidatura a la copa de los mosqueteros. Es ahora mismo un ramillete de síes y noes.
El murciano tiene las dudas de la regularidad, en ocasiones también del físico, pero desde luego no del talento. No tiene un cuerpo rotundo, no es ni muy grande ni muy fuerte, aunque sí bastante rápido, pero tampoco necesita nada de eso para ser la estrella que es. En momentos del juego es deslumbrante, capaz de encontrar puntos inverosímiles. Lo mismo tira una derecha que corre a toda velocidad que pellizca la bola con suavidad para hacer perder los pulmones al rival. Y todo eso sin medio gesto de más, como si estuviese jugando una pachanga con los amigos.
El problema es que también se están notando las fisuras. Es fácil encontrarlas en su saque que, en este momento, no le da los puntos gratis que le gustaría. Su primero no es lo suficientemente incisivo como para hacerlo sencillo, así que se tiene que dedicar a trabajar un poco más los puntos, situándose en la pista y pegando con los pies pegados al suelo. Saca muchos de ellos, pero si encuentra ese nivel más en el inicio del juego la vida le será más sencilla. Tuvo opción de llevarse el partido con 5-4 a favor y saque, pero fue incapaz de tomar la iniciativa y confundir a Struff. Antes de eso, mucho antes, el partido iba cambiando de rostro cada poco tiempo, como indeciso, sin saber a qué lado tirar.
En el primer set rompió pronto el saque de su rival, que aunque sea alto y fuerte, está más que bien adaptado a la tierra, el lugar en el que más ha ganado en su carrera. Lo hizo todo con esa fluidez que tiene el murciano, la que le permite siempre estar en el lugar adecuado sin tener que pensar de más ni darse carreras que le puedan costar el físico. Se sabe perfilar y pegarle cómodo, no suele necesitar dar pasos de más o ampliar mucho la zancada porque su cabeza ya ha hecho el cálculo de antemano y sabe exactamente lo que necesita para que el tiro sea perfecto. Cuando está concentrado y en línea con lo que exige el partido es sensacional.
Alcaraz comenzó en esta edición Madrid con dudas por ese físico maltrecho que le ha dado una primavera con unas de cal y otras de arena. En su brazo derecho hay una manga que indica que necesita tener cuidado, que se trata de material sensible. Es difícil meterse en la mente de un tenista, aunque su ritmo es fluido y los golpes aparecen, falta la consistencia que da la repetición. Le faltan, quizá, partidos para encontrar las sensaciones correctas.
En el segundo parcial pareció por un momento que esto iba a ser fácil. Empezó ganando, rompiéndole a Struff el servicio, todo llevaba a pensar que era un partido cuesta abajo, sencillo, pero el alemán se resistió a dejarse ir. El español entró en un ritmo funcionarial, no tan contundente como había sido en el arranque, con cierta molicie. Su rival agarró a la pista, se benefició de esos saques no tan punzantes de Carlos y terminó empujando el set a un tie-break. Ahí fue mejor, pronto se puso con cuatro bolas de set y, aunque Alcaraz recuperó tres, ya era tarde. Con un magnífico saque, ajustado a la línea hasta lo increíble, se llevó la segunda manga.
Alcaraz en Madrid oposita a gran ídolo, y es verdad que dicho así suena a poco si se tiene en cuenta que es de la casa y ya ha ganado dos veces este torneo. Al final todo en esta vida son circunstancias y él tiene que heredar el puesto de un coloso que todavía no se ha ido y que sigue llenando como nadie el corazón de los suyos. No es nada más que eso, una costumbre, es difícil suplir un hueco así, y más todavía más cuando sigue ocupado por el ídolo, que además de momento se resiste a dejar estas canchas de tierra del sur de Madrid y pelea contra viento y marea por un poquito más de tenis. También se echa algo en falta un poco más de carácter, enseñar los dientes y dar un golpe en la mesa.
Su público le animó de inicio a fin, y aunque no lo pasó bien, este no iba a ser el partido en el que Alcaraz se iba del torneo. Las dudas existen y se iban a mantener en el tercer set. Al principio del parcial volvió la mejor versión, fuerte y rotunda, encontrando golpes ganadores y obligando a Struff a moverse mucho más de lo que le hubiese gustado. Cuando Carlos marca el ritmo su rival lo tiene complicado, porque no es fácil defender ante un jugador que juega tan fácil al tenis y que tiene un repertorio de golpes tan amplio. Lo que pasa es que después se le fue a ir la fluidez y se encontró de nuevo sin ganar los primeros servicios, un poco a remolque de su rival. Le costó, se fue de nuevo al desempate. Allí empezó fuerte, rotundo, con tres puntos seguidos, pero se volvió a diluir. Y cuando parecía que ya se marchaba, de nuevo apareció para cerrar el día y dar un alegría a la afición presente.
Alcaraz se había puesto como objetivo jugar tres o cuatro partidos en Madrid, ante su público. Misión cumplida, aunque con dudas. Ahora queda por ver hasta dónde puede dar de sí ¿Quizá la final? Nunca es fácil, su rival en la siguiente ronda, Rublev. En los momentos buenos puede con cualquier cosa, pero si no aparecen con más frecuencia, poco tendrá que hacer cuando la exigencia suba. Es, todavía, una obra en construcción.