La nueva joya del wingfoil: Nía Suardíaz se lleva seis Mundiales con solo 17 años
Tarifa vuelve a alumbrar la explosión de una estrella de la vela que vive pegada a una tabla desde que tenía 4 años.
Apunten el nombre de Nía Suardíaz. A sus 17 añitos, esta deportista gaditana ha ganado en este 2024 la friolera de seis mundiales de wingfoil, una de las disciplinas con más futuro en el mundo de la vela. La última de sus hazañas la ha culminado el pasado fin de semana en la localidad brasileña de Jericoacoara, donde se ha llevado la corona mundial en la disciplina de racing (velocidad).
A este título de racing, en el que se compite como en una regata clásica, suma los de la Copa del Mundo de freefly-slalom y surf-freestyle, el Mundial de Big Air y los juveniles de wingfoil en freestyle y slalom, además del segundo lugar en la Copa del Mundo de olas. Un 2024 para enmarcar.
Nía lleva prácticamente toda su vida subida a una tabla. Su padre, Curro Suardíaz, recuerda para Relevo sus primeros pasos en este mundillo. "Yo me acuerdo de ella ya con cuatro añitos subida a una tabla enana de windsurf, con una vela de un metro cuadrado, navegando con nosotros en La Lagunita en Punta Paloma. A partir de ahí ya nunca se bajó de una tabla, aunque llegó un momento en que cambió el windsurf por el wingfoil, pese a que nosotros le insistimos que no dejara el windsurf. Pero acertó y se subió al tren perfecto en el momento adecuado, no tuvo dudas".
El wingfoil se practica con una tabla que se sustenta sobre el agua sobre un foil y vuela gracias a un ala hinchable que se maneja con las manos y que no va unida a la tabla por ningún mástil. El crecimiento de este deporte está siendo brutal en los últimos años y no se descarta que sea olímpico en un futuro cercano. "Sí, es un tema que se está hablando desde hace tiempo y parece que hay muchas opciones de que sea olímpico. Ojalá...", reconoce Curro.
Tarifa ha sido el hogar de Nía desde su nacimiento, un enclave paradísiaco para todos los deportes de viento. Curro, gaditano, se mudó allí en 2005 para practicar el windsurf lo máximo posible y conoció a la madre de Nía, una alemana de Stuttgart que fue una pionera del teletrabajo para North Sails, el mayor fabricante de velas del mundo, y para la que Tarifa era también un spot soñado. A los dos años de conocerse, en 2007, nació Nía y ya nunca se han movido del paraíso tarifeño.
El gran reto para Nía es seguir combinando su carrera deportiva con los estudios. "Ella estudia segundo de Bachillerato con el programa CIDEAD, que hace posible la educación a distancia para deportistas de elite, entre otros estudiantes. Y la verdad es que son súper estrictos en la entrega de las actividades, con lo que el esfuerzo por combinar ambas cosas es importante", explica Curro.
¿Y cuál es el secreto para los espectaculares logros de Nía a su edad? "Nía tiene una polivalencia y una sangre fría en la competición impresionantes. Tiene como un gen que le hace mantener la concentración sean cuales sean las condiciones, además de rendir bien en todas las disciplinas. En su primer año ya ganó una especialidad y quedó segunda por detrás de Marina Alabau (campeona olímpica de windsurf en 2012) en la otra, y desde entonces no ha parado de ganar. Técnicamente tiene una habilidad enorme para navegar de ceñida pese a que nunca había hecho regatas y, pese a que navega con la pierna derecha delante, tiene una potencia y una fuerza enormes para el freestyle", enumera un orgulloso padre.
Para 2025 tiene el enorme reto de intentar igualar los espectaculares seis títulos mundiales que ha logrado en 2024, pero viendo el perfil competitivo que ya ha demostrado, seguro que ese subcampeonato que logró en el mundial de olas la tiene con la mosca detrás de la oreja. El gen de los campeones, dicen...