WIMBLEDON

Hijo de carpintero y de empleada de hogar está en Wimbledon contra todo pronóstico: "Mis padres llegaron al límite para que yo pudiera jugar"

Alejandro Moro superó la fase previa sin casi experiencia en hierba, ahora puede encontrarse a Djokovic si gana un partido más.

Alejandro Moro, en un torneo reciente. /Instagram
Alejandro Moro, en un torneo reciente. Instagram
Gonzalo Cabeza

Gonzalo Cabeza

Londres.- Alejandro Moro está clavado en la pista 14 del All England Tennis, mirando cómo entrena Carlos Alcaraz. Lo mira con la curiosidad de quien todavía está aprendiendo, por más que sea mayor que él. "Es un ejemplo en todos los sentidos, en su carácter en la pista, en cómo transmite muchos valores del tenis y en ese coraje y ese descaro que tiene en pista", explica a los periodistas que, curiosos, le preguntan por sus sensaciones en los primeros días de Wimbledon.

Moro está ahí porque ha ganado la fase de clasificación. Se ha metido por primera vez en el cuadro final de un grande, y eso abre una nueva puerta en el castillo que es una carrera de un tenista. Justo antes de ver a Alcaraz llegaba de la tienda del torneo.

"Es que aquí todo es nuevo, todo es increíble. Nos dan como un welcome pack a los jugadores y venía una tarjeta regalo de dinero en la tienda", explica. Como no era muy probable que estuviese en el cuadro final, llega poco acompañado al torneo. Y eso significa que ese bono que le regala el torneo por el mero hecho de llegar al cuadro final se vaya a convertir en una catarata de regalos para los amigos. "Me encantaría poder traérmelos aquí, pero no es posible, así que por lo menos les llevo un pequeño recuerdo", explica.

Ganar la fase previa es en sí mismo algo complejo, pero su camino es mucho más largo que ganar tres partidos en las pistas de Roehampton. "Soy de un pueblo pequeño, de Torres de la Alameda. Está en el sur, cerca de Alcala de Henares. Mi madre ha sido empleada de hogar siempre y mi padre carpintero. No ha habido mucha afición de tenis. Es verdad que han sido deportistas todos, pero no a nivel de haber hecho nada profesional ni de haber tomado eso muy en serio", cuenta, dos días antes de enfrentarse en la primera ronda al británico Feranley, que entró en el cuadro con una invitación del torneo.

Partiendo de esa base, una familia humilde y ajena al tenis, es meritorio ver cómo ha llegado hasta aquí. "Pues como a cualquier niño que le apuntan a un montón de deportes de pequeño, yo estaba en baloncesto por aquel entonces y aparcó mi padre justo delante de las pistas de tenis. Le dije, 'oye, ese deporte me llama un poco la atención, me apetece practicarlo' y, bueno, acto seguido me apuntó al mes siguiente y ya empecé a jugar un poquito a los nueve años", rememora.

El tenis tiene una cierta fama de elitista, aunque se algo que se ha ido desdibujando con el tiempo. En todo caso, llegar a ser profesional no sale gratis. "Empezaron mis padres con una serie de sacrificios grandes. Se privaron de bastantes cosas para que yo pudiera jugar. Llegaron a ir un poco al límite, pero, bueno, apostaron desde el primer momento. También tuve suerte que en la escuela de Alcalá de Henares, donde empecé, apostaron por mí en cuanto a la parte económica, que nosotros no podíamos asumir", relata Moro.

Su técnico de aquella academia, David Flores, sigue a su lado, es él quien se lleva la bolsa con todos los regalos que acaba de comprar en la tienda mientras atiende a los periodistas y Alcaraz termina de entrenarse. La academia Sánchez-Casal apostó por él y estuvo tres años con ellos. De hecho, con él viaja un segundo entrenador, Boba Nikolenko, a quien conoció en la escuela de Emilio Sánchez-Vicario y Sergio Casal.

Moro tiene 23 años, por lo que ya nunca será una de esas promesas deslumbrantes que de repente estallan. Ese no es su camino, la manera que tiene de ganarse la vida con este deporte es ir poquito a poco subiendo el nivel, ser cada semana un Alejandro Moro ligeramente mejor que la versión anterior.

