VELA

Los secretos del primer crucero militar de la princesa Leonor: toque de diana a las 6:45, preparación física de élite y guardias cada cuatro horas

La hija del Rey se embarca en una misión de seis meses a vela en el Juan Sebastián Elcano.

La princesa Leonor trepa por las escalas del Juan Sebastián Elcano. /CASA REAL
La princesa Leonor trepa por las escalas del Juan Sebastián Elcano. CASA REAL
Nacho Gómez

Nacho Gómez

Según la RAE, la cangreja es la vela de cuchillo, de forma trapezoidal, que va envergada por dos relingas en el pico y palo correspondientes. La escandalosa es una vela pequeña que, en buenos tiempos, se orienta sobre la cangreja. Los juanetes son cada una de las vergas que se cruzan sobre las gavias, y las velas que en aquellas se envergan. Y el término 'carajo' la RAE no lo recoge, pero en un velero es la parte alta del palo mayor, donde suele ubicarse la cofa, una pequeña plataforma ubicada en lo alto para que los vigías otearan el horizonte.

Estos son solo algunos de los miles de términos del maravilloso vocabulario del mar que la princesa Leonor va a ir integrando en su ADN en los próximos meses. Tal y como hicieran su abuelo, Juan Carlos, y su padre, Felipe, la princesa ha zarpado en su crucero de instrucción a bordo del Juan Sebastián Elcano dentro de su programa de formación militar.

La guardamarina Borbón Ortiz, que recibe la misma nomenclatura que los 76 compañeros con los que comparte travesía, comparte tripulación también con otros 188 marinos: 16 oficiales, 21 suboficiales, 35 cabos primeros y 112 cabos y marineros, a los que se unen oficiales profesores de la Escuela Naval y varios civiles (maestros peluquero, velero o carpintero) en cada crucero. Sí, han leído bien: el peluquero es una figura tradicional en estas travesías dado que el Elcano ejerce también como embajador flotante de España en todos los puertos en los que amarra.

La princesa sigue a bordo exactamente las mismas rutinas que el resto de guardamarinas, una figura que surgió en siglo XVIII y que define a los aspirantes a formar parte de la Armada. La tripulación se dirige a ellos como 'caballero' o 'dama', pero no por el origen regio de Leonor de Borbón, sino porque es un formalismo arraigado desde tiempos inmemoriales.

El comandante en esta singladura es el capitán de navío Luis Carreras Presas-Do Campo, que se apoya en dos marinos principalmente para dirigir el día a día en el velero: el segundo comandante, más orientado a la coordinación de la dotación de marinos profesionales, y el tercer comandante, que ejerce de jefe de estudios de los guardamarinas y dirige sus actividades diarias.

Por las cubiertas del Elcano han pasado más de 20.000 guardamarinas en los casi cien años de historia que le adornan: cumplirá su primer centenario en 2027. Y, entre ellos, muchos navegantes de alto nivel que hicieron el servicio militar cuando existía en la Armada y que se formaron a bordo del Elcano antes de proseguir con sus carreras deportivas.

El día a día de la princesa y sus compañeros de promoción tiene una carga de trabajo considerable. Tocan diana entre las 6:45 y las 7:30, dependiendo de si el barco está en navegación o amarrado en puerto. Entre las 8 y las 13 horas reciben clases de diferentes materias: meteorología, navegación, (derrota), aparatos auxiliares y máquinas, inglés... Además de ello, realizan una preparación física dirigida a las necesidades de la vida a bordo, donde la agilidad y la fuerza son fundamentales. Hace unos años, uno de los marineros llegó a completar un maratón dando vueltas a la toldilla, que tiene una cuerda de unos cien metros de longitud.

Todos los profesores de los guardamarinas son miembros de la Armada con formación educativa: incluso el responsable de la educación física ha pasado por la escuela central del ejército en Toledo para formarse en el asunto. Y el principal responsable del grupo de estudiantes es un comandante de brigada que se encarga de coordinar su formación militar marinera, les acompaña durante toda la carrera y se embarca con ellos en Elcano.

Además de las clases y la preparación física, los guardamarinas se integran en el sistema de guardias del barco, que se reparten en periodos de cuatro horas. Todos acaban rotando por las diferentes guardias de a bordo, que van desde la derrota (los que llevan el rumbo del barco), maniobra (los que ejecutan los cambios de vela, etc.), puente, máquinas... En un momento dado, todos los guardamarinas serán llamados al puente para dirigir una maniobra, bien sea una virada por avante o una trasluchada, en la que tendrán a más de 120 marineros esperando sus órdenes para completar la maniobra con marinería. Un dato: solo para manejar la escota de la cangreja hacen falta veinte personas. Buen entrenamiento para la princesa.

En total, van a ser casi seis meses de travesía en una misión en la que la princesa Leonor, además de regresar con los conocimientos de un marino, va a tener otro papel fundamental: la representación institucional. El Juan Sebastián Elcano organiza sonadas recepciones en todos los puertos en los que amarra. Aún se recuerda la presencia de Gabriel García Márquez en una de las últimas paradas en Cartagena de Indias o las batallas por poder conseguir una invitación durante su escala en Barcelona durante la última Copa América.