El peaje de denunciar amaños en el tenis: "Me generó bastante depresión, me costó lesiones, me costó años"
Marco Trungelliti ha sido el último jugador que ha denunciado públicamente amaño de partidos. "Estuve bastante tocado", dice a Clay.

Marco Trungelliti no olvidará nunca una llamada que recibió en julio de 2015. Él no lo sabía, pero en el momento que descolgó el teléfono su vida empezó a cambiar radicalmente. Lo que vino después fue una denuncia pública, una investigación, acusaciones de soplón, un cambio de domicilio por miedo y una crisis personal. Todo por haber sido valiente: por denunciar una red de amaño de partidos en el tenis.
"Estuve bastante tocado. Me costó lesiones, me costó años, estuve bastante mal hasta que me dio COVID en un torneo y me quedé encerrado 20 días en una habitación. Ahí tuve tiempo para pensar sobre todo lo que necesitaba pensar. Eso, paradójicamente, me cambió; me cambió las perspectivas en general y, a partir de ahí, empecé a vivir bastante mejor", recuerda ahora el tenista argentino en una entrevista con la revista Clay en Barcelona, donde esta semana ha alcanzado los octavos de final.
Trungelliti ocupa ahora mismo el puesto 197 del ranking mundial y su techo en el circuito fue la posición 112, en marzo de 2019. Por aquel entonces, la bomba ya había explotado. En la famosa llamada de julio de 2015 la persona que estaba al otro lado del teléfono era un intermediario de una mafia que se dedicaba a amañar partidos. La oferta era de hasta 100.000 dólares por arreglar un encuentro.
"Me generó bastante depresión durante un par de años, pero nunca fue diagnosticada. Nunca pensé en suicidarme ni esas cosas, pero me costaba bastante el día a día"
Pese a que el argentino no estaba acostumbrado a ver cheques de seis cifras, su respuesta fue contundente: ni hablar. Y además avisó a la Unidad de Integridad del Tenis (TIU), un organismo creado para perseguir este tipo de asuntos. Trungelliti no tuvo noticias de su denuncia hasta más de dos años después. La TIU le contactó en diciembre de 2017 para que testificara, después de que los investigadores descubrieran que otros tres tenistas argentinos -Federico Coria, Nicolás Kicker y Patricio Heras- también recibieron ofertas.

Las sentencias del caso
Una vez celebrados los tres juicios, Coria fue suspendido por no haber denunciado, mientras que Kicker y Heras recibieron sendas sanciones de tres años sin competir por haber arreglado partidos. Trungelliti salió indemne y lo denunció después en público. Sin embargo, nunca recibió el apoyo que esperaba.
"Siempre pensé que las organizaciones hubieran podido actuar de manera distinta y eso hubiese ayudado mucho. No sé si ha cambiado. Tal vez al principio yo sí esperaba que cambiara, pero hoy en día, viendo cómo está la cosa y para dónde va direccionado todo, no espero más nada. Yo sé cómo voy a actuar, sé cómo actué, sé cómo le enseñaré a mi hijo cómo actuar y hasta ahí me estoy limitando. Pensar en algo más grande, creo que es bastante difícil hoy en día", asegura ahora Trungelliti en Clay.
El argentino, afincado en Andorra con su mujer e hijo desde que se conoció todo, habla también del peaje que ha pagado por haber denunciado públicamente los amaños. "Me generó bastante depresión durante un par de años; nunca fue diagnosticada. Pero hoy, si veo para atrás a cómo yo me veía y cómo entraba a la cancha para intentar jugar al tenis, era imposible. Nunca pensé en suicidarme ni esas cosas, pero me costaba bastante el día a día".
Trungelliti asegura que ese capítulo de su vida "no va a estar nunca cerrado" y cree que muchos tenistas no denuncian precisamente por el poco apoyo que él mismo recibió de las autoridades del tenis.
"Algunos tienen otro punto de vista, la mayoría, por lo que me dijeron, nunca haría lo que yo hice, pero, básicamente, por la respuesta que hubo de las organizaciones, no porque no se animen a hacerlo. Viendo el destrato que yo tuve, la gente después no se anima, lo cual es totalmente normal. Empecé a pensar de manera un poco distinta, sobre todo para sacarme un poco de odio que tenía dentro, de bronca, de desesperación y, al final, creo que, hoy por hoy, ya estoy un poquito mejor".