Pionera, madre y campeona: las tres historias de Carmen Valero que rompieron el techo de cristal
La leyenda del atletismo español ya pone el nombre al módulo de entrenamiento del CAR de Madrid tras su fallecimiento el pasado 2 de enero.

Carmen Valero fallecía el pasado 2 de enero para convertirse en leyenda. Una campeona y pionera en los años 70 que cambió la historia del atletismo español rompiendo los techos de cristal y abriendo las puertas para que cientos de mujeres sean referencia a día de hoy en el tartán y la ruta en todo el mundo. Ganó, concienció y mostró la valentía para que su nombre se quede en la historia.
A su lado, en aquellos tiempos donde ver una mujer en una pista de atletismo en España seguía extrañando estaba la saltadora de altura, Sagrario Aguado, la primera en adoptar el estilo Fosbury en nuestro país. La madrileña recuerda un sinfín de anécdotas junto a Valero que, a día de hoy, pueden considerarse los pasos pioneros que abrieron la puerta a las atletas de la actualidad.
Porque Carmen, ante todo, fue la primera gran campeona de nuestro atletismo y por ello fue considerada como la mejor atleta femenina española en el siglo XX. En su palmarés, dos títulos mundiales en cross que le convierten en la única con una cosecha de ese nivel en España. En el primero de ellos, en 1976, venció a Tatiana Kasatkina, doble campeona olímpica ese verano en Montreal, sorprendiendo a todos: "Iban las dos igualadas a 300 metros de llegar a la meta, Carmen hizo un sprint tan impresionante que la dejó a 19 segundos", cuenta Sagrario, que recuerda la reacción de los que cubrían el evento: "Un periodista inglés decía: '¿Cómo ha hecho esto una españolita? ¡Ha ganado a una rusa! No sabían ni que estábamos en el mapa".
Pionera en unos Juegos Olímpicos
Carmen Valero se clasificó, como no podía ser de otra forma por su calidad, para los Juegos Olímpicos tras su oro mundial en el campo a través. No ganó medalla, pero como cuenta Sagrario quizás la culpa la pudo tener el calendario de pruebas de la época. "No le gustaba la pista porque no podía hacer más que 800 y 1500 metros, y ella era de distancias mucho más largas", desvela la saltadora. "No existía el 10.000, y tuvo que ajustarse a lo que había".
No subió al podio, pero rompió un nuevo techo de cristal para el deporte español. "No se trajo medalla, pero lo que sí se ganó fue ser la primera atleta española que iba". A sus 21 años, se convirtió en la primera mujer española en una cita olímpica en el deporte rey en una delegación española de todas las disciplinas que contaba con 103 hombres y solo 11 mujeres.
Romper los esquemas de la época
En unos tiempos donde echarse novio y comprometerse era un camino a la retirada sin vuelta atrás, Carmen Valero rompió de nuevo los esquemas. "Dejó dos años de hacer atletismo porque lo que quería era tener un hijo y efectivamente lo tuvo, pero a los dos años volvió. Empezó a correr y fue a unas pruebas preparatorias para el Campeonato del Mundo. Cuando llegó allí le dijeron: ¿Tú qué haces aquí? Y le dijo: ¿Yo? Vengo a correr. ¿Cómo a correr? Pero si las españolas son ustedes 'culonas y pechugonas", relata su compañera de equipo nacional. La fondista catalana ganó y buscó al atrevido miembro de la organización: "Miren de lo que somos capaces de hacer las pechugonas y culonas".
Habían tocado el orgullo de Valero, tanto como para renunciar a lo que habían conseguido sus piernas para poner en su sitio al machismo: "El señor le dijo que tenía un puesto para el Mundial y ella le dijo: ¿Sabes lo que te digo? Que te pongas una faldita y que salgas tú". Bajo del cristal de un machismo que hace de menos a la mujer, el físico siempre estuvo y sigue presente cuando se habla del cuerpo de una atleta. En la década de los 70, todavía más.
El nombre de Carmen Valero se escribe ahora en letras grandes, mayúsculas, en la historia del atletismo español como las que ya aparecen en el cartel de bienvenida del módulo de entrenamiento del Centro de Alto Rendimiento de la Blume inaugurado este jueves. Una vez más, la atleta nacida en Teruel rompe un techo de cristal convirtiéndose también en la primera mujer que pone nombre a una instalación deportiva dentro del alto rendimiento.