"Yo creo que hay dos tipos de jugadores. Unos que vamos un poco más pasito a pasito, poco a poco. Y luego hay otros que hacen un par de semanas buenas en el año, suben mucho en el ranking. Y luego con eso van aguantando el resto del año. Yo creo que soy un jugador más de poquito a poco, de ir creciendo mi nivel poco a poco. Hace cuatro o cinco años empecé a jugar tornos profesionales, Futures y tal. Llevo dos años ya que asentado en el circuito Challenger y pues poquito a poco voy dando estos pasitos de intentar estar sólido en esto", explica.

La primera pregunta es, lógicamente, sobre la segunda ronda que se puede enfrentar en el torneo, pues si supera el primer partido se encontrará con Djokovic, previsiblemente en la pista central. Él ni siquiera lo sabía, como tampoco ha preguntado por el premio económico que supone haber llegado hasta aquí. "Cuando mire la cuenta corriente lo notaré. Luego el tema de puntos tampoco controlo mucho, pero sí es verdad que imagino que algún subidón en el ranking puedo pegar", dice.

Es verdad que Wimbledon es un paso que, seguramente, ahora mismo todavía no es capaz de metabolizar, pero que vaya un poco perdido con los detalles no quiere decir que no lo esté disfrutando. Más bien todo lo contrario. "Lo que más me significa es la experiencia de poder estar aquí y jugar con este tipo de gente. Poder ver estos entrenadores. Poder verlos de cerca y sacar esos detalles para mejorar mi juego también", cuenta, mientras mira alrededor y se topa con el corazón de las instalaciones.

Wimbledon es también el lugar en el que vio reinar a sus mayores ejemplos. "Yo personalmente tiro un poquito más por Novak y por Roger siempre. Y que hayan hecho tanta historia ganando tantos partidos aquí y tantos torneos, pues a mí siempre me ha motivado un poquito. También por jugar en hierba, que es superespecial, sobre todo para mí, que yo he venido aquí sin tener prácticamente minutos en hierba", cuenta.

Esto no es una exageración. Entró en el torneo de Mallorca al final y no pudo entrenarse, así que solo jugó una hora. La semana pasada entró en otro cuadro, jugó dos partidos, pero uno de ellos fue bajo techo, en una pista dura. En resumen, en su vida ha estado muy poquito en la hierba, pero parece que lo suficiente para ganar tres partidos seguidos y meterse en el cuadro final.

Ahora le toca adaptarse a las instalaciones principales del torneo, que son algo diferentes que las de la fase de clasificación. "Me ha dicho todo el mundo es que es algo distinto. No sé si es verdad. Mañana puede decir, no sé, a lo mejor allí es que es más alta o más húmeda o no sé. Me he conseguido adaptar bien, ya veremos aquí, ojalá, ojalá igual", reflexiona Moro.

El madrileño, como mínimo, saldrá de Londres con una serie de aprendizajes sólidos que le valdrán también para su juego en otras superficies. "Tengo la parte de garra española, esta de jugar desde atrás y jugar muchos tiros, la tengo un poco de identidad, pero luego sí es verdad que creo que a medida que voy creciendo como jugador voy tirando un poco más con mi saque y estoy aprendiendo. La hierba también te educa un poco a terminar los puntos más arriba en la red y es algo más diferente a lo que es el tenis español. Creo que me está haciendo mejorar bastante mi tenis y darme cuenta de las cositas que tengo que mejorar también para ir subiendo en estos torneos", explica.

Alejandro Moro es de esos jugadores que quieren llegar alto desde la periferia del tenis. Por eso, cuando cita su lista de ejemplos, tiene un recuerdo especial para Roberto Bautista. Él también es uno de esos jugadores que fueron poco a poco subiendo en los rankings, de los que llegaron a estar entre los mejores sin la opción de dar un golpe en la mesa en la adolescencia y quedase ahí para siempre.

"Le he seguido un montón siempre, me ha encantado mucho cómo juega, me he sentido identificado con él y de hecho el año pasado en Challenger en Valencia tuve la oportunidad de jugar contra él incluso. Fue un momento increíble, fue para mí un antes y un después incluso en mi carrera y en mi vida", dice con una sonrisa en los labios.

La sonrisa es por el entorno, por la vida que de repente está llevando, porque le acaban de decir que igual, si la cosa va muy bien, Djokovic espera pronto en el cuadro. De repente todos esos días de sacrificio han llegado quizá no a la meta, pero sí sin duda a un importante punto intermedio. Está en Wimbledon y eso ya nadie se lo va a quitar.