En las entrañas del Alinghi Red Bull
Relevo se sumerge durante dos jornadas en Barcelona en uno de los equipos más legendarios de la historia de la vela.
Cinco de la madrugada de un día cualquiera en la Copa América. Joan Vila, uno de los mejores navegantes del mundo, está en la base del equipo redactando el documento más preciado en el día a día de cualquier equipo de regatas: el parte meteorológico del día. En él predice cuál va ser la intensidad de viento y la altura de las olas de la jornada, un dato clave que desencadena un gigantesco proceso de toma de decisiones y que suele acabar con el barco en el agua.
Joan se levanta tan pronto porque sabe que, si la gente no tiene su alimento en forma de parte, le van a freír el teléfono. Todo dios en Alinghi Red Bull está pendiente de las condiciones que va a haber en la jornada para programar su trabajo, con lo que enviando un informe tan tempranero evita quedarse sin batería en el móvil por un aluvión de llamadas y mensajes antes de que salga el sol.
En este reporte revela mucha información, aunque los dos datos fundamentales son la intensidad y dirección del viento y la altura de las olas. De esos dos datos va a depender que el velero salga o no al agua, ya que si hay muy poco viento o es demasiado potente no vale la pena salir a navegar. También de esos datos va a depender cómo se configure el velero: tipo de velas y de foils, qué maniobras van a ensayar e incluso qué tripulantes van a ir a bordo y en las lanchas de apoyo.
Joan sale todos los días al agua, aunque va siempre en la gomona de seguimiento. Los veleros en los que se compite hoy en día en la Copa América exigen que sus tripulantes tengan un físico privilegiado y, pese a que sus 61 años se conserva en plena forma, ya no está para esos trotes. Vila ya lo ganó todo mientras iba a bordo de los barcos, donde ejercía la posición de navegante, que es el encargado precisamente de predecir cuál es la mejor ruta en función del parte meteorológico. Es decir, lo mismo que hace ahora, pero antes lo hacía desde la cubierta del barco. Su pericia es de tal calibre que ha sido uno de los pocos regatistas de la historia que ha ganado la Copa América (dos con el propio Alinghi y una con Oracle) y The Ocean Race, la vuelta al mundo a vela.
Nosotros llegamos a la base provisional del Alinghi Red Bull en torno al mediodía. La base definitiva la tendrán en unos meses, pero los suizos decidieron venir cuanto antes a Barcelona para aprenderse de memoria el campo de regatas. Pese a que ganaron la Copa en 2003 y 2007, llevan varias ediciones sin competir, lo que supone una gran desventaja que hay que suplir con decisiones como esta. Toda Barcelona sabe que el Alinghi va a salir al agua porque la noche anterior el hotel W se iluminó de rojo, una genial idea que han tenido para calentar el ambiente. A veces falla porque la previsión cambia, pero está guay el tema.
El grupo de periodistas invitados salimos al agua en torno a la una del mediodía ya que hoy tenemos el famoso Garbí, un viento térmico que se genera al mediodía cuando la tierra se calienta. Ya explicaremos bien esto otro día. La canallesca está representada por varios suizos, dos españoles y una de las grandes gurús de la prensa náutica mundial, Shirley Robertson, que tras ser dos veces campeona olímpica se gana la vida ejerciendo de reportera. Y lo hace de fábula, todo sea dicho.
Nos subimos en el barco de seguimiento y nos vamos en busca del Alinghi Red Bull. La intención es seguir la estela del barco, pero es totalmente imposible. Los suizos navegan a más de 30 nudos con solo 10 de viento (solo con la fuerza del viento y las velas, no lo olvidemos), y ni siquiera el De Antonio último modelo en el que vamos le puede seguir la pista sin botar como un condenado en todas las olas. Decidimos con buen criterio esperarlo en una baliza, y cuando pasa es como ver volar a un avión. Sustentado solo por un foil y el timón y emitiendo un ensordecedor silbido de caza de guerra, nos sobrevuela en un visto y no visto.
La tecnología ha hecho que los veleros de última tecnología sean auténticas bestias solo aptas para manos super especializadas. Recuerdo que en la Copa América de Valencia (2007), los periodistas podíamos subir a bordo de todos los veleros, incluso en plena regata. Ahora podemos verlos a 100 metros y gracias. El peligro es real, y solo los colosos que compiten en estos barcos pueden acceder a ellos.
Volvemos a tierra y asistimos al regreso del barco, que es un espectáculo. Todos los días lo sacan del agua con una grúa monumental mientras se sacan conclusiones de la jornada de trabajo. Aquí juega un papel fundamental otra española, Andrea Emone, especialista en análisis de datos. Se acabaron los viejos tiempos en los que los regatistas medían las pruebas en el barco por sensaciones: hoy en día, los datos son los que dicen si algo funciona o no, y en eso Andrea es una auténtica crack. Su historia también es preciosa: cuando era niña, llegó la Copa América a Valencia y soñó con estar un día en uno de sus equipos. Estudió ingeniería aeronáutica pensando en aplicar esos conocimientos y, tras pasar por otros circuitos como las 52 series o SailGP, acabó recibiendo la llamada de su vida para recalar en el Alinghi Red Bull.
Esa jornada, ademas, Andrea tuvo faena acumulada; el Alinghi Red Bull suspendió los entrenamientos a mitad de jornada al sufrir daños en un timón, lo que conlleva un exhaustivo análisis posterior de los sensores del barco para ver las consecuencias. Estos datos van directamente al equipo de diseño, liderado por otro de los galácticos españoles, Marcelino Botín. El diseñador cántabro es uno de los tres mejores diseñadores de veleros de regata del mundo, y su equipo de trabajo está ahora en el pico extremo de intensidad dado que están la etapa final del diseño del nuevo barco.
Otro de los españoles integrados en el Alinghi Red Bull es Diego Torrado, responsable técnico de los AC40, los veleros con los que se navegará la Copa América femenina y la juvenil. Su trabajo también está en un periodo clave, ya que con estos AC40 se disputará la primera de las prerregatas de la competición, los días 14 y 15 de septiembre de este 2023 en Vilanova i la Geltrú, ya que los AC75 de la competición de 2024 no se bautizarán hasta el año que viene. La cuenta atrás para ese debut ya está lanzada, y en el Alinghi Red Bull tienen todos los ingredientes para dar mucha guerra… con un marcado acento español.