TENIS

Lo que no se vio del primer Nadal-Federer: sin el tío Toni, nadando con delfines y chequeando el teletexto

Hace 20 años en Miami nació la mayor rivalidad que ha vivido el tenis. "Tenía miedo de que Federer me pudiera ganar 6-1 y 6-1".

Rafael Nadal nada con un delfín durante el torneo de Miami 2004, cuando se enfrentó por primera vez a Roger Federer. /Al Bello/Getty Images
Rafael Nadal nada con un delfín durante el torneo de Miami 2004, cuando se enfrentó por primera vez a Roger Federer. Al Bello/Getty Images
Nacho Encabo

Nacho Encabo

Nadie lo sabía y ni los más entusiastas podían imaginárselo, pero el 28 de marzo de 2004, entre iguanas, playas de arena fina y aguas turquesas acababa de nacer la que se convertiría en la mayor rivalidad de la historia del tenis, con permiso de Novak Djokovic. Las instalaciones de Crandon Park, en el espectacular Cayo Vizcaíno de Miami, fueron el escenario en el que Rafael Nadal y Roger Federer pusieron el primer ladrillo.

Han pasado 20 años y numerosos medios y cuentas de redes sociales han rescatado esta semana el vídeo de la efeméride, en el que aparece un Nadal con cara de niño y camiseta sin mangas vencer por 6-3 y 6-3 a Federer en poco más de una hora. Sin embargo, hay algunas escenas que no se vieron y otras que quedaron enterradas por el paso del tiempo y por las millones de anécdotas que fueron dejando los Nadal-Federer.

En aquel entonces, Federer, de 22 años, acababa de estrenar el número uno del ranking ATP tras conquistar sus dos primeros Grand Slam en Wimbledon y el Open de Australia. Tenía el mundo a sus pies. Nadal, en cambio, tenía 17 años y era el número 34 de la clasificación mundial. Su nombre ya empezaba a estar en las grandes quinielas. El de Miami fue su primer gran impacto y todo lo que rodeó al triunfo parece ahora hasta surrealista.

Sin Toni Nadal en el banquillo

Para empezar, Nadal viajó a Miami sin Toni, su tío, mentor y entrenador. Su lugar lo ocupó Jofre Porta, el hombre que había descubierto a Carlos Moyà a principios de los 80 en Palma de Mallorca. Porta tenía un grupo de trabajo en la isla y trabajaba codo con codo con Toni Nadal desde hacía muchos años.

La primera vez que Porta conoció a Nadal fue allá por 1995, cuando Toni se acercó al Centro de Tecnificación en la que estaba Jofre Porta, que trabajaba para la Federación Española de Tenis. "Tengo un chaval que juega increíble, mi sobrino", le dijo. Jofre ya le había escuchado a Toni varias veces eso de un chaval que juega increíble y no se tomó al pie de la letra. Pero esta vez tenía razón. "Este, sí, Toni, este juega increíble", fue la respuesta de Porta después de ver a Nadal por primera vez. En aquel entonces, el futuro número uno golpeaba tanto la derecha como el revés a dos manos.

Porta fue una pieza básica en aquel primer engranaje en la carrera de Nadal y le acompañó en muchos torneos júniors. De hecho, el de Miami 2004 fue el último viaje que hicieron juntos Porta y Nadal. "Fue una despedida para mí muy loable porque conseguimos un hito. Cuando salimos de viaje y vi que en segunda ronda teníamos a Federer, pensé 'Para casa'. Cuando lo ganó... imagínate", decía hace unos años Porta. No obstante, aunque era Porta el que estaba en el box, Nadal cogía el teléfono y llamaba a su tío Toni antes de cada partido.

Nadal, durante el partido ante Federer en Miami 2004.
Nadal, durante el partido ante Federer en Miami 2004.

Con delfines y sin inglés

Unos días antes de enfrentarse a Federer en Crandon Park, Nadal aterrizó en Miami y la organización del torneo, cuyo nombre oficial entonces era Nasdaq-100 Open, solicitó al de Manacor que acudiera a un compromiso. Los jugadores de la ATP están obligados por contrato a realizar actos para promocionar los torneos y normalmente las grandes estrellas suelen ser reticentes a dedicar su tiempo libre a actividades de este tipo. Pero Nadal entonces tenía 17 años, estaba en una Miami que bullía y la actividad encima era de lo más divertida: nadar con delfines en el Miami Seaquarium. El español se lo pasó bomba en una visita a la que también acudieron el argentino Guillermo Coria, la rusa Elena Likhovtseva y el alemán Rainer Schüttler.

A los dos días debutó en Miami con una victoria sobre Ivan Ljubicic por 6-4 y retirada del que se convertiría después en el técnico de Federer. Y en tercera ronda superó por un doble 6-3 y 6-3 al suizo, que venía de ganar 28 de sus últimos 29 partidos. Lógicamente, después de tumbar al número uno, a Nadal le tocó comparecer ante los medios de comunicación. Con 17 años, Nadal tenía un inglés, digamos, bastante básico. Nada comparado con el Nadal de ahora, capaz de dar respuestas de varios minutos en inglés.

"Si tenéis preguntas en inglés para Rafael, las responderá en español y yo las traduciré", dijo el moderador de la ATP cuando entró en una sala que estaba llena para escuchar al español, que respondió 14 preguntas y que dejó alguna respuesta para el recuerdo.

"Tenía miedo de que me pudiera ganar 6-1 y 6-1 o 6-1 y 6-2, pero tenía muchas ganar de jugar este partido porque era ante el número uno del mundo. Entré a la pista con una actitud positiva y no con la actitud de 'Vamos a intentar ganar un juego'", dijo el mallorquín. "Lo más importante es que no le dejé hacer su juego, porque si le dejas, te gana 6-1 y 6-1 o 6-1 y 6-2, como está pasando este año y que es algo que nunca ha ocurrido. Desde el primer punto sabía que tenía que llevar la iniciativa", añadió. Unas palabras que explican muy bien el 24-16 que tiene el español en el cara a cara con el helvético.

"Se va a hablar en todo el mundo de este resultado. ¿Crees que tu teléfono móvil estará muy ocupado esta noche con llamadas?", le preguntó después un periodista. "No, ahora mismo no porque son las cuatro de la mañana en España y estará todo el mundo durmiendo. Mañana los periódicos no tendrán esta noticia. Quizás esté en Internet o en el teletexto y empiece a recibir algunas llamadas..." Una respuesta que 20 años después sería imposible: Nadal habría respondido directamente en inglés, sin traductor de por medio, no hablaría del teletexto y cualquier partido suyo con Federer daría la vuelta al mundo en cuestión de segundos. Y sí, todo gracias a Internet